«Cuando alguien nos parece viejo no es por culpa de las arrugas o la flacidez de la cara»

La doctora Ana Molina, médico especialista en dermatología, tricología y estética, aporta con su libro 'Piel sana, piel bonita' una guía práctica para cuidar la piel, mantenerla saludable y lograr que luzca bella y luminosa a cualquier edad

La Doctora Ana Molina, autora de la guía 'Piel sana, piel bonita'. Antonio Navarro Wijkmark.
Raquel Alcolea

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La piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo. Pesa unos cinco kilos y tiene una superficie de unos dos metros cuadrados. No es solo una capa externa, sino un órgano lleno de vida, en continua regeneración . Por eso la Doctora Ana Molina, médico especialista en dermatología, tricología y estética, explica en su obra 'Piel sana, piel bonita' (Ediciones Paidós), que invertir tiempo en cuidarla es uno de los mejores regalos que nos podemos hacer.

Además está demostrado por la ciencia que lo que más influye en la percepción de la belleza y la juventud no es tener una piel sin arrugas o con volúmenes simétricos, sino que ésta luzca saludable, luminosa, sin manchas y con una textura agradable.

En su obra la Dra. Molina nos invita a entender cuáles son las funciones de la piel , qué hábitos podemos incorporar a nuestra rutina para mantenerla saludable y cómo retrasar el envejecimiento . También aborda otros temas como la medicina estética, las enfermedades cutáneas más frecuentes y los cuidados cosméticos. ¿Estamos dando la suficiente importancia al cuidado de nuestra piel? Lo descubrimos de la mano de la Dra. Molina...

Tras el fin de la imposición de llevar mascarilla en interiores (salvo transporte público, centros sanitarios, residencias y farmacias) tal vez sea interesante saber cuáles han sido sus efectos sobre la piel del rostro...

A la piel no le ha venido demasiado bien el uso de las mascarillas . Y aunque en parte podría decirse que en algunos momentos ha podido servir como protector solar, esa especie de efecto 'Amazonas' provocado por la acumulación de la humedad del vapor de la respiración y del sudor se ha manifestado en algunas personas en forma de dermatitis, irritaciones y tendencia al acné. De hecho en este tiempo de pandemia hemos llegado a hablar del famoso ' Maskacné ' provocado por este efecto.

En tu libro destacas la importancia de la fotoprotección para frenar el envejecimiento de la piel, pero, ¿cómo podemos hacer compatible esa necesaria protección con la importancia de obtener vitamina D que se obtiene principalmente a través de la exposición a la radiación solar?

Los dermatólogos tenemos en este punto una labor de abogados del diablo porque es cierto que cuando uno estudia los efectos del sol, órgano por órgano, se da cuenta de que es positivo para el sistema músculo-esquelético, para los huesos, para el estado de ánimo, para el sistema cardiovascular, para todo... Pero es cierto que para el mayor órgano de nuestro cuerpo, que es la piel, sus efectos son negativos porque por un lado produce inmunosupresión, es decir, baja las defensas y puede favorecer el desarrollo del cáncer de piel y, por otro, fotoenvejece a niveles altísimos.

La clave es encontrar el equilibrio . Los dermatólogos decimos siempre que el bronceado saludable no existe desde el punto de vista de la piel, aunque tomar el sol sí que sea saludable para el resto de los órganos del cuerpo.

Lo que debemos tener en cuenta es que siempre debemos usar fotoprotector en la cara , eso no es negociable. En el resto del cuerpo sí que se pueden llevar a cabo determinadas prácticas para favorecer la síntesis de la vitamina D pues, aunque podamos obtener una parte a través del a dieta o de la suplementación, la mejor fórmula para sintetizarla es a través de la piel. Para ello lo ideal es tomar el sol durante unos 15 minutos diarios evitando las horas centrales del día a través de alguna parte del cuerpo, pero teniendo la precaución de que no haya un cristal de por medio pues la vitamina D se sintetiza gracias a la radiación UVB y esa es filtrada por los cristales. Y tampoco se sintetizaría si nos aplicásemos previamente un fotoprotector porque éstos bloquean la síntesis de la vitamina D.

