Baños de la Encina, el bonito del Sur
Monumentalidad, historia y naturaleza, pilares de uno de los pueblos más bellos de España
La historia, jalonada de guerras y conquistas, es el coronavirus de la geografía, la violenta marca de agua que deja el hombre allí donde combate. En Baños de la Encina , uno de los pueblos más bonitos de España, basta observar su espectacular castillo, que cuenta con 14 torres moras y una, más grande, la del homenaje, de factura cristiana, para saber que hubo lid.
El pacifismo, ese populismo de la paz, es un invento jipi. Hace un millar de años, cuando Alhakén II , hijo de Abderramán III , construyó la impresionante fortaleza omeya en un otero a la entrada del valle del Guadalquivir la zona no era un preludio de Woodstock. Cristianos y musulmanes blandían espadas y cimitarras, portaban yelmos y tocaban a degüello.
De aquellos combates surge una maravilla, el Castillo de Burgalimar , seña de identidad de un pueblo que debe su nombre a su riqueza acuífera y la aparición de la Virgen sobre una encina. Y que debe su belleza a la permanencia de dos arquitecturas, la defensiva y la religiosa, y a un apacible entorno de media montaña que se cobija en el parque natural de la Sierra Andújar.
Baños de la Encina es uno de los puntos fuertes de la ruta de los castillos y las batallas. Las que se libraron en su área no tienen el empaque de las tres grandes ( Baecula, Navas de Tolosa y Bailén ) de las que fue escenario la provincia, pero la fortaleza omeya evidencia la disputa porque, si bien su traza es musulmana, Castilla puso su impronta en ella en la Reconquista.
¿Cómo se describe Baños de la Encina a sí mismo? Se sabe guapo. No en vano, su centro fue declarado conjunto histórico-artístico en 1969. De manera que el Ayuntamiento no exagera al adjetivar a este municipio situado en Sierra Morena, cuyo origen árabe y su ubicación sobre un altozano propicia un urbanismo intrincado y de callejuelas estrechas y desordenadas.
Baños de la Encina ha acumulado un rico patrimonio artístico que conserva en buen estado. El municipio presume del castillo califal, de la parroquial gótica, del barroquismo del camarín de su santuario, de la austeridad blasonada del Concejo, del señorío de sus palacios y de sus molinos del siglo XVIII. Presume, en suma, de lo que no carece: de monumentalidad.
Castillo de Burgalimar
El castillo, de forma oval, tiene un perímetro de un centenar de metros en su eje mayor y una superficie total de casi tres hectáreas. Es enorme, sobrio y bello. Constituye el conjunto fortificado mejor preservado de la época del califato de Córdoba. Son argumentos suficientes como para que en 1931 la construcción fuera declarada Monumento Nacional .
Una inscripción, conservada en el Museo Arqueológico Nacional , y de la que hay copia y traducción en las jambas de la puerta del castillo, revela que se concluyó en el año 968. Al igual que otras levantadas por esa época, la fortaleza estaría destinada al acantonamiento de las tropas bereberes alistadas para las campañas anuales contra los cristianos.
Burgalimar es para Baños de Encina lo que Messi para el fútbol, su máximo referente, pero, al igual que ningún jugador gana el balón de oro sin equipo, ninguna villa es incluida en el prestigioso club de los pueblos más bonitos de España si no tiene más que un monumento excelso que mostrar. Y Baños dispone para el turista de todo un catálogo de maravillas.
Iglesia de San Mateo
Una de ellas es la iglesia de San Mateo. No se necesita ser sumiller para distinguir un rioja de un peleón ni estudiar arquitectura para admirar el templo, erigido en el último tercio del siglo XV con traza gótica para su nave, como muestran sus arcos apuntados y bóvedas de terceletes . También la portada lateral es gótica, mientras que la principal, labrada en 1576, es manierista.
En su interior lucen un presbiterio sobre gradas y el crucero con cúpula de media naranja con linterna, diseñada en 1732 por Pedro de San Joseph . Otros elementos significativos son el coro, en madera de nogal, la tribuna reservada para los jerarcas de la Inquisición, las capillas y la pequeña urna del sagrario elaborada con materiales nobles: ébano, carey, marfil y plata.
Ermita del Cristo del Llano
El genoma católico explica la presencia del arte sublime en Occidente, donde la fe, además de montañas, mueve planos. Lo acredita la construcción en Baños de la Encina en el siglo XVIII de la ermita del Cristo del Llano, un espectacular camarín , declarado Bien de Interés Cultural, que deslumbra al visitante por su abigarrada estética barroca.
En su bóveda, estípites, hornacinas y pedestales , en yesería policromada, alternan con alegorías, iconografías de santos y evangelistas y hasta aves exóticas, frutas y vegetales, que desembocan, según resaltan los estudiosos de arte, en un decorativismo de estucos que gana aún más en intensidad con la incrustación de espejos.
La figura de la Inmaculada preside el espacio en el camarín, cuya arquitectura está enfocada a estimular la piedad de los fieles que desde la parte baja accedían visualmente a la, recalcan, «puesta en escena de este compendio de dúctiles morfologías escultóricas, decorativas y ornamentales, en el que las luces y colores llaman a la plegaria y el recogimiento».
El Centenillo
El Centenillo es un pueblo de origen inglés enmarcado en un paraje netamente andaluz. Olé my Queen. Situado en el término de Baños de la Encina, su origen se remonta a 1865, año en el que dos empresarios de Gran Bretaña, Hanselden y Rommer , implantan la sociedad especial minera Río Grande en un paraje de Sierra del que extraen galena argentífera.
