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Con el hambre no se juega
Actualizado: 12:07

opinión

Con el hambre no se juega

Día 12/07/2015 - 12.07h

Ni se hace política. Con el hambre se buscan soluciones. Y se resuelve. Sin alharacas. Más si esa supuesta hambre es de los niños, que está por ver. «La propuesta que presentamos ahorra en primas a los portavoces lo que cuesta un mes de ayuda alimentaria a niños que se quedan sin comedor». Esta frase, literal, la colgó esta misma semana en twitter el alcalde de Cádiz. Demagogia elevada a su máxima potencia. A Dios gracias, en Cádiz no hay niños que pasan hambre. Tan sencillo como eso. En realidad, más que a Dios, gracias a la política de servicios sociales que han llevado a cabo durante los últimos años el Ayuntamiento y, en menor medida, la Junta. Y gracias también, no lo olvidemos, a la solidaridad de los propios gaditanos, que han demostrado que cuando hay que arrimar el hombro, se arrima. Canalizados por el Banco de Alimentos, por Cáritas o por quien lo haya solicitado.

Un Ayuntamiento no está para hacer caridad. Un Ayuntamiento no es una ONG. Un Ayuntamiento está, entre otras cosas, para pelear con quien haga falta para que los padres de esos niños puedan llevar a casa los alimentos por sí mismos. Gestionando planes de empleo, consiguiendo ayudas del Estado y de ese monstruo abominable llamado Europa, que pisotea los derechos de los griegos y de todo aquel que se ponga por delante.

Y eso es lo que aún no ha entendido el equipo de Gobierno que lidera José María González, alcalde de Cádiz. No lo han entendido sencillamente porque no lo quieren entender. Porque proceden de las bases de Izquierda Anticapitalista, y se cortarían una mano antes que reconocer que la única forma de que Cádiz salga adelante es creando riqueza desde el libre mercado. Atrayendo turistas, industrias. Escribiendo cartas a Navantia, en lugar de a Tsipras, para que no se esfumen los petroleros -símbolo máximo del capitalismo- que han de dar un sueldo a los padres de esos niños para que puedan comer. Prefieren perderse en la demagogia, en el populismo de comparar cualquier cosa con el coste de un desayuno infantil. Como si en Cádiz los turistas se vieran acosados por niños zarrapastrosos, descalzos, que les suplican unas monedas a cambio de limpiarles los zapatos. Algo así es la estampa que nos dibujan. Y mienten. Sencillamente. Juegan al discurso fácil, llamativo, que algunos es obvio que les compran.

Si los concejales, liberados o sin liberar, en el gobierno o en la oposición, han de bajarse el sueldo, hágase. De forma inminente. Pero que esos árboles no nos impidan ver el bosque. Eso no es más que un detalle. Lo gordo no está ahí. Lo gordo llegará con imaginación, con buena gestión, con políticas que ayuden a traer dinerito a Cádiz. Entonces no será necesaria la ayuda de las ONGS ni que el alcalde siga comparando cualquier medida con los precios del desayuno. Porque entrar en esa rueda conduce, de forma irremediable, a la más absoluta miseria.

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