Todo lo que tenemos que hacer para que la mascarilla no nos dañe la piel ni los ojos

Los expertos aconsejan cambiarlas en el tiempo recomendado y reducir su uso siempre que sea posible

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ABC Bienestar

Que las mascarillas formen parte de nuestro día a día desde hace casi dos años no significa que nos hayamos acostumbrados a ellas. Al contrario, no vemos el momento en el que poder deshacernos de ellas y se conviertan en un recuerdo.

Y es que aparte de causar cierta dificultad para respirar, el uso continuado de la mascarilla afecta de forma directa sobre nuestra piel : «Cuando entra en contacto con ella puede producir sequedad, deshidratación y aparición o agravamiento del acné», manifiesta el doctor Álvaro Flamarique, especialista en Medicina Interna y experto en enfermedades infecciosas.

Para reducir estos efectos, Flamarique recomienda usar el número de mascarillas adecuadas , que sería entre cuatro o cinco al día si son quirúrgicas. En el caso de ser de tela o higiénicas habría que mantenerlas lo más limpias posibles y tener recambios de las mismas. Y, si son FFP2, cambiarlas cada ocho horas, es decir, usar entre una o dos al día, aproximadamente.

Además, este especialista insta a reducir su uso siempre que sea posible , por supuesto, siempre siguiendo las recomendaciones que dicta el Ministerio de Sanidad y las consejerías de salud de las distintas comunidades: «A fecha de hoy evitar usarla en exteriores», señala.

El doctor Francisco Benavente, dermatólogo, da también una serie de consejos para cuidar nuestra piel y contrarrestar los efectos de la mascarilla sobre la misma.

Para reducir estos efectos

  • Mantén una correcta higiene facial diaria

  • Hidrata la piel

  • Evita el uso de maquillaje en la zona de colocación de la mascarilla

  • Usa cremas protectoras para prevenir o aliviar las lesiones cutáneas causadas por la presión o fricción

El uso continuado de mascarillas también afecta a nuestra salud ocular . El doctor Daniel Elies, director médico de IMO Grupo Miranza Madrid y oftalmólogo, manifiesta que una de las principales consecuencias de ello es el aumento de los síntomas del ojo seco .

Esto se debe –explica Elies– al vapor de la respiración que se concentra entre la cara y la mascarilla y que luego sube hacia nuestros ojos. «Esto ocasiona molestias, como sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo, picor, enrojecimiento ocular o lagrimeo». Estos síntomas pueden intensificarse si estamos en espacios cerrados con calefacción o aire acondicionado o trabajando con pantallas.

Además, otra consecuencia para nuestra salud ocular es la mayor incidencia de problemas que afectan al borde de los párpados , los cuales tienden a inflamarse más (blefaritis) o a infectarse y dar lugar a orzuelos.

Para combatir estos efectos, Elies aconseja utilizar lágrimas artificiales (sin conservantes) para mejorar la lubricación de la superficie ocular. Estas podemos aplicarlas a demanda, hidratando nuestros ojos como si se tratara de la piel.

Sin embargo, si las molestias siguen siendo intensas o muy persistentes, conviene consultar al oftalmólogo para que pueda valorar el tipo y grado de ojo seco y, a partir de ahí, indicar el tratamiento a seguir. «Por ejemplo, en consulta disponemos de tecnologías como la luz pulsada intensa IPL, que mejora la calidad de la lágrima y el estado de unas pequeñas glándulas que se encuentran en el borde de los párpados. De este modo, mejoran tanto los síntomas del ojo seco, como la blefaritis o los orzuelos, que en muchos casos están relacionados», expone.

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