Vélez de Benaudalla, el secreto mejor guardado en el corazón de Granada

La localidad, ubicada entre la capital, la costa y la Alpujarra, tiene en su entorno

rural y su ingente patrimonio razones de sobra para no pasar de largo

El antiguo molino, desde el Jardín Nazarí ABC

Álvaro Holgado

Hay lugares que parecen encontrarse en mitad de la nada. En Granada , el camino de carretera que une la ciudad de la Alhambra con la costa podría dejar varios lugares así a su paso. Vélez de Benaudalla , sin embargo, si bien es lugar de paso, solo con hacer escala unos pocos minutos por sus calles, ya invita a pensar lo contrario.

Para muchos es considerado uno de los secretos mejor guardados de la provincia. Lejos de los focos que acumula su litoral o el imponente interior granadino, este pueblo ubicado prácticamente a media hora en coche de cualquiera de los citados, ya sea la Costa Tropical , el Valle de Lecrín o la Alpujarra , alberga en su interior siglos de historia y una multitud de rincones particulares, a menudo desconocidos, que saltan como esporas a pocos pasos que se hagan para descubrirlo.

Con el río Guadalfeo a sus pies, los árabes, al igual que ahora los turistas que van incluyéndolo en sus rutas, pensaron hace siglos en él como un lugar donde quedarse. Y no les faltaba razón. La calma es patente en esta localidad de apenas 3.000 habitantes. Las casas encaladas pintan este pueblo en cuesta, unido por sus tres grandes hitos: el Jardín de los Sentidos , el Castillo de Ulloa y la Iglesia de la Virgen del Rosario .

Todos en hilera, caben desde la posición exacta en la misma foto en vertical. La estancia allí pareciera un viaje casi íntimo. Fuera de las guías típicas durante años, su talud de cascadas en invierno y en verano, quedaba a la izquierda de la carretera década a década.

El tiempo, parece, no ha pasado por allí. Es palpable con solo caminar cuesta arriba por sus calles de flores de trazado morisco . El agua, protagonista absoluto, emana como cultura propia por muchos de sus monumentos, e incide, gota a gota, en ese remanso de paz que significa un paseo por su casco histórico.

El Generalife Chico

La Huerta del Jardín Nazarí, donde se siguen cultivando las hortalizas de la época ABC

El Jardín de los Sentidos, o Generalife Chico, data de hace más de 500 años . Recuperado por el Ayuntamiento en el último cuarto del siglo XX y restaurado en la última década, se trata de una visita imprescindible en esta comarca granadina. Es, sin lugar a dudas, la joya de la corona del pueblo.

Todo está medido allí. Cada árbol, cada zona concreta donde sentarse. Las escaleras, sin ir más, que llevan a la entrada de este jardín histórico catalogado como Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía, son siete. El séptimo cielo, claro. Al fondo, ya se pueden ver los catalogados como algunos de los cipreses más altos del país. Cuenta la leyenda que fue Yusuf , jardinero de la Alhambra, y padre de Fátima , la esposa del príncipe Benalí , quien lo construyó. Cada planta, como reza su nombre, evoca un sentido.

El olfato, si cierras los ojos y metes tus manos entre, por sólo por poner un ejemplo, el arrayán que puebla el jardín, hace viajar a cualquiera. Buscaban el encuentro no sólo con el desierto, sino con fuerzas superiores , Alá en su caso, según cuentan los historiadores, en la construcción del jardín. Un techado de ramas, representa el cielo estrellado, mientras que las numerosas fuentes, con el ruido del agua por las acequias, busca la relajación mientras se contempla.

La contemplación , de hecho, era el principal objetivo a la hora de organizar cada uno de sus elementos. Los estanques se entrecruzan con los elementos arquitectónicos, que cobijan a su vez los huertos, con productos típicos de la época. Sobre ellos se empezó a edificar en el siglo XVI, y ahí siguen. El tiempo, como ya se ha dicho, parece no pasar en Vélez de Benaudalla.

Jardín Vertical

Imagen de la larga escalera del Jardín Vertical ABC

Pero el verdadero interés, y quizás lo más impactante de este lugar no es el Jardín Horizontal, del que hablábamos, sino el Jardín Vertical. A medida que bajas las escaleras, el chirriar de aguas se hace patente en el oído. Comienza una bajada señalada por carteles que incitan a andar con cuidado, pero, eso sí, asequible para cualquiera. Merece la pena adentrarse poco a poco en la envolvente de rocas, cascadas y verde , mucho verde, que se van apareciendo.

La piedra, en un tipo de caliza muy concreto, el travertino, forma estalagmitas y estalactitas que hacen inevitablemente recordar en la forma a los mocárabes de la Alhambra. Las pequeñas cuevas se van formando una a una, con recovecos donde sentarse a admirar el paisaje. A los pies del pueblo, suena el río Guadalfeo , hasta el que se puede llegar prácticamente bajando la ladera. En definitiva, una delicia para los aficionados a la fotografía que, sin salir de Andalucía, pueden cazar instantáneas más propias de países lejanos.

Escalerilla de los Muertos

El barrio árabe, formado por calles laberínticas, donde destaca la Escalerilla de los Muertos, camino al cementerio del pueblo ABC

Desde la iglesia, tomando calle arriba hacia el punto más alto del pueblo, a medio camino se encuentra la Escalerilla de los Muertos. En la calle Finados , precisamente por el mismo concepto, se encuentra una esquina donde se colocaban antiguamente los ataúdes y se emprendía el camino hacia el cementerio. Cuentan que aún hay mujeres de avanzada edad que todavía no comprenden el rito mortuorio sin pasar por ella.

