Turismo
De ruta por el legado de la Exposición del 29
La Exposición Iberoamericana supuso para la Sevilla de principios del siglo XX una gran transformación urbanística con el crecimiento de la ciudad hacia el sur y una herencia arquitectónica de primer nivel aún presente en nuestros días
Realizamos un recorrido a través de los pabellones, plazas, teatros, jardines y fuentes de un evento histórico decisivo para la entrada de la capital hispalense en la modernidad
El jueves 9 de mayo de 1929 , día de la Ascensión, el rey Alfonso XIII inauguraba la Exposición Iberoamericana de Sevilla . Fue fruto del proyecto ideado en 1909 por el empresario y entonces director gerente de la fábrica de vidrios de La Trinidad Luis Rodríguez Caso y, aunque la fecha inicial propuesta para la celebración de la exposición fue 1914, el certamen se fue posponiendo debido a diferentes circunstancias.
Sería 1929 el año que vería la segunda revolución urbanística de la ciudad , tras el cambio que experimentó el núcleo urbano en el siglo XVI cuando Sevilla ostentaba una época de fama y gloria como capital del comercio con las Indias y no será hasta 1992, con la Exposición Universal, cuando la ciudad vuelva a ser objeto de otra gran revolución urbana.
El certamen del 29 ocupaba un amplio espacio delimitado por el parque de María Luisa, Prado de San Sebastián, Jardines de San Telmo y Avenida de la Palmera siguiendo el curso del río Guadalquivir. De los 117 edificios que se construyeron, en la actualidad conservamos 25 de ellos.
Bienvenida por la Glorieta de San Diego
Para iniciar nuestro paseo, encaminamos nuestros pasos hacia la entrada principal de la muestra, la fuente de la Glorieta de San Diego , que debe su nombre al antiguo convento que había en esta zona.
La fuente fue diseñada por Vicente Traver en línea con los materiales y la decoración que se estaba utilizando en la misma zona. La escultura central es obra del artista Manuel Delgado Brackembury. Representa a Hispania con un león y un globo terráqueo en clara alusión a la relevancia de la monarquía española en el mundo durante siglos. Las otras dos esculturas que completan la fuente fueron realizadas por Enrique Pérez Comendador. La que porta frutas es una alegoría de la riqueza material de Sevilla, frente a la otra figura que representa la espiritualidad de la ciudad con la Inmaculada entre sus manos. Con esta fuente, España y Sevilla daban la bienvenida a los visitantes.
Un punto estratégico donde quedan claras las intenciones de hermanamiento de la ciudad con los países americanos, antiguas colonias españolas. Muestra de ello, es el monumento a la Raza con versos del poeta nicaragüense Rubén Darío , ubicado también junto al acceso norte por el parque María Luisa a la Plaza de España.
Si miramos hacia la avenida, desde aquí divisamos la estatua del Cid Campeador; un regalo de la Sociedad Hispánica de América para la ciudad con motivo del evento y realizada por la escultora Anna Hyatt Huntington. Como curiosidad, la estatua original se encuentra en los jardines de esta institución en Nueva York y de ella, la autora hizo una copia para Sevilla, al igual que para Buenos Aires, San Diego y San Francisco. Juan de Ávalos hizo una copia más para Valencia.
No podemos irnos de este punto sin admirar uno de los tesoros arquitectónicos que se realizaron. Hablamos del pabellón de Portugal , hoy consulado del país luso. Un edificio con una admirable cúpula neobarroca rematada en teja vidriada. Un país que en principio no iba a participar porque la primera intención era que fuese una Exposición Hispanoamericana, con el propósito de unir antiguos lazos con las colonias, pero en 1921 Portugal pidió formar parte de la exposición y un año más tarde, la muestra pasó a denominarse Iberoamericana con la participación además de Estados Unidos y Brasil.
Por la avenida de María Luisa
Sin dejar la glorieta, pero ya adentrándonos en la avenida de María Luisa hace su aparición el Casino de la Exposición que, pese a su nombre, nunca se utilizó con dichos fines. Albergó el pabellón de Sevilla con forma cuadrada, y una dependencia central circular coronada con una cúpula. El arquitecto Traver decidió ubicar un teatro como anexo al edificio, el actual Teatro Lope de Vega , modificando lo que diseñó el arquitecto jefe de la muestra, Aníbal González. Este es el único pabellón de los nueve andaluces que se hicieron para la exposición, a excepción de una torre del pabellón de Córdoba en la Avenida Reina Mercedes. Fueron nueve porque se construyó uno por cada provincia andaluza, más uno propio con el que contó Jerez de la Frontera.
Justo detrás del Teatro Lope de Vega, encontramos una tríada interesante. Aquí están los pabellones de Chile, Uruguay y Perú . El primero de ellos alberga actualmente la Escuela Superior de Artes Aplicadas, el segundo es un edificio perteneciente a la Universidad de Sevilla y el de Perú tiene un uso compartido. En su interior se ubica el consulado de este país y la Casa de la Ciencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). De los tres es quizás este último el más reseñable arquitectónicamente, pues destaca su balconada de madera, sus mosaicos incas y su patio con marcado carácter colonial, combinación de la cultura prehispánica peruana y el legado español.
Si seguimos avanzando por la avenida, justo antes de llegar al Costurero de la Reina, nos encontramos con el edificio que albergó el pabellón de Estados Unidos, hoy sede de la Fundación Valentín Madariaga . Cuenta con un patio interesante y en la actualidad acoge atractivas exposiciones de arte contemporáneo, entre otras actividades.
