La graílla

Esclavos de sus silencios

Andan leyéndole los ojos al mono que se tapa la boca a ver si con la mirada cuenta lo que no quiso decir con la papeleta

El PP duplica sus votos en Córdoba capital hasta superar los 72.000

¿Qué votó cada provincia en las últimas elecciones autonómicas en Andalucía?

Una cabina para preparar el voto en Córdoba EFE
Luis Miranda

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HAY casi 235.000 cordobeses que calladitos no estaban más guapos. Al 37,49 por ciento de todos los que podían haber hablado en las urnas no les han dejado callarse los que a las once de la noche, cuando los números cantaban, se entretenían en analizar a base de subordinadas condicionales. Si hubieran votado. Si se hubiera movilizado nuestro electorado. La experiencia dice que uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios, pero a los que se abstuvieron de votar el domingo pasado les ha caído la pena de la atribución de lo que no han dicho. Son también siervos de lo que han querido callarse. El dibujante de alguna historieta los ha pintado caminando con la boca cerrada y ha puesto un bocadillo con círculos discontinuos, que significan lo que uno piensa sin decirlo, y ahora hay quien se entretiene en poner lo que cree que se les pasa por la cabeza.

Una de las pegas de estudiar una carrera de letras es que abundaban los que de tanto rebuscar en las palabras a la caza de metáforas y de sentidos intrínsecos tendían a hacer de psicólogos diletantes para buscar en los demás motivaciones que les pasaban ocultas a sus protagonistas. Eso te pasa porque en realidad lo que tú necesitas, lo que tú sientes, lo que tú quieres. Un compañero de aquellos años lo definía como tener mentalidad de comentarista de texto, y tal vez alguno y alguna se quedó atrapado en el pavo de los ventipoquísimos y ahora anda leyéndole los ojos al mono de la escultura que se tapa la boca para ver si con la mirada cuenta lo que no quiso decir con la papeleta en la urna.

Como el Chavo del Ocho se llevaba un huevo porque la gallina no le había dicho que sí pero tampoco que no, ciertos analistas y algún que otro candidato de esta izquierda que quiere gobernar sin ponerse de acuerdo ni siquiera con sus primos hermanos se han apropiado del voto de los que se han abstenido y hasta han hecho tartas para demostrar que la mayoría absoluta del PP no es nada comparado con los que iban a votarles a ellos pero apuraron la Noche Blanca del Flamenco (la voz del pueblo y tal) hasta la madrugada y no despertaron hasta que era demasiado tarde para quitarse el dolor de cabeza y andar hacia el colegio electoral .

El berrinche de ver que las urnas no habían dicho lo que ellos recomendaba se evaporará, pero los que no quisieron votar el domingo pasado y estos días lean las historias de atribuciones, desmovilizaciones y antipolítica tampoco estarán demasiado motivados para coger la próxima vez la papeleta de los que les quieren leer el pensamiento y se han metido en la intimidad de su silencio. A estos últimos les puede durar bastante el tabardillo si se dan cuenta de que si eran de izquierda pata negra y no fueron a votar para frenar a la extrema derecha quizá era porque no les gustaba ni el dibujo del cartel electoral .

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