Lo más curioso, en ese sentido, es el entorno, callejuelas de este barrio árabe cobijan la escalerilla. Blanco sobre blanco encalado y ristras de macetas, flores, toldos, tópicos todos del típico barrio andaluz y que, sin embargo, siempre merece la pena descubrir. Los suelos, como no podía ser de otra manera, están pavimentados con el travertino de la localidad y con empedrados granadinos. Desde allí, además, en cada descanso de cuesta, se admira progresivamente el paisaje que se descubre en el mirador del Castillo de Ulloa . La Alpujarra, todo el pueblo, los pasos andados por el barrio árabe, e incluso la propia Escalerilla, a los pies.

Castillo de Ulloa

El Castillo de Ulloa, uno de sus principales enclaves históricos, constituye el punto más alto de Vélez de Benaudalla ABC

Tras la conquista de los Reyes Católicos , Vélez de Benaudalla y otras tierras en Almuñécar y Los Guajares fueron entregadas por los servicios prestados durante la eterna guerra a Don Rodrigo Fernández de Ulloa , quien fuera contador mayor de Castilla y secretario de la Reina.

Su hijo, Don Juan de Ulloa , también alcaide de Almuñécar, cogió en propiedad la villa veleña en 1494, setenta años después de la conquista. Fue él, como Señor de la Villa, quien mandó reconstruir la fortaleza sobre los restos de la antigua torre de defensa nazarí.

De planta hexagonal, con 240 metros cuadrados de superficie, servía como defensa para el pueblo. Desde allí, es más, se puede apreciar todo cuanto sucede abajo, con una vista panorámica, ya desde el mirador cercano a sus puertas, impresionante.

El castillo, eso sí, quedó muy deteriorado tras los sucesos de la Rebelión de las Alpujarras , en la que los moriscos fueron finalmente expulsados en 1571. Este hecho, además, compone una de las efemérides más importantes de Vélez de Benaudalla, donde el día del patrón, San Antonio, se realiza una representación de la guerra entre moros y cristianos. Incluso hay un asociación cuyo único fin es llevarla a cabo.

Pero más allá de la historia, el castillo utilizado como fortín por el ejército invasor francés a principios del siglo XIX, quedó absolutamente abandonado durante gran parte del siglo XX. Entre sus usos, el más agrio de recordar, el hecho de que fuera lugar de fusilamiento en la Guerra Civil . La sala donde se llevaban a cabo las ejecuciones es la única que sigue conservándose intacta.

Lo demás es una auténtica maravilla para el visitante. Después de que el pueblo peleara por su restauración, se ha terminado por convertir en un Centro de Interpretación del Patrimonio . Todo allí está explicado, además de mostrar una magnífica salud tras las obras realizadas desde que se hiciera Bien de Interés Cultural en 1994.

Las vistas, eso sí, son, con mucho, lo más gratificante una vez se sube a lo alto del torreón.

Paseo del Nacimiento

El manantial de la Fuente Nueva, en el Paseo del Nacimiento. De allí surge el agua que da de beber a toda la localidad ABC

El Paseo del Nacimiento, a la bajada del Castillo de Ulloa, dibuja un camino de vegetación que sobresale a simple vista. De sus dos manantiales nace el agua que más tarde llega a todo el pueblo. Las acequias de regadío que construyeron los ancestros árabes avanzan por el municipio hasta alcanzar el mismísimo Jardín Nazarí . Es de allí de donde surgen las cascadas que finalmente vemos en el Jardín Vertical.

Desde la Poza Chica , se puede ir hilvanando la acequia que llega hasta el Nacimiento. El manantial de la Fuente Nueva da lugar a una poza seminatural que recibe también agua desde el subsuelo. La vegetación verde, azul y blanca rebosa junto a los peces que nadan en ella.

A ambos lados, dos hitos más del pueblo. La placa donde se encuentra el poema más famoso de la localidad, aquella que habla del sur y de Andalucía como paraíso, y el Mesón el Nacimiento , del que dicen los lugareños muchos reconocen como primer punto de partida gracias a su buena fama gastronómica.

De nuevo bajando, se acumulan piedras donde las mujeres solían lavar la ropa y para las que incluso hay reseña institucional. Un ejemplo más de cómo la vida y la belleza de Vélez de Benaudalla ya estaba, solo había que conocerla.

Iglesia de Nuestra Señora del Rosario

El campanario de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, la única del pueblo, sigue repicando desde hace siglos ABC

Es lo primero que se encuentra a la entrada del pueblo. La iglesia. El punto de partida ya sea hacia arriba o hacia abajo. Rodeada por bancos donde se puede ver a los viejos del lugar y algún que otro gato o perro intrépido, podría pasar desapercibida para los poco observadores. Esta parroquia a poco que uno se adentre por sus puertas tiene un aroma especial.

De estilo neoclásico, sus obras comenzaron en el siglo XVIII debido al estado ruinoso que presentaba el anterior templo dedicado a San Antonio, patrón del pueblo.

Fue construida por Ventura Rodríguez , considerado junto con Juan de Villena como el principal arquitecto de España en el siglo XVIII. El último del barroco. A primera vista, resaltan sus retablos, en especial la Inmaculada atribuida a Pedro Anastasio Bocanegra , su altar mayor y en la esquina izquierda uno de los grandes alicientes para su visita. El travertino, esa piedra caliza que se encuentra en el Jardín Vertical, acapara la mayor parte de su pared. Una muestra, de alguna manera, de lo que es Vélez de Benaudalla, el tiempo dando forma a nuevas edificaciones, escasas, pero bellas, y al mismo tiempo, el latir de la tierra que le resiste y que se muestra.

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