Nutrición
¿Es malo para la salud comerse la piel de los embutidos?
La diferencia radica en si consumimos un embutido con piel artificial o de origen natural
La situación es común: mientras uno se come la pequeña piel que envuelve la rodaja de embutido , otro lo mira con cierto reparo. Y es que, si el mundo se divide entre aquellos de tortilla con cebolla o sin ella, o los que piensan que la pizza con piña es una aberración, o al contrario, un manjar, también está el grupo de los que le quitan metódicamente la piel al embutido o no.
Los que prefieren retirarla alegan que no es bueno ingerirla, mientras los otros afirman que no ocurre nada, pero ¿realmente es dañina? ¿O por el contrario es inocua ?
Lo primero que debemos saber, tal como explica Miguel López Moreno, investigador en el CIAL y dietista-nutricionista en TrainingBoutique , es que no todos los envoltorios son iguales : por un lado encontramos la tripa natural en la que se utilizan diferentes partes del intestino del animal, y por otro la envoltura artificial que se elabora utilizando celulosa, colágeno o de un material de origen plástico autorizado.
Tradicional vs artificial
«Teniendo en cuenta el origen, el embutido con tripa natural tiene un valor superior al que utiliza una envoltura artificial », apunta el investigador, que añade que, cuando la envoltura no es comestible, es obligatorio que venga indicado en el etiquetado. «De forma genérica, si la tripa es de tipo natural podría consumirse sin ningún perjuicio y en el caso de que la envoltura sea artificial sería más adecuado desecharla», resume.
En el caso de que fuera una piel natural y la tomáramos, comenta el experto que «sí tiene un aporte de proteínas y grasas », pero que «teniendo en cuenta el grosor de la tripa y la cantidad en la que la tomaríamos, este aporte es insignificante».
Laura Llorente García, dietista-nutricionista del Centro Aleris , explica las diferencias específicas que hay entre cada tipo de piel de embutido. En primer lugar habla de las tripas tradicionales o naturales , que son aquellas que provienen de los intestinos de los diversos animales. «Hemos de destacar que se someten a un tratamiento de limpieza y de estabilización microbiológica para que no haya ningún problema en el procesado de los embutidos», asevera.
«Si la tripa es natural podría consumirse; en caso de que la envoltura sea artificial sería más adecuado desecharla»
Por otro lado, encontramos las tripas artificiales , entre las que la nutricionista destaca tres tipos: por un lado la de colágeno , muy homogénea, ya que se consigue de las pieles de las vacas sometidas a gran cantidad de tratamientos hasta obtener el envoltorio final; la de celulosa , que no se come y se utiliza principalmente en salchichas que posteriormente se pelan en una peladora; y la de plástico , utilizada en embutidos de gran calibre, como mortadelas y la más resistente de las. «No se aconseja el consumo de ninguna», advierte la profesional.
¿Podemos consumir la corteza del queso?
El caso de la piel del embutido se puede extrapolar al queso y su corteza. Resulta un caso similar, ya que también encontramos cortezas artificiales y naturales . En el caso de las primeras, el investigador del CIAL comenta que se elaboran utilizando ceras, materiales plásticos autorizados o parafinas. «Es el caso del queso de tipo bola que tiene esa corteza rojiza característica o el queso semicurado que tiene una corteza de color negro brillante», apunta el experto y advierte que «en este tipo de queso lo recomendable seria desechar dicha corteza».
En el caso de las cortezas naturales, que se forman como parte del proceso natural del alimento, encontramos distintos casos. Por un lado encontramos la c orteza natural fresca con mohos , como es el caso de quesos como el brie o el rulo de cabra. «Normalmente estos quesos se consumen con la corteza ya que los mohos de la superficie le aportan un sabor característico», explica la nutricionista del centro Aleris.
También encontramos los quesos con corteza natural seca con mohos . En este grupo se englobaría el tradicional queso manchego, en cuya superficie crecen mohos de forma espontánea durante el proceso de maduración. «Esta corteza no resulta muy agradable en su consumo», apunta la profesional. Es el mismo caso para los quesos de corteza natural seca sin mohos.
Por último, Laura Llorente García habla de los queso de corteza bañada . «Estos quesos se cubren con agua, cerveza, salmueras… y luego se cultivan bacterias. Al igual que los anteriores grupos resultan cortezas muy olorosas y grasas, por lo que no se suelen consumir», explica.
En ambos casos, el del queso y el embutido, la conclusión es similar: siempre que sea de origen natural podemos consumirlo, pero aquí entran en juego los gustos, esos que hacen que unos no conciban el embutido sin su piel y otros la retiren sin falta.
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