La entrada de Pedro Pacheco en Puerto III ha sido como la de cualquier otro preso. Su ingreso y cacheo ha sido el habitual, ningún privilegio, al menos hasta ese momento. A partir de ahí, una vez que entró ayer en el módulo de ingresos comió y se entrevistó con el equipo técnico compuesto por un psicólogo, un trabajador social y un educador, que no detectaron ningún comportamiento fuera de lo normal en el exalcalde jerezano, por lo que se decidió directamente que pasara al módulo 12.
Este es uno de los llamados módulos de respeto de Puerto III, donde se concentran presos con buen comportamiento, poco problemáticos y que organizan su día a día en torno a grupos de trabajo. El trato en ese sentido e s similar al que recibieron Carlos Carretero y Francisco Casto, condenados por su participación en la Operación Karlos, famosa por la implicación de la mujer del torero Jesulín de Ubrique, María José Campanario, y su madre.
Eso sí, la mejor prueba de que Pacheco no es un preso cualquier es que desde que ha entrado el resto de presos ya le llaman «Don Pacheco». Y otra diferencia clara: entre las pertenencias confiscadas a Pedro Pacheco a su entrada en prisión no se han encontrado ningún elemento sospechoso ni lesivo, tampoco sustancias prohibidas, pero sí un Rólex.
Sin duda un peligro dentro de una cárcel en la que se va a encontrar con un ambiente social que no es el que ha frecuentado en los últimos años y en el que llevar un reloj de lujo no es lo habitual.