Nutrición

Esto explica por qué te gusta más el dulce que el salado

¿Una cuestión educacional o cultural; física o incluso hormonal? Repasamos las teorías en torno a las preferencias de alimentos relacionadas con los sentidos del gusto y del olfato

Si consumes alimentos dulces, mejor que sean naturales
Niklas Gustafson

Niklas Gustafson

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El mundo de los caprichos alimenticios está dividido en dos grandes bandos: los amantes del dulce y los que prefieren lo salado . Sí, ya sabemos que el libro de los gustos está en blanco, pero cuando hablamos de nutrición casi nada es casual, ¿por qué preferimos una cosa sobre la otra? Y, aunque disfrutemos de ambas, ¿por qué sentimos que el cuerpo nos pide un cierto tipo de alimento en un determinado momento? Algunos estudios apuntan a que se trata de un tema de educación , de una preferencia por los sabores que predominan en nuestra infancia, donde buena parte de nuestro mundo alimenticio es dulce, empezando por la leche materna, en la que predomina este sabor. Esto explicaría también las diferencias culturales entre unos países y otros: hay culturas que introducen antes la carne y otras que priorizan las frutas. Por ejemplo, ¿qué nos daban como premio cuando nos portábamos bien?, ¿tal vez gominolas o quizá snacks salados?

Otros apuntan a que es más bien una cuestión física , ya que algunas personas tienen un mayor número de las papilas gustativas que detectan el dulce y otros el salado o el amargo. Y ahí entra también la genética: el estudio ' Genetics of Eating Behavior: Established and Emerging Concepts ', que investigaba el papel de la genética y los cinco perfiles del gusto: dulce , amargo , salado , ácido y umami , logró identificar los genes que influyen en estas preferencias, así que incluso podría ser un tema hereditario. Aquí entra en juego también la flora intestina l: si está acostumbrada a una dieta dulce, eso es lo que nos pedirá, pero si la educas reduciendo los niveles de azúcar (o de almidón, o de cualquier otro componente perjudicial), cambiará y empezará a pedirnos menos de esos alimentos.

Y seguramente lo que más hemos oído es que es una cuestión de hormonas , especialmente de aquellas que indican hambre o saciedad y que son quienes pueden provocarnos antojos por una u otra comida. Aquí el componente psicológico también es importante: una onza de chocolate después de cenar o un aperitivo en una terraza al sol. Muchas veces es más el ‘placer’ de la situación que la ingestión del alimento en sí. Aquí es nuestro hábito y no nuestro cuerpo quien demanda ese gusto.

¿Es necesario consumir azúcar? ¿Y sal?

Como vemos, hay muchas razones, pero ninguna única y absoluta para que nos guste más un tipo de alimento que otro. Pero tengamos esto en cuenta: aunque el cuerpo necesita glucosa, podemos fabricarla a partir de proteínas e incluso de grasas , así que no es necesario ni recomendable ingerir azúcares, especialmente los refinados, que acarrean además otros problemas, como por ejemplo la adicción que nos provocan. Por el contrario la sal, también necesaria para el cuerpo, sí que debe ser ingerida ya que los minerales esenciales que contiene no pueden ser producidos por el cuerpo. Además, es prácticamente imposible envenenarse con sal, ya que el cuerpo la autorregula ingiriendo más líquido.

Así, al final todo se reduce a la vieja dicotomía entre azúcares y grasas (unas dulces y las otras saladas), unas de combustión rápida y otras lenta. Pero sea cual sea nuestra preferencia seamos fuertes, no nos dejemos engañar por nuestro cerebro y busquemos esas recompensas que nos da nuestro cuerpo en forma de serotonina con alimentos dulces o salados naturalmente, como un buen queso o un trozo de sandía.

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