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«Mi vida se paró a las 7.39»
Actualizado: 13:47

Diez Años del 11-M

Ángeles Pedraza: «Mi vida se paró a las 7.39»

«Parezco la Dama de Hierro. Pero he debido aprender a ser fuerte. No hay otra», asegura la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo

10.03.14 - 13:47 -
Ángeles Pedraza: «Mi vida se paró a las 7.39»
Ángeles Pedraza, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. / Marta Jara

Ángeles Pedraza (Montilla, Córdoba, 1957) se esmera en sacudirse de encima esa especie de coraza de distanciamiento y frialdad que parece surgir en su esfera pública, su imagen más reconocible. «Parezco la Dama de Hierro. Pero he debido aprender a ser fuerte. No hay otra», dice. Sin embargo, no es así. A poco que se rasque, tras esa imagen de gestora implacable asoma una mujer cordobesa, otra madre divorciada, que hace diez años perdió un tesoro: Miryam, 25 años, recién casada. Y podrían haber sido dos si su chico, que debería haber viajado en el mismo tren que su hermana, no se hubiera quedado dormido aquella mañana de marzo.

«Desde aquel día vivo otra vida. La que tenía ya no existe. Se paró a las 7.39 del 11 de marzo. ¿Cómo me tratan los demás? Ya no se habla del 11-M. Algunos ni se acuerdan. Otros, si pueden, aprovechan para hacerme daño. En familia, basta con mirarnos: todos sufrimos, cada uno con una intensidad. Los amigos son quienes me dan más fuerza. Luego hay quienes creen que no sufro, que ni preguntan... y lo echo de menos», cuenta.

Su hija Miryam, dice, está presente en «cada minuto» de su existencia, es una presencia constante, aceptada, ritual y rutinaria. «Aunque no la vea... siento su piel, recuerdo perfectamente su tacto. Me gusta. Me gusta percibir que está siempre a mi lado...», susurra. En su hija había puesto Ángeles Pedraza Portero sus esperanzas de recuperar, como abuela, tanto tiempo perdido en ese sinvivir de tantas mujeres como ella, trabajadoras, cuarentonas, divorciadas, que tuvieron que existir a la carrera, siempre sin aliento, hurtándole una caricia a la vida para meter una hora más en el trabajo. «Pero está mi hijo», suspira esperanzada. «Ya que me quitaron el derecho a tener un nieto de mi hija, me encantaría ahora tener otra Miryam. A ver si mi hijo se decide a hacerme abuela. ¡Para disfrutar, por la alegría de criar a una persona sin el deber de tener que educarla!», sonríe, sintiéndose ya una de esas yayas que malcrían y toleran...

«No es dañino el recuerdo. No. Me alegra. A las doce y un minuto del día 21 de agosto, todos los años, corro a felicitar a Miryam por su cumpleaños. Y hablo con ella. Y hago las mismas cosas que hacíamos juntas... ¿Qué he descubierto? Que hay que decir a las personas que las queremos. Que decirlo no es un drama. Hoy intento ser mejor persona. Creo que es lo único que merece la pena. Por eso me gusta el contacto con la gente: quisiera que no me vieran como a una presidenta sino como una madre a la que han asesinado una hija», repite.

La próxima semana, por décima vez consecutiva, Ángeles Pedraza iniciará de nuevo el recorrido de cada marzo. «No es un viaje doloroso. Lo vas asimilando. El dolor es peor quince días antes, cuando le das vueltas a lo que sucedió. Aunque muchos se hayan olvidado de lo que ocurrió, de que hubo 191 muertos y miles de heridos, yo sigo sin entenderlo. Esos días me veo muy sola», admite. «Tirando del carro en el Universo».


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