Los empresarios construyen en este enclave de Sierra Morena los alojamientos necesarios para albergar a los técnicos y a los mineros, con sus correspondientes familias. Lo hacen a partir del modelo urbanístico anglosajón de la época : viviendas adosadas en hilera y de una planta.
Con el tiempo, se dotó al poblado de edificios de uso comunitario como escuela, iglesias católica y protestante, hospital, mercado, cuartel, botica, biblioteca, casa-cuna, correos y centralita telefónica. También contó con infraestructura para el ocio, entre la que destacaba un casino, una pista de tenis, un campo de fútbol y un cine.
Las minas cerraron y con ellas la actividad del poblado, que ahora es apenas un reflejo de lo que fue. Pero un reflejo magnífico. El Ayuntamiento de Baños de la Encina recomienda pasear por sus calles pavimentadas piedra a piedra y llegar hasta cualquiera de sus pequeñas plazuelas. También anima a transitar por rutas cercanas de paisajes espectaculares.
En este sentido, el Centenillo cuenta con senderos que permiten al visitante conocer el patrimonio minero de este enclave insertado en un marco natural donde abundan las encinas, los alcornoques, los acebuches y los madroños .
Las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena
Vente para España, Joseph. Esa, sintagma arriba, sintagma abajo, es la frase que debieron utilizar los germanos que colonizaron las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, cuya capital, La Carolina , se encuentra a tiro de ballesta de Baños de la Encina. Vale la pena una visita a la ciudad, trazada urbanísticamente con cartabón, donde la huella de los emigrantes teutones es patente en la arquitectura, la minería y la nomenclatura. Hay quien se apellida Tecklemayer .
El museo dedicado a la colonización es uno de sus puntos fuertes. Vale la pena visitar también la mina Aquisgrana y las dehesas de esta villa. En una de ellas, la de la familia Orellana , se encuentra el único vestigio arquitectónico que permanece de una de las batallas más grandes que vieron los siglos y esperan ver los venideros, la de las Navas de Tolosa.
Por su relevancia histórica es recomendable arribar a la pedanía carolinense de Navas de Tolosa, donde intermitentemente se llevan a cabo conmemoraciones de la lid que catapultó la Reconquista . La victoria cristiana sobre el ejército musulmán allanó el camino de la cristiandad, que a partir de ella recuperó de manera paulatina gran parte de los territorios del sur.
Para visualizar la gesta es preciso recalar también en el municipio de Santa Elena , donde se ubica el museo de la batalla de Las Navas de Tolosa. Esta localidad es la puerta de entrada a Las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena según se viene de la Meseta. Por eso mismo merece una visita. Como la merecen los otros pueblos de colonización jiennenses, también de urbanismo singular, como Guarromán , Carboneros , Arquillos y Montizón .
Rutas naturales
Gran parte del término del municipio forma parte del Parque Natural Sierra de Andújar , lo que otorga un valor botánico y cinegético excepcional a sus rutas. Destaca entre ellas la de la Playa de Tamujoso , que parte del núcleo urbano y se adentra en la dehesa del Santo Cristo del Llanos. Es una popular zona de baño rodeada de pinos y eucaliptos.
También son comunes los eucaliptos en la vereda de las aguas, que se dirige al embalse del Rumblar por una senda paralela al curso del arroyo Valdeloshuertos . En ella, cuando el nivel del agua es bajo, es perceptible la estructura de la Fuente Cayeta , de origen romano.
Otras dos rutas importantes son los senderos de la Pizarrilla y de La Verónica . La riqueza geológica del primero, que bordea el núcleo urbano, se deriva de la presencia de pizarra, arenisca y arcillas, formadas en épocas prehistóricas y utilizadas como recursos naturales de la población. En la segunda se encuentran los restos de un poblado argárico, así como ermitas y un tramo del camino empedrado que unía Sevilla con Toledo en el medievo.
La quinta ruta recomendada es la del Bronce, que enlaza Baños con el embalse del Rumblar. El camino está jalonada de bosques de pinos, de eucaliptos y una gran variedad de plantas aromáticas. Además de disfrutar de la naturaleza, el paseante tiene la oportunidad de observar los restos arqueológicos del Fortín de Migaldías y Piedra Bermeja , ambos argáricos.
Flora y arqueología no es lo único que prolifera en el hábitat natural de Baños de la Encina, donde menudean especies singulares como el lince ibérico, el buitre negro y el águila imperial . Y otras más comunes, como el ciervo, que es el gran protagonista del espectáculo de la berrea en otoño, y que, amainado el celo, aporta su calmada prestancia al entorno en los inviernos.
Peñalosa, construido bajo la roca
Al igual que su hermana menor, la prehistoria también oficia de atractivo turístico en Baños de la Encina, cuyo poblado de Peñalosa, de más de 4.000 años de antigüedad, es un referente de la Edad del Bronce del alto Guadalquivir. Asentado sobre un espolón de pizarra en forma de lengua, limita al norte con el río Rumblar y al sur con el arroyo Salsipuedes.
Peñalosa constituyó un relevante núcleo metalúrgico que, exponen los arqueólogos, explotaba los filones del mineral de cobre de Sierra Morena, principalmente azurita y malaquita . El poblado tiene una arquitectura de casas rectangulares construidas con pizarra y dispuestas en terrazas artificiales comunicadas por estrechas calles.
Una empresa de turismo de Baños de la Encina programa visitas al yacimiento los fines de semana. Peñalosa dista tres kilómetros del casco urbano del municipio. Los guías resaltan que es un enclave defendido de manera natural por una serie de acantilados pizarrosos. E informan de que estuvo habitado alrededor de 400 años, desde el 1850 hasta el 1450 antes de Cristo.