A la hora de tomar ese sol nos resultará útil consultar, por ejemplo a través del móvil, el índice de radiación ultravioleta que tenemos en cada momento del día. Este índice va del 1 al 11 (también se describe con colores) de modo que lo ideal sería tomar esos 15 minutos de sol cuando este nivel sea intermedio, es decir, se sitúe en torno a 6-8, pues eso indica que llega la suficiente radiación para sintetizar vitamina D pero sin hacer daño.

¿Cuáles son los peores enemigos de la piel y que nos hacen envejecer?

Los siete enemigos de la piel , esos que aceleran el envejecimiento , se conocen como exposoma (al que yo me refiero a veces en las redes sociales como 'explosoma' porque hace unos años nadie hablaba de ello o no se tenía constancia de que existía y ahora parece que ha surgido una explosión de conocimiento sobre él). El exposoma de la piel está muy bien definido y sabemos que hay siete factores clave que nos envejecen:

El primero, el que que gana por goleada y con mucha diferencia, es el efecto de la radiación solar. Nos envejecen los rayos ultravioleta, pero también la radiación infrarroja y la luz invisible, la famosa luz azul .

El segundo es la contaminación . De hecho sabemos que en una gran ciudad se envejece más rápido que si se vive en el campo.

El tercer factor se corresponde con los tóxicos , de modo que si fumamos, bebemos alcohol o ingerimos sustancias nocivas envejeceremos antes.

En cuarto lugar podríamos citar todo aquello que contribuye al envejecimiento que tiene que ver con la nutrición de modo que el consumo excesivo de azúcar sería lo que más nos envejece debido al proceso llamado glicación .

El quinto sería el estrés emocional y la falta de sueño .

El sexto sería la temperatura pues lo cierto es que envejecemos antes con el calor . Esto no quiere decir que tengamos que vivir en Alaska. Lo que sucede es que las temperaturas altas mantenidas en la piel provocan un envejecimiento prematuro. Esto se ha podido ver claramente con ejemplos como el de los sopladores de vidrio o los panaderos pues en ambos casos las zonas de su cuerpo expuestas al calor de forma sostenida lucían más envejecidas.

El séptimo es todo aquello que aplicamos en la piel de forma externa, pues no es lo mismo llevar una rutina cosmética adecuada con productos que te hagan envejecer mejor que no hacer nada o perjudicar la piel con malas elecciones.

¿Y en qué medida envejece la piel la falta de sueño?

La piel tiene su propio ritmo circadiano que normalmente va al revés que el del resto del cuerpo. Por la noche cuando todo el cuerpo descansa y la musculatura se relaja, la piel se activa y empieza a trabajar y a regenerarse. Si no dormimos las horas suficientes el impacto será visible en seguida, desde una edad temprana. Lo podremos apreciar por las ojeras, por la falta de luminosidad, por la sequedad, por el color cetrino... Es algo muy llamativo, especialmente si esa falta de sueño es crónica.

¿Qué señales de alerta deberíamos atender para saber si tenemos una piel sana o no?

Para entender lo que debemos revisar puede venirnos bien arrancar con el mapa mental de la piel, que es con el que empiezo el libro 'Piel sana, piel bonita', de modo que en lo primero en lo que nos deberñiamos fijar es en el color. ¿Está como siempre? ¿Ha cambiado? Nuestro color de piel depende del equilibrio entre la melanina, los nutrientes que se ingieren en la dieta, la hemoglobina... Si cambia (más blanco, verde o cetrino, rojo...) puede ser un indicativo de que algo me pasa. Por ejemplo, si estoy muy blanco tal vez tenga anemia o si estoy algo verdoso tal vez eso pueda estar escondiendo la existencia de alguna enfermedad.

También debemos fijarnos en la luminosidad , en si la piel luce fresca, jugosa, bonita, bien oxigenada... Si estoy llevando una dieta adecuada tal vez la vea así pero si, por el contrario, fumo a diario, consumo alcohol y no llevo una alimentación saludable, es probable que la vea apagada y grisácea.

También tendríamos que atender a la estructura de modo que nos deberíamos preguntar si cumple su función, si estoy sudando más de la cuenta, si recientemente me han salido pequeñas verrugas o más lunares de la cuenta, si tengo más zonas resecas... Lo que siempre digo es que «una visita al dermatólogo al año no hace daño» , pero además debemos observarnos y examinarnos a menudo o incluso pedir a la pareja o a los familiares que se fijen en nuestra piel porque hay estudios que confirman que los que más cánceres de piel detectan son las parejas o los familiares pues son ellos los que suelen fijarse en cosas inusuales, manchas o rugosidades que a nosotros nos suelen pasar desapercibidos.

