La lucha contra el tráfico de hachís en la provincia es una batalla perdida. Eso puede pensar cualquiera que desde fuera ve cómo en los últimos días numerosos vecinos se han lanzado a la playa en Chiclana esperando recoger parte del cargamento de droga que acabó en el agua el pasado viernes. Ya han transcurrido cinco días y la cifra última de detenidos confirmada por la Guardia Civil alcanza las 70 personas.
Ni los avisos de la Benemérita, ni las informaciones periodísticas que han ido contando puntualmente cómo se iban produciendo los arrestos, han disuadido a nuevos busquimanos a probar suerte en la arena.
A través de sus testimonios se sabe que la noticia del alijo que perdieron los narcos a causa del temporal corrió como la espuma a través de las redes sociales. Dos de los detenidos han contado a LA VOZ cómo se enteraron a través de facebook y decidieron ir a Sancti Petri. «Aquello era una feria», describían al recordar la noche del sábado.
Pero lo noticioso es que días después, la Guardia Civil sigue deteniendo a personas que acuden con marea baja en busca de alguna placa. Esa acción desesperada, porque se arriesgan a un arresto más que probable, denota necesidad pero también tolerancia social hacia el hachís. Una realidad que cuesta digerir y reconocer en las instituciones y asociaciones que luchan contra la droga en la provincia.
Desde la Comandancia de Cádiz, su portavoz añade un riesgo más al que se enfrentan estos busquimanos, más allá de las consecuencias legales: pueden ser objeto de represalias por parte de los dueños del alijo en caso de ser descubiertos. Otra advertencia más que busca disuadir al fracasar los avisos sobre las penas de cárcel de más de tres años a las que se pueden enfrentar aquellos que han sido pillados con un mínimo de 2,5 kilos de hachís.
Este goteo en cinco días no se ha visto ni en las operaciones antidroga más relevantes de la Guardia Civil en la provincia. Son cifras únicas, que han desbordado los recursos para la atención policial de estos busquimanos arrestados por llevarse droga del alijo naufragado.
Por eso, en la noche del martes tuvo que desviarse a algunos de estos implicados al módulo de ingresos de la prisión de Puerto II porque los calabozos de los cuarteles de la Guardia Civil de Chiclana, Cádiz y las localidades más próximas se habían quedado sin sitio.
Una decena de busquimanos fueron trasladados ayer por las mañana a los juzgados en un autobús del Instituto Armado. La actuación de estos rastreadores ha obligado a la Guardia Civil a movilizar los medios que destinan para sus grandes operaciones.
Los pilotos, en prisión
Fuentes penitenciarias explican que ese módulo de Puerto II tiene capacidad para 70 personas, que son repartidas en celdas para dos con aseo. Los que se encuentran en esta zona del centro penitenciario no tienen contacto con la población reclusa.
Los busquimanos están pasando a disposición judicial por tandas y quedando en libertad con cargos. Se les imputa un delito contra la salud pública en la modalidad de sustancias que no causan un grave daño para la salud.
Los que sí han sido enviados a prisión son los tres marroquíes que fueron detenidos tras naufragar las lanchas que iban cargadas con la droga. Dos de ellos se encuentran recluidos en Puerto II.
El último recuento de la Guardia Civil confirmaba la detención de 70 personas. Las tres últimas habían caído a primera hora de la mañana. La bajamar estaba prevista a las 6.29 horas. Unos datos que se pueden consultar en internet y que conocen los busquimanos. Son estos momentos de bajada de la marea los que aprovechan para localizar la droga hundida en la arena.