Juan Guerra

Juez Ángel Márquez: «Me di cuenta de que el Caso Juan Guerra era muy gordo»

El magistrado rememora lo ocurrido; las amenazas, la querellas o que le investigaran sólo por una sonrisa. «Lo pasé mal», afirma

El juez Ángel Márquez Abc

Mercedes Benítez

Tenía 35 años cuando le llegó el caso. Era un desconocido juez que trabajaba en el mismo despacho que habían ocupado cuatro miembros de su familia y que heredaría Mercedes Alaya . Ahí estaba cuando, durante otra investigación, intervinieron unas conversaciones en las que se hablaba de entregas de dinero y, por reparto, el caso cayó en sus manos junto a las querellas de IU y PA.

Y Márquez, tímido y amable y cuyas investigaciones hicieron dimitir a todo un vicepresidente del Gobierno, se ponía a ello. Serían años de investigación, de trabajo incansable y de salir a diario en las fotos. « Me miraban por la calle . Donde iba me señalaban», explica el ahora presidente de la Sección Tercera de la Audiencia.

Tuvo que quitarle horas a los suyos, sobre todo a sus hijos pequeños. Y hubo momentos duros. Fue amenazado. Por ETA y por unos presos del Puerto de Santa María. Le pusieron alguna vigilancia pero no guardaespaldas. «Me agachaba antes de montarme en el coche y mi mujer me traía al juzgado», rememora. También recuerda cuando entraron en su despacho. El magistrado fue consciente de la trascendencia del caso. «Me di cuenta desde el principio de que era muy gordo» , admite. La investigación fue difícil.Sin medios. No tenía ni aire acondicionado pese a que trabajaba por las tardes.

Miles de folios

Manejó miles de folios. Sin Internet.«Llegué a saberme el sumario de memoria», explica. Treinta años después aún recuerda el día que dimitió el vicepresidente del Gobierno. «Pensé: ha dimitido por el caso Juan Guerra» . Dos periodistas se presentaron en su casa.

¿Recibió presiones? Según Márquez, «todo era muy raro». Llegaron a pedirle explicaciones por una sonrisa. «Me pidieron explicaciones porque dos periodistas dijeron que me había reído», dice el juez, que tuvo que informar por qué razón se había reído. También echó de menos más apoyos. «Me dejaron solo, no tuve la cercanía de un fiscal en el juzgado como en otros casos» , dice en referencia a que no existían los fiscales anticorrupción.

Por contra, recuerda el gran trabajo de la Policía y del personal del juzgado que no escatimaba horas. También hubo dificultades procesales. P orque no existía la figura del imputado . Al tomar declaración a Guerra cogieron un impreso de testigos y las defensas pidieron la nulidad e incluso se querellaron. «Lo pasé mal con aquella querella», dice.

Es consciente de que con la investigación «se pararon muchas cosas». «Fue un toque de atención y una advertencia de que nadie está libre de responsabilidad», dice. Márquez, que a punto estuvo de llamar a Alfonso Guerra, aclara: «Hice mi trabajo». Hasta el final.

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