«Los dermatólogos decimos siempre que el bronceado saludable no existe desde el punto de vista de la piel, aunque tomar el sol sí que sea saludable para el resto de los órganos del cuerpo»

Dra. Ana Molina

Con tu hermana, la Dra. Rosa Molina, psiquiatra, divulgáis a través de vuestro podcast 'De piel a cabeza' muchas de las conexiones entre la piel y la salud mental, ¿cómo están relacionadas?

Hay tres relaciones principales. Por un lado cuando una persona tiene una enfermedad de la piel eso puede afectarle tanto a nivel psicológico (impacto en la autoestima, inseguridad... ) como en la calidad de vida. Aunque lo cierto es que la relación más marcada es la contraria de modo que un problema de ansiedad, una preocupación o un estrés mantenido en el tiempo puede tener un reflejo en la piel, no solo en cuanto al envejecimiento sino en cuanto a la somatización (apariciones de acné por estrés o agravamiento de enfermedades dermatológicas como la psoriasis y la dermatitis atópica...). También existen patologías de la piel (heridas, cortes, irritaciones...) y que pueden ser un reflejo de la existencia de una enfermedad de salud mental grave. Algunas personas acuden al dermatólogo porque no se ven bien por culpa de esas heridas y lo que en realidad tienen es una patología mental. De hecho existen muchas consultas de psicodermatología en España que ya trabajan desde esa óptica.

Existe por tanto una triple relación. Hay que recordar que el cerebro y la piel vienen de la misma capa en el embrión, están unidos de por vida y están muy relacionados. La capa más externa del embrión, el ectodermo , es el origen del sistema nervioso y la piel. Y aún hay más pues la única forma de regenerar tejido cerebral, de regenerar neuronas, hoy por hoy, es a través de células de la piel, que son las únicas con las que se está experimentando. Esa relación mente-piel es bidireccional, múltiple y fundamental.

¿Cuándo hay que empezar a cuidar la piel para prevenir el envejecimiento?

Siempre. No hay una edad marcada pues ya hay que cuidar la piel de los bebés y los niños. El mejor regalo que puedes hacer a tu hijo es asegurarle una buena fotoprotección porque el envejecimiento de la piel (recordemos que tiene memoria) se acumula en los 20 primeros años de vida. Los padres tienen que asegurar una fotoprotección adecuada en la infancia y una vez que llega la adolescencia conviene atender pronto a esos granitos de grasa típicos o acné juvenil . No se pueden dejar sin tratar ni dejarlos para más adelante. Hay que empezar pronto a usar productos adecuados con hidroxiácidos, con retinoides o incluso de forma oral con la famosa isotretinoina. El tratamiento lo determinará profesional, pero no debemos tenerle miedo ni dejarlo pasar porque la cara se puede llenar de cicatrices si no lo tratamos a tiempo.

A partir de ahí lo ideal es asumir una buena rutina de cuidados en edades tempranas y mantenerla siempre. Y conforme nos vayamos haciendo mayores se puede ir aumentando la dosis de retinoides o de productos antienvejecimiento como los péptidos. Hay que empezar a cuidarse desde joven con la famosa rutina de cuatro pasos: limpieza, hidratación, fotoprotección y transformación. A lo mejor en la adolescencia conviene incidir en más limpieza y fotoprotección y luego ya a partir de los 20-30 se pueden ir incluyendo antioxidantes (vitamina C) en la rutina y por la noche se pueden incorporar hidroxiácidos y retinoides. Pero cuanto antes lo hagamos, mejor.

«Antes los dermatólogos se identificaban con un problema concreto o con una patología concreta y ahora nos empezamos a posicionar como el médico de la piel en la salud y en la enfermedad, es decir, como prevención»

¿Somos cada día más conscientes de la necesidad de cuidar la piel a una edad temprana?

