Procesiones
Francisco Robles: «Para el friki de la sillita de los chinos, la Semana Santa es una cabalgata»
El escritor y articulista de ABC traerá a Córdoba sus «Frikis de capirote», que continúan el espíritu de sus míticos «tontos»
Francisco Robles acaba de publicar «Frikis de capirote» , junto al rescate de su mítico «Tontos de capirote» , en la editorial El Paseo , en el que da cuenta de una evolución de la fiesta marcada por la aparición de las redes sociales . La nueva obra se presentará este miércoles 11 de marzo en Bodegas Campos , a partir de las 20.00 horas , en un acto organizado por ABC .
¿Por qué ha tardado más de veinte años en publicar la continuación?
Porque no quería encasillarme en ser un escritor sobre la Semana Santa y exprimir un limón que era muy ácido pero que si se exprimía mucho se podía convertir en algo pesado y «jartible».
Mantiene que el teléfono móvil ha convertido al tonto en friki de capirote. ¿La diferencia entre ambos es que el primero disfrutaba en la intimidad de la Semana Santa y el segundo lo proclama en Instagram?
La Semana Santa es un reflejo de la sociedad de cada momento y por eso pervive. Vivimos en una sociedad mucho más exhibicionista que la de finales del siglo pasado. La gente se exhibe en internet, donde muestra cosas que antes no enseñaba ni a los amigos. Por ejemplo, su domicilio, su casa, sus aficiones, lo que come...
¿El friki del «selfie» es quizás el caso más extremo?
Es uno de los más extremos y el más exhibicionista. En la Semana Santa la mayoría de los protagonistas van tapados. El nazareno, el costalero… los rostros se ocultan para que resplandezca la fiesta. El friki es justo lo contrario. No solo va a cara descubierta, sino que se hace una foto y se erige en el protagonista. Porque no hace una foto de la fiesta sino que se hace la foto de sí mismo y la fiesta es el escenario.
¿Otro friki extremo puede ser el de la sillita de los chinos?
Ese friki encarna la nueva manera de ver y vivir la Semana Santa, que ha pasado de ser una devoción a una afición.
Usted mantiene que para este friki la Semana Santa tiene más de cabalgata que de procesión.
Para el friki de la sillita de los chinos la Semana Santa es una cabalgata, en la que está atento a los aspectos externos de la fiesta: la música, el espectáculo, las chicotás de diseño, la coreografía cofradiera… y a la vez está con la radio como el que está escuchando Carrusel Deportivo, en este caso carrusel cofradiero. Todo eso conforma una forma de mirar que tiene más que ver con la afición, con el espectáculo que con una fiesta en la que se conjuga lo íntimo con lo exterior, que ha sido siempre la Semana Santa.
¿Las redes sociales han terminado de espectacularizar esta fiesta?
Las redes sociales están fagocitando la Semana Santa. De hecho, en una fotografía de hace veinticinco años ves a los tontos de capirote viendo la cofradía y hay unos cuantos que hacen fotos. Ves una de ahora y están casi todos haciendo fotos con el móvil y hay unos cuantos que están viendo la fiesta. Se han invertido los términos.
En uno de los capítulos finales retrata a unos padres que van a comprar una talla de una Virgen para que la vistan sus hijos. Como diría Paco Gandía, ¿eso es verídico?
Eso es real. Hay padres que van a determinados comercios sevillanos a comprarles a los niños «vírgenes de 70», que ese es su nombre, que los niños van a utilizar para vestirlas, ponerle su coronita, ponerlas en besamanos…
¿Y dónde queda la devoción?
Queda en una parte que, afortunadamente y por ahora, sigue siendo sustancial, que vive la Semana Santa con sus sentimientos, cada uno de forma libre, relacionados con la fe, la religiosidad, las costumbres, con la familia, la memoria propia y colectiva, los amigos… Pero al lado de eso y en muchos casos por encima de eso están el ocio, la afición, el espectáculo, matar el tiempo, la exhibición… Ahora esos mundos están en paralelo, pero la tendencia es que el mundo de la afición supere al mundo de la devoción.
Junto a estos frikis recupera «Tontos de capirote», ¿cómo lo ve más de dos décadas después?
Lo que me dicen es que siguen vigentes. El tonto de capirote ha cristalizado en el rancio, que vive la ciudad, sus ritos, sus tiempos... Es elegante, discreto y se ríe de sí mismo por lo bajini. El friki es distinto. Es un exhibicionista, le gusta el ruido, la cámara, presumir...
Noticias relacionadas