Pastora: una manzanilla para saborear el sur
El crítico de vinos de ABC prueba esta manzanilla de Sanlúcar de Barrameda
Entre el mar y el albero, entre el amor y la magia, entre manzanillas trata este desvelo. Y trata de eso porque Pastora no es un sueño. Sí una manzanilla pasada criada en Barbadillo , lo que significa la elegancia del misterio, de las soleras mimadas por las que transcurren aromas que me hacen desearla como si me pudiera convertir en requiebro. Y me convierto. Desde que el primer sentido en nariz me recuerda al acetato de etilo, propio de crianzas oxidativas, y el segundo prolonga su carácter antes de descubrir esas notas tostadas y esos recuerdos de frutos secos , sobre todo avellanas. Y en tercera instancia alcanzan notas salinas, pero tenues... Una suave entrada en boca prolonga el deseo, hasta comprender el momento en el que la finura se convierte en poder, y en carácter. Vive también cierta calidez , y notas salinas más evidentes que en la nariz. Vive también cierta frescura, y una gran longitud. Así lo siento. Pastora debiera mezclarse, si debiera mezclarse, con contadas cosas, como esos frutos secos que mencionábamos, quizá también unas alcachofas, o un atún a la plancha. Lo mejor, quizá, sólo con personas que estén en un requiebro. Así, ciertamente, es como lo siento.