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Trucos y frecuencia recomendada de limpieza para una lavadora impecable

Seguir un plan de higienización periódico del electrodoméstico evitará obstrucciones y bacterias y garantizará el buen funcionamiento del aparato

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Máquinas de una lavandería ABC

F.P.

Sevilla

Quien más y quien menos conoce los entresijos de su lavadora: qué programa es el más económico, ya sea en cuanto a gasto energético o en cuanto a tiempo; cómo activar el modo de media carga; cómo lavar la ropa en frío...

Sin ser expertos en la materia, hay una serie de nociones básicas que se suelen tener presentes. Sin embargo, con estos electrodomésticos que cumplen una función de limpieza puede ocurrir que los amos de casa se olviden de mantener la pulcritud de la maquinaria. Pasa con los lavavajillas, las aspiradoras o, el que nos ocupa, las lavadoras.

La mente tal vez se relaja al pensar que éstos funcionan con detergentes y esto es un error fatal, pues puede favorecer la aparición de bacterias y gérmenes o que, básicamente, lo que metamos dentro no se higienice.

A la hora de plantear la limpieza de una lavadora habría que atender cuatro partes diferenciadas. O cuatro y 'media', si se tiene en cuenta el exterior del electrodoméstico, aunque esto debería higienizarse con el resto de la casa cuando se quite el polvo de los muebles o las manchas del suelo o la encimera, por poner dos ejemplos.

De esta forma, y siguiendo los consejos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), para tener una lavadora impoluta habría que seguir las siguientes directrices:

El filtro

Es la parte menos visible (suele estar en la zona inferior) y la que, por tanto, más se puede olvidar de limpiar. El problema de no hacerlo es que el sistema se acaba obstruyendo y se puede incurrir en un fallo general.

Para empezar hay que desenchufar o desconectar el electrodoméstico, y cubrir el suelo con trapos, fregonas o incluso un recipiente. Al abrir el filtro saldrá bastante agua, de ahí el despliegue.

Extraemos el filtro y lo enjuagamos con abundante agua fría. Será necesario un estropajo y algún utensilio para recovecos (un cepillo de dientes suele venir bien). Cuando esté perfecto, debemos secarlo antes de colocarlo en su sitio.

Frecuencia: Un par de veces al año. Sin embargo, también habrá que hacerlo si hemos dejado en un bolsillo algún objeto o si bien alguna prenda suelta muchos hilos o si ésta directamente se ha deshecho con el lavado.

De urgencia: cuando la ropa sigue sucia tras el programa o bien cuando el tambor no desagua por completo.

 

El tambor

Es la parte principal de la lavadora, el espacio que contacta directamente con la ropa sucia y donde posiblemente se queden encajados elementos como horquillas, botones, imperdibles... especialmente por su estructura a base de ranuras por las que se drena el agua.

Obviando todo este asunto de cuerpos extraños, la limpieza del tambor se puede hacer empleando productos específicos o bien otros más 'caseros' como puede ser el vinagre. En este caso pondríamos media taza en la cazoleta del detergente y accionaríamos un programa que asegure mucha agua, lógicamente sin poner ropa dentro, y a temperatura elevada. Con este lavado eliminaríamos incluso posibles sedimentos de cal.

Aunque el poder desinfectante de la lejía es de sobra conocido, para esta maniobra no se aconseja porque de quedar algún resto, la siguiente colada podría decolorarse.

Frecuencia: cuatro veces al año

De urgencia: cuando la ropa salga manchada

Cajetín

De todas las partes de la lavadora, la que más salta a la vista cuando está sucia es el depósito para el detergente, por la costra que suelen producir los suavizantes y demás preparados químicos que se vierten, una y otra vez, por los conductos.

Puede parecer inaccesible pero se retira con bastante facilidad. Suele bastar con tirar hacia arriba cuando está totalmente extendido. Si ofreciera mucha resistencia, conviene mirar el manual de instrucciones del aparato en cuestión, antes de acabar rompiendo algo.

Será buena ocasión para volver a sacar el cepillo de dientes y frotar hasta que se elimine cualquier resto.

Frecuencia: cuando esté visiblemente sucio.

 

Goma

Forma parte del tambor pero requiere un tratamiento distinto por la propia diferencia de materiales. Lo que hay que evitar es que se quede mojado, porque puede derivar en moho u hongos e incluso puede influir en la capacidad aislante de la propia goma.

Lo fundamental es mantenerla seca. De hecho, todo el tambor debería secarse después de cada lavado, lo que se consigue dejando la puerta de la lavadora abierta.

Cada cierto tiempo se debe estirar, que no sacar, la goma, para poder limpiarla entre los pliegues. Para ello humedeceremos un paño con agua y vinagre, o bien con alguna solución limpiamáquinas, y frotaremos.

Frecuencia: secar bien tras cada colada.

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