Ampliación hacia el sur
Adentrándonos por el Paseo de las Delicias, el Paseo de las Naciones en la muestra, seguimos caminando junto al río Guadalquivir para llegar hasta el pabellón de Guatemala, seguido del de Argentina que hoy acogen el Conservatorio Profesional de Danza Antonio Ruiz Soler. El de Guatemala con una azulejería exterior muy destacada con temática maya y con los colores de la bandera del país. Durante la exposición ofrecía a los visitantes café guatemalteco.
El pabellón de Argentina es otra joya . Fue el primer pabellón extranjero que terminó de construirse. Cuenta con un patio central con una galería de madera labrada; material que también se empleó en la biblioteca de la primera planta. Contiene numerosos motivos decorativos en sus azulejos que recuerdan a la flora indígena. También se construyó un anfiteatro donde hubo exposiciones y proyecciones cinematográficas del país. Bien merece unos minutos de nuestro paseo para recrearse en todos los detalles con los que cuenta este edificio.
Podemos hacer una parada en el camino y adentrarnos por los Jardines de las Delicias de claro estilo romántico. Casi desapercibidas pueden pasar la estatua de la Dama Ibérica y dos figuras masculinas recostadas que encontramos en la zona más cercana al Muelle de las Delicias y que formaban parte de una fuente ubicada en la Plaza de los Conquistadores de la muestra, hoy desaparecida.
Tras dejar estos jardines, encontramos el pabellón de Colombia y el de Marruecos y al cruzar, el de México y Brasil.
El de Colombia, hoy consulado de este país y Escuela Náutica de San Telmo, se construyó en torno a un patio con fuente a imagen de una casa típica colonial con numerosa decoración indígena del escultor colombiano Rómulo Rozo. Contó con un anexo, de carácter efímero, donde había una cabeza gigante de indígena desde la que se servía café colombiano, mientras la música del país amenizaba el lugar. Junto a él, el minarete, los arcos apuntados nos ofrecen pistas de que estamos ante el pabellón de Marruecos, de estilo claramente islámico y que contaba con una zona de bazar.
El único ejemplo en la capital hispalense de un edificio de estilo neoindigenista lo encontramos en el pabellón de México. Inspirado en la cultura maya-tolteca de Yucatán, en su exterior podemos contemplar múltiples relieves con alegorías y esculturas. Como curiosidad cabe destacar que su planta tiene forma de doble X, la misma que se repitió en la construcción para la Expo 92. Este edificio pertenece a la Universidad de Sevilla, al igual que el de Brasil, que se ubica a su lado. Un pabellón que contó con numerosas dificultades económicas y diplomáticas. Tanto es así que no estuvo a punto para la inauguración y se clausuró a mitad de la muestra.
Plaza de América
Es momento de entrar en el Parque de María Luisa por la deslumbrante Plaza de América. Una de las genialidades que nos dejó Aníbal González. En esta plaza el arquitecto reunió los tres estilos históricos referentes en la ciudad. Por un lado, el mudéjar en el pabellón de Industrias y Artes Decorativas, el renacentista en el pabellón de Bellas Artes y el gótico en el pabellón Real. En la actualidad, albergan el Museo de Artes y Costumbres Populares, el Museo Arqueológico, cerrado temporalmente por reformas, y unas oficinas municipales, respectivamente. El Ayuntamiento de Sevilla ha iniciado un proyecto para que el pabellón Real albergue un museo del regionalismo y realzar la figura de Aníbal González.
Alrededor de la plaza se erigen dieciséis victorias aladas sobre columnas para enfatizar la idea de éxito y triunfo. Para el centro de la plaza, González diseñó un estanque junto al que ubicó dos glorietas. Una de ellas dedicada a Cervantes, como homenaje a la Lengua Española, y otra al poeta, crítico literario e historiador Rodríguez Marín. En ambas predominan los detalles cerámicos y disponen de anaqueles donde depositar libros a modo de biblioteca.
En esta muestra también participaron diferentes compañías e instituciones comerciales españolas. Son pocos los edificios que han llegado hasta nuestros días, pero si paseamos desde la plaza América hacia Plaza España en el camino hallamos el pabellón Domecq, hoy sede de Juventudes Musicales; el de la Prensa, reconvertido en el Colegio España, en la glorieta de Covadonga con esculturas de El Arte y El Genio de Lorenzo Coullaut- Valera y El Trabajo y La Ciencia de Manuel Delgado Branckenbury. Tras pasar la plaza, descubrimos el pabellón de Telefónica, realizado por Juan Talavera y Heredia, con claras alusiones al convento de Santa Paula, San Isidoro del Campo y La Rábida.
La joya de la corona: la Plaza de España
La guinda de este recorrido llega al final con el que se considera el conjunto monumental más emblemático de la exposición: la Plaza de España. Fue proyectada por el arquitecto general del evento, Aníbal González, y finalizada por Vicente Traver que llevó a cabo los cerramientos y añadió la fuente central. González la ideó como un anfiteatro elíptico, pero finalmente se dispuso como un espacio abierto semicircular. El ladrillo, el azulejo y la forja son los elementos representativos del conjunto y base del estilo regionalista que la ciudad adquiere a partir de entonces. Un canal circunda la plaza con cuatro puentes que representan los antiguos Reinos de España, esto es, Castilla, León, Aragón y Navarra. Los emblemáticos bancos de cerámica que delimitan el conjunto representan cada uno de ellos a las cuarenta y ocho provincias españolas colocadas por orden alfabético. En ellos descubrimos el escudo, mapa y algunos hechos históricos o monumentos relevantes.
La estatua del arquitecto preside la entrada de este monumento y es quien nos despide de este recorrido de incalculable valor patrimonial para la ciudad de Sevilla.
Noticias relacionadas