Es falso que las enfermedades se produzcan por emociones reprimidas

Los psicólogos Jesús Matos y Juanjo Rodrigo, del equipo de 'En equilibrio mental' explican lo que se esconde detrás de este mito en torno a la supuesta influencia del estado anímico sobre el cuerpo

Jesús Matos / Juanjo Rodrigo

Cada vez es más común escuchar que nuestro bienestar emocional puede influir en nuestra salud física, pero ¿es cierto que puede llegar a provocar la aparición de enfermedades? Es cierto que no podemos olvidar que nuestras emociones están conectadas directamente con nuestro cuerpo y que cuando sentimos una emoción, nuestro cuerpo experimenta una activación fisiológica que nos permite hacer frente a la situación en la que nos encontramos.

De hecho, autores como Carmelo Vázquez señalan la asociación existente entre una regulación emocional adecuada y determinados indicadores biológicos relacionados con la salud. Incluso el grupo de investigación liderado por Carol Ryff ha logrado algunos de los resultados más relevantes en esta área, encontrando en aquellas personas con una gestión emocional más funcional un menor riesgo cardiovascular y una mejor regulación endocrina con relación al cortisol. Esta gestión emocional adaptativa incluiría aspectos como dar sentido a nuestras experiencias, buscar lo positivo de lo que nos sucede o efectuar ajustes de nuestros objetivos vitales, facilitando también la existencia de mejores relaciones interpersonales.

Además, son varias las investigaciones que muestran la influencia del optimismo en nuestra salud física, encontrando en aquellas personas con expectativas más positivas ante un suceso vital estresante un mejor estado de su sistema inmunitario , así como un mejor funcionamiento de su aparato respiratorio.

Es cierto, por tanto, que una gestión emocional adecuada y una actitud optimista pueden favorecer un afrontamiento activo del estrés o de problemas de salud , dando lugar a conductas orientadas a la solución de problemas, mayor autocuidado y mejor adherencia a los planes de recuperación o tratamiento. Este aspecto es fundamental, y por ello cada vez es más común el tratamiento psicológico orientado a ciertas patologías como el cáncer o el dolor crónico pues esto favorece el funcionamiento del organismo y permite una mejor gestión de las emociones derivadas del diagnóstico y del tratamiento. De hecho, de esta manera la calidad de vida de la persona se ve favorecida.

Como vemos, es conveniente cambiar el planteamiento inicial, el cual proponía la relación directa entre emociones reprimidas y la aparición de una enfermedad, siendo más adecuado plantear que una adecuada gestión emocional puede jugar un papel relevante en la prevención y recuperación de condiciones y enfermedades físicas . De esta manera, nuestras emociones pueden funcionar como amortiguador de cara al desarrollo o afrontamiento de patologías físicas.

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