No tanto. La gente empieza a venir a la consulta de un dermatólogo a que le aconsejes una rutina cosmética a los 30. Los chicos lo hacen más tarde o incluso no vienen nunca, pero en general las mujeres empiezan a los 30. Lo que sí es cierto es que cada vez con más frecuencia acuden a consulta para aprender una rutina cosmética. Antes los dermatólogos se identificaban con un problema concreto o con una patología concreta y ahora nos empezamos a posicionar como el médico de la piel en la salud y en la enfermedad, es decir como prevención. Es una realidad que ya se intenta prevenir pero lo ideal sería que se empezase antes, no a los 30. A casi todos los pacientes les cuesta empezar con retinoides , lo que sí que suele aceptarse mejor es el uso de una buena fotoprotección y antioxidantes .

¿Y cómo cuida la piel Ana Molina? ¿Sucede eso de 'En casa de herrero, cuchillo de palo'...?

No, qué va. Sí que tengo muy asimilados e integrados los cuidados de la piel pero por la vida que llevo soy una minimalista extrema, siempre digo que la mejor rutina es la que puedas cumplir y como llevo una vida a veces acelerada o con poco tiempo hago una rutina sencilla en la que optimizo al máximo el número de productos. Me planteo cuáles son los ingredientes hay que incluir en la rutina (antioxidantes, hidroxiácidos, retinoides, limpiadores y fotoprotector) y planteo así la rutina: una limpieza mañana y noche y el uso de un solo producto que tenga todo, como un fotoprotector de esos 360 que hidrata y que a la vez aporta esos componentes que he citado. Y luego ya me aplico algo de color.

Por la noche intento usar en un solo producto que incluya hidroxiácidos, retinoides y algún componente que haya mostrado eficacia frente al envejecimiento... Pero siempre optimizo el tiempo para hacer una rutina ultra sencilla en la que no sea necesario usar muchos productos. De vez en cuando puedo darme algún capricho con alguna mascarilla o algún tratamiento.

Lo que más suele preocupar cuando se acude a una consulta de dermatología es...

Las manchas , las arrugas y la flacidez . Estas tres ganan por goleada, pero lamentablemente no en ese orden pues a la mayoría les preocupa más tener arrugas o el rostro fácido que sus manchas o el estado general de la piel. Y eso me da pena porque se ha demostrado que lo que más influye en la percepción de la belleza e incluso de la juventud tiene que ver con la calidad de la piel y no con que tengamos arrugas o el rostro flácido. Cuando alguien nos parece viejo no es por las arrugas o la flacidez que tenga en la cara. Por eso lo que aconsejo a las pacientes que quieren ponerse bótox para corregir arrugas es que antes empiecen por las manchas y por aportar luminosidad a la piel con tratamientos con láser, con peeling o con una buena rutina cosmética porque tener una piel luminosa y bonita tendrá un impacto en la belleza y en la percepción de la juventud mucho mayor que si se quitan las arrugas con bótox.

Pero es difícil quitar las manchas...

No, depende del tipo de manchas. Los léntigos son manchitas tipo peca que salen en el rostro y que se parecen a esas otras que aparecen en las manos y en el escote. Esas son muy fáciles de tratar y cuando uso con ellas el láser desaparecen como si estuviera usando una goma de borrar. De hecho un tratamiento de luz pulsada con láser es lo primero que me haría si quiero invertir dinero en aumentar la belleza del rostro.

Pero también existen otras manchas que son difíciles. El famoso melasma , que solo sale a las mujeres o el paño o cloasma que suele salir con los embarazos. Este tipo de manchas son la espada de Damocles de los dermatólogos porque resultan difíciles de quitar y exigen además realizar varios tratamientos simultáneos (peeling, láser, cosméticos...). Nos hace sacar todo el armamento terapéutico y aún así no se logran quitar del todo porque siempre queda algo. Eso sí, merece la pena porque pueden mejorar muchísimo.

Sobre la autora

Ana Molina es médico especialista en dermatología, tricología y estética. Ejerce como dermatóloga en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid) desde hace más de doce años y es profesora de Dermatología en la Universidad Autónoma de Madrid. En la actualidad también se dedica a la divulgación científica y a la comunicación en redes sociales ( @dr.anamolina ), como conferenciante, en los medios de comunicación y a través del podcast 'De piel a cabeza', junto a su hermana, la psiquiatra y neurocientífica Rosa Molina ( @dr.rosamolina ).

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