Griñán hace doblete en Córdoba y Sevilla en el cierre de campaña con dos mítines «en toda regla», según su propias palabras. Es decir, banderas verdiblancas y un público entregado jaleando e interrumpiendo con ovaciones y coreando estribillos («Se nota, se siente, Griñán presidente»). Hasta el punto de que Griñán pidió en alguna ocasión que le dejaran terminar. Más de 3.500 personas en Córdoba y otras tantas en Sevilla. Los de anoche fueron los primeros y últimos grandes mítines de la campaña. También por primera vez el candidato, que ha preferido encuentros sectoriales y mítines exprés en las plazas, estuvo arropado por el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y Felipe González, el verdadero reclamo de la militancia, el «santo a pasear», como él dijo de sí mismo ironizando las críticas del PP. Todos coincidieron en el mismo mensaje, el de pedir el voto mañana para evitar que el PP haga «un ajuste de cuentas» al estado del bienestar que los socialistas han ido construyendo durante los últimos 30 años con la excusa de la crisis. El miedo a la derecha y las menciones a otros tiempos, los de antes de la democracia, fue el hilo conductor de los últimos mensajes del PSOE cara al 25M.
Los tres veteranos políticos fueron precedidos por dos mujeres, Araceli Carrillo en Córdoba, y Susana Díaz en Sevilla, justo el día que se cumplen cinco años de la aprobación de la Ley de Igualdad. La norma fue uno de los hitos de los gobiernos de Zapatero, el gran ausente en la campaña andaluza. Anoche lo mencionaron de pasada Felipe González y Griñán. Rubalcaba se quedó sin sonido durante su intervención en Sevilla por un problema técnico.
El PSOE sabe que el paro, los 30 años de gobierno y el escándalo de los ERE son los principales obstáculos para volver a ganar por novena vez. Griñán, Rubalcaba y González unieron sus voces para reivindicar los logros socialistas de estos 30 años, advirtieron de que el cambio que propone el PP es un «paso atrás» en la sociedad del bienestar. También que su propuesta para salir de la crisis es a costa de recortar privilegios y despidos más baratos. Griñán habló por primera vez en un acto público de la campaña de la corrupción en la Junta con el caso de los ERE. Dijo que hay que avanzar corrigiendo los errores y presumió del «coraje de echar de nuestras filas a quien haya incurrido en corrupcion, de echarlo».
Previamente la número uno en la lista de Córdoba, Araceli Carrillo, se había referido al caso de los ERE señalando que la «mancha de corrupción de cuatro indeseables» no puede tapar los logros de los gobiernos socialistas. Rubalcaba elogió a Griñán como un presidente «que nunca ha dicho ninguna mentira». González fue quien se extendió más. Dijo que Griñán está padeciendo la misma persecución que él sufrió por la «caverna mediática». Insistió en que ningún presidente de Andalucía se ha enriquecido. «¿Puede decir lo mismo el PP de sus presidentes autonómicos?», en velada referencia a Matas. Por último añadió: «Es verdad que sí, que en el PSOE salen algunos corruptos y en el PP es verdad que salen algunos honrados», lo que provocó aplausos.
Otra forma de salir de la crisis
Griñán insistió en que es posible frenar al PP. «El domingo tenemos mucho que perder, por eso vamos a ganar». Volvió a centrar su discurso en los recortes del Gobierno para ajustar el déficit. Defendió que hay otra forma de salir de la crisis que no signifique abandono de las personas mayores o suprimir ayudas a la investigación. La reforma laboral fue de nuevo su caballo de batalla y también los bancos, a los que criticó que no repartan dinero a las pymes, «no digo a manta, pero al menos un goteo, porque no se ve ni un duro». Solo le faltó meterse con la Iglesia para escorar aún más su discurso a la izquierda, como ha hecho durante la recta final de la campaña. Pero una mujer del público en Córdoba salió en su auxilio y le gritó «¿por qué no recortan a la Iglesia?», «Pues también», le replicó.
Ni Griñán, ni Rubalcaba ni Felipe mencionan las siglas del PP. Cuando se refieren a este partido hablan de la derecha conservadora. Ayer dieron una vuelta de tuerca. González le llamó «reaccionaria», comparándola con la derecha de Margaret Tatcher que en los 80 deterioró el sistema público de salud de Reino Unido. Griñán copió el calificativo. El candidato socialista habló de su rival, Javier Arenas, del que volvió a subrayar que lleva tanto en política como él. «Este señor que quiere el cambio estaba en política desde que el mar Muerto estaba enfermo...» Le afeó que utilice la palabra ocupación del poder cuando se refiere a los 30 años del PSOE. «Suena a que se cree legítimo propietario del poder». Recordó que se gobierna porque se han ganado elecciones: «Deberían preocuparse de por qué ellos la pierden, porque para nosotros Andalucía es única, y para ellos es una más y no de las mejores».
Rubalcaba apeló al voto útil contra la derecha que quiere hacer «un ajuste de cuentas al estado del bienestar» como pretexto por la crisis. «No es la crisis, es la derecha», enfatizó. «Nunca más se volverá a arrodillar», dijo de Andalucía, a la que llamó «cortijo de la derecha» en otra tiempo. Para Rubalcaba, Griñán es el futuro y Arenas significa «el cambio para atrás». «No les deis las llaves de los hospitales, porque se las darán a quien quiere hacer negocio», añadió. González reivindicó que se mantenga a Andalucía como «foco de resistencia a la oleada reaccionaria de cambio» votando al PSOE. «Arenas será el lunes que viene otra vez candidato, no por que va a perder, sino ¿por qué que otra cosa puede hacer?».