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La nueva camada de los Kennedy
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la cuarta generación

La nueva camada de los Kennedy

22.11.13 - 06:24 -
La nueva camada de los Kennedy
Barack Obama saluda a John 'Jack' Schlossberg. / Jonathan Ernst (Reuters)

Cuando Patrick J. Kennedy abandonó en enero 2011 su escaño de congresista por el primer distrito de Rhode Island, se dio una situación inédita en el Capitolio en 65 años: ningún Kennedy ocupaba un asiento ni en la Cámara de Representantes ni en el Senado. Habría que remontarse hasta 1946 para toparse con un hecho semejante. Aquel año, John F. Kennedy abría las puertas de la alta política para el clan al reemplazar a James Michael Curley como representante de un distrito seguro para los demócratas. Desde entonces, únicamente cuando JFK fue elegido presidente de Estados Unidos en 1960, quedó huérfana la rama legislativa de miembros del clan. Fueron apenas dos años y casi no merece la pena ni contarlos, pues lo único que ocurrió en ese breve periodo es que un amigo de la familia calentó la silla sobre la que otrora se sentase el mandatario hasta que el cuarto de los hijos varones de Joseph P. Kennedy, Edward, alcanzase la edad mínima requerida para poder postularse. Cumplido el trámite, se apartó dócilmente para que quien habría de ser conocido con el paso de las décadas como el 'león del Senado' tomase el bastón de mando. Un año después del asesinato de JFK, otro hermano, Robert, el encargado de recoger la antorcha, dejaba el despacho que había ocupado como fiscal general con su hermano y entraba en otro del Senado para defender los intereses de Nueva York y, de paso, preparar su propia carrera hacia la Casa Blanca, truncada de igual forma por las balas.

Con el correr de los años, habría otros Kennedy que se labrarían su propia carrera política. El hijo mayor de Bobby, Joseph Patrick II, también se desempeñaría como congresista mientras otros de sus hermanos alimentaban la 'maldición de los Kennedy'. Mary Kerry, la séptima de los hijos que Robert tuvo con Ethel Skakel, se casaría con Andrew Cuomo, quien actualmente ocupa el cargo de gobernador de Nueva York. Lo mismo haría una de las hijas de Eunice Kennedy y Sargent Shriver, Maria, con quien tendría idéntico puesto en California, si bien por el Partido Republicano, el actor Arnold Schwarzenegger.

Y aunque jamás dio el paso definitivo, todas las miradas estuvieron puestas en aquel joven que conmovió al mundo saludando marcialmente al paso del féretro que transportaba los restos mortales de su padre, hasta que la tragedia volvió a cebarse con él. John John también fue víctima de la leyenda negra que parece perseguir a la familia al estrellarse la avioneta que conducía mientras acudía a la boda de una de sus primas. Lo que no hizo su hermano, lo intentó Caroline, al postularse para relevar a Hillary Clinton en el cargo de senadora por Nueva York, el mismo que ostentó su tío Bobby. Pero fracasó estrepitosamente al ser incapaz de responder satisfactoriamente a las preguntas de la periodista Katie Couric. Obama no olvidó su apoyo y trató de colocarla primero en el Vaticano y, esta vez sí de forma exitosa, en Japón.

Los mandamientos del patriarca

Pero los mandamientos del patriarca del clan, Joseph P. Kennedy no han sido olvidados, transmitidos de generación en generación. Así, en noviembre de 2012, mientras Obama celebraba su reelección como presidente de Estados Unidos, un integrante de la cuarta generación, Joe Kennedy III, también conocido como 'el lechero' por su pasión por esta bebida, tan opuesta a aquella otra que destrozó las esperanzas presidenciales de su tío abuelo Edward, el alcohol, recibía los parabienes tras lograr la victoria en las elecciones a la Cámara de Representantes. El rubicundo joven ingresaba en el Capitolio y desde entonces todos los sueños de quienes defienden los derechos presidenciales de la dinastía están depositados en él.

Pero el nieto de Robert no es ni mucho menos el único que tiene apuntados los focos sobre su cabeza. Es la situación que vivió hace unos meses otro de los nietos de Bobby y Ethel, testigo viviente esta última de todos los avatares que ha sufrido el clan a sus 85 años. Claro que lo de Conor no tiene nada que ver con lo de su primo. Lo que a él le situó en primera línea fue su romance, según algunas fuentes alimentado con ardor por su abuela, con la estrella del country Taylor Swift. El joven fue uno más en la larga lista de novios de la intérprete de 'Love story'. Los medios se volvieron locos con la posibilidad de que esa nueva 'novia de América' ingresase en la única familia real que ha conocido la república. Pero la presión fue demasiado fuerte para Conor, golpeado también meses atrás por el suicidio de su madre, Mary Richardson. O tal vez el resto de la familia no fuese tan entusiasta con la relación como aparentemente se había mostrado en alguna ocasión Ethel. Taylor y Conor acabaron rompiendo y desde entonces la presión de los 'paparazzi' sobre el joven se ha visto aliviada.

La nueva estrella

Claro que la prensa siempre está ávida de estrellas ascendentes dentro del clan. Y parece que la visita del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al cementerio nacional de Arlington, donde arde la llama eterna en recuerdo del mandatario más llorado del siglo XX, ha alumbrado una nueva. Se trata de John 'Jack' Schlossberg, uno de los tres hijos de Caroline.

Nieto, por tanto, del trigésimo quinto presidente de Estados Unidos, comparte con éste tanto su nombre como su apodo familiar, Jack. También su fotogenia. De sus dotes políticas, ni rastro por el momento. Pero el tiempo dirá si también en esto hay alguna similitud. Por el momento, el joven, de 20 años, cuenta en su bagaje con estudios cursados en la prestigiosa Universidad de Yale. El patriarca hizo de otro centro de la 'Ivy League', Harvard, el feudo de sus hijos, y del servicio público una exigencia para todos los varones. John 'Jack' Schlossberg prefiere desenvolverse en el ámbito sanitario. Pero puede que un día sienta la llamada del clan.

Sea así o no, goza ya de sus minutos de fama, después de representar a su madre, ausente debido a sus obligaciones como embajadora en Japón, en un acto en el que sí pudo ofrecer su hombro a Ethel, quien remontó las escaleras que conducen a la tumba de JFK con la ayuda de otros dos inquilinos del Despacho Oval que acudieron a rendir homenaje a quien le señaló el camino a uno y se lo despejó a otro. Bill Clinton, quien durante la campaña que le llevó a la Casa Blanca publicitó convenientemente la foto en la que saludaba con cara de satisfacción al primer presidente católico de EE UU, y Barack Obama, el hombre que hizo buena la predicción de Robert Kennedy sobre la llegada como principal inquilino de un afroamericano al 1600 de Pensylvania Avenue, tuvieron también la ocasión de contemplar al nuevo arquero de la familia. Puede que el apretón de manos de Obama represente para él algo parecido a lo que en su día supuso el de JFK para Clinton. Quien sabe si un día será también el lancero encargado de recoger la antorcha.

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