Las tres balas que descerrajaron la vida de John Fitzgerald Kennedy aquella mañana de otoño truncaron una prometedora presidencia, pero también alimentaron un mito de trascendió más allá de las paredes del Despacho Oval. La sobrecogedora ejecución del primer presidente católico de la historia de Estados Unidos accedió por derecho propio al campo de la cultura popular. Si históricamente las figuras que vivían un desenlace dramático se convertían en mártires, en esta ocasión, ante la mirada de millones de televidentes y en pleno despliegue de la cultura de masas, las repercusiones serían incalculables. Poco importaban ya los desatinos de su gestión o su agitada vida personal. Liquidado el estadista había nacido una leyenda.
El magnicidio de la plaza Dealey reunía todos los ingredientes necesarios para la construcción un relato fascinante que la ávida industria del cine no iba a desaprovechar. Su presunto verdugo, Lee Harvey Oswald, un oscuro ciudadano con simpatías hacia el enemigo marxista, sería asesinado a manos de Jack Ruby, mafioso de poca monta, antes de poder ser juzgado. Por si fuera poco, la comisión constituida para dilucidar la secuencia del crimen, concluyó que Oswald actuó como 'lobo solitario'. La ambigüedad de las investigaciones ordenadas por el presidente Lyndon B. Johnson, cuyas conclusiones perduran aún hoy como versión oficial, dieron lugar a infinidad de suspicacias que alimentaron la teoría de la conspiración más célebre de la historia. Una crónica alternativa que el celuloide ha inmortalizado en varias ocasiones.
Caso abierto
La última de ellas es 'JFK: Caso Abierto', estrenada en 1991 y que lleva la firma de Oliver Stone. El realizador neoyorquino no pareció preocupado de granjearse aún más antipatías en Washington al utilizar toda la maquinaria de Hollywood para trasladar a la gran pantalla la muerte de Kennedy. Kevin Costner, en la cima de su carrera, encarnó a Jim Garrison, el fiscal que presentó cargos contra Clay Shaw –interpretado por Tommy Lee Jones-, un turbio empresario de Nueva Orleans, por su supuesta implicación en una conspiración para asesinar al presidente. Stone, que se inspiró en una obra escrita por el propio Garrison, evidencia en el filme algunas de las lagunas de la comisión Warren, entre otras la controvertida teoría de la 'bala mágica', y dibuja una oscura trama en la que Oswald es un mero cabeza de turco. La producción del largo fue torpedeada insistentemente desde algunos sectores de la prensa próximos a la Casa Blanca, lo que no impidió que recaudara más de 200 millones de dólares y se alzara con dos premios Oscar, al mejor montaje y fotografía.
Pese a ser una de las más celebradas, 'JFK' no es ni mucho menos la única interpretación que el séptimo arte realiza de los dramáticos hechos de 1963. Apenas una década después del suceso, el aclamado Dalton Trumbo firmó junto a Mark Lane y Donald Freed el guión de ‘Acción Ejecutiva’. Con la dirección de David Miller y dos gigantes de la escena como Burt Lancaster y Robert Ryan, insinúa una tesis aún más audaz que la de Stone. En esta ocasión, el complot establece unos lazos todavía más estrechos con el poder. El plan de los conspiradores pretende evitar la instauración de lo que conciben como una dinastía que comenzaría por John y se perpetuaría en la figura de sus hermanos, Robert, entonces Fiscal General, y Edward. La osadía de sus artífices, que tardaron años en reunir el dinero necesario para rodar la película, fue demasiado lejos. Tras unos días de proyección, la cinta fue retirada de las salas y tardó años de volver a ver la luz, ya restringida al circuito de los videoclubs.
Son dos dos de las más conocidas y controvertidas adaptaciones de la versión no oficial de la muerte de Kennedy, pero no las únicas. En 1984 se estrenó ‘Flashpoint’, que revive los prolegómenos de aquel 22 de noviembre con el pretexto de resolver el misterio de un cadáver hallado en un vehículo abandonado durante veinte años. La tesis de la autoría señala una vez más hacia Washington.
¿'Lobo solitario'?
En otras ocasiones la acción discurre en otro lugar e incluso se cambian los nombres de los protagonistas, pero las implicaciones se mantienen. Es el caso de 'El último testigo', dirigida en 1974 por Alan J. Pakula como parte de una trilogía política -completada con 'Klute' y 'Todos los hombres del presidente'-, o 'Muertes de invierno', de 1979. Esta última, con un elenco de lujo encabezado por John Huston, ironiza sobre la delgada línea que existe entre la versión de las instituciones y las plausibles teorías alternativas.
Una de las claves de toda conspiración reside en el planteamiento de hipótesis que adivinen una realidad paralela en la que el hecho traumático no tuviera lugar. El género por excelencia de estos 'what if' -'y si…'-, la ciencia-ficción, ha recurrido con frecuencia al mito de Kennedy para construir sus relatos. Si en un episodio de la veterana 'Dimensión Desconocida' descubríamos una realidad paralela en la que el ejecutado era Nikita Kruschev, por entonces líder del bloque soviético, pocos años después sorprendíamos al auténtico magnicida, el mítico 'fumador', el personaje más enigmático de 'Expediente X'. Tampoco 'Doctor Who' o 'El enano rojo' pudieron contenerse y regresaron a las calles de Dallas como parte de una enrevesada paradoja temporal.
La tesis del asesino único, defendida en su día sin aparentes fisuras por la comisión Warren, ha recibido la contestación casi unánime desde diversas instancias. Algunos como Jim Garrison o los intrépidos miembros de la Cámara de los Representantes que, en 1979, pronunciaron sin miedo la palabra 'conspiración' se atrevieron a cuestionar desde las propias instituciones la versión oficial. El cine ha contribuido con mayor o menor acierto a mantener vivo el espíritu crítico en torno a uno de los acontecimientos que marcaron el siglo XX. La presión ejercida por una industria de una enorme influencia social alcanza rincones que otros siquiera adivinaron. El estreno de 'JFK' en 1991 motivó la reactivación de las investigaciones con la búsqueda de nuevos testigos y el hallazgo de documentos inéditos que verán la luz en 2017.