Musicoterapia
Cómo la música puede influir en nuestro estado de ánimo
Se ha observado que, en función del momento que estemos viviendo y el tipo de música que estemos escuchando, nos puede cambiar el estado de ánimo

Desde los tambores de nuestros antepasados hasta los servicios de transmisión ilimitados de la actualidad, la música es una parte integral de la experiencia humana. En líneas generales, escuchamos 'What a feeling', de Irene Cara, y un «buen rollo» nos recorre el cuerpo. En ... cambio, posiblemente 'Photograph', entrañable canción de Ed Sheeran, no nos produce esa sensación de querer comernos el mundo y la emoción que nos aborda es la de añoranza con una mezcla de melancolía. Cada canción es un mundo, y lo que sentimos con cada una de ellas es un inabarcable cajón de sentimientos y emociones que no nos producen lo mismo a unos que a otros. Pero de lo que no cabe duda es de que la música afectam, de una u otra forma, a nuestro nivel emocional.
Manuel Tizón, coordinador académico del Área de Música y el Máster en Investigación Musical de UNIR y miembro del Grupo de Investigación ‘Tecnología y Música’ de esta universidad, asegura que la música interfiere en nuestras emociones, algo que ya se han encargado de demostrar varios estudios. Lo que hay que tener en cuenta, tal como cuenta el experto en música, es que existen diferentes mecanismos:
- Contagio emocional : cuando estamos en un concierto estamos fijándonos en el rostro del interprete, de los compañeros, y su expresión puede contagiarse... «La música puede emocionarnos, aunque una canción triste no tiene por qué ponernos tristes, pero si me emociono o mi estado de ánimo se ve influenciado de algún modo es indicio de que me he contagiado, bien sea por la propia música o por factores externos», dice el especialista.
- Imágenes visuales : Cuando escuchamos música podemos imaginar distintos escenarios y eso nos condiciona a nivel emocional.
- Memoria episódica . Nos pone un ejemplo Manuel Tizón muy sugerente: si hemos tenido una experiencia negativa con alguien que le encanta Mecano —por poner un ejemplo— lo más seguro es que en un futuro nos deje de gustar este grupo porque nos recuerda a esa persona: «Nos influye y no querremos escucharlo más».
- Expectativa musical : este punto hace referencia a lo que esperamos cuando escuchamos una canción. Sabemos que después de un verso viene el estribillo, que hay una cadencia o final de frase determinada, etc, y, esto puede estar también implicado en las emociones. «Todo esto se relaciona, claro, con nuestra familiaridad con el estilo», comenta.
Juicio estético : manejamos nuestro juicio, más perceptual o cognitivo, a la hora de valorar una música en concreto.
A quién afecta más
«Por todo esto, hay que tener en cuenta que, por diferentes circunstancias, las emociones en música no afectan igual a todo el mundo; si soy más o menos propenso a imaginar (imágenes visuales), si me encuentro en un concierto o estoy escuchando la música en casa, si la música me evoca un recuerdo, si soy músico o no músico…», indica Manuel Tizón . Además, añade que «puede haber diferencias en el tipo de personalidad del sujeto, su edad, etc.».
«Hay música que nos influye y no querremos escucharla más si nos recuerda a algo doloroso»
Manuel Tizón
Coordinador académico de música
Según un estudio en una universidad de Colombia, se ha observado que al escuchar alguna música agradable, se pueden activar sustancias químicas en el sistema nervioso central, estimulándose la producción de neurotransmisores como la dopamina, las endorfinas y la oxitocina, experimentándose un estado que favorece la alegría y el optimismo en general (Jauset, 2008).
Al parecer, estas sensaciones ayudan a la movilización de información de carácter inconsciente que genera cambios en la actividad neuronal, facilitando la expresión de emociones, la descarga de sentimientos e impulsos reprimidos o incluso el brote emocional de conflictos o situaciones traumáticas (Betes de Toro, 2000). En este sentido, la respuesta emocional surgida ante los estímulos musicales no son homogéneas sino que resultan muy diferentes entre una persona y otra, tanto así que podría resultar complejo descifrar cuál es agradable o desagradable, ya que se reflejaría en función de las experiencias individuales de cada ser y sus procesos de aprendizajes previos (González, 1999).
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