Las diez mejores playas de la Costa Brava
Con 240 kilómetros de litoral, la Costa Brava es todavía un milagro a salvo de la sobreexplotación turística
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12345678910Playas de Begur
Sa Riera, junto a la vecina Aiguablava, puede que sea una de las calas/playa más conocidas de la Costa Brava. De fácil acceso, carácter familiar y a pocos minutos de Begur, uno de los pueblos imprescindibles para quien quiera concer la zona. Aiguablava (agua azul en castellano) y su parador nacional componen, para lo bueno (agua y paisaje) y para lo malo (masificación en verano), la postal arquetípica de la Costa Brava. El resto de playas de Begur (Sa Tuna, Aiguafreda, Playa Fonda...) son también imprescindibles.
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Playa de Portitxol (L'Escala)
Entre las sorpresas que depara la zona está la playa del Portitxol, que permite dar unas brazadas junto a los restos del antiguo puerto griego de Empúries, cuyo recinto arqueológico se encuentra al lado. Pendiente de entrada al mar poco pronunciada, acceso para personas con movilidad reducida, servicios y una buena oferta hotelera y gastronómica en los alrededores hacen de esta playa una excelente opción familiar. Desde el Portitxol se accede al Paseo de Las Dunas, camino de 2,5 kilómetros que bordea la costa y cuyo recorrido desde L’Escala hasta el pueblo medieval de Sant Martí d’Empúries permite disfrutar, a pie o en bicicleta, de excelentes panorámicas de las playas y de las ruinas arqueológicas.
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Playa de Sant Pere Pescador
Entre Sant Martí d'Empúríes y la población de Roses, siguiendo todo el perfil del golfo del mismo nombre, se extiende, junto a la playa de Pals (la de las antiguas antenas de Radio Liberty, más al sur), uno de los grandes arenales de la Costa Brava, en las antípodas de las calas más típicas. Su longitud (cerca de 40 kilómetros) y anchura hacen que incluso en agosto uno pueda conservar el espacio vital y plantar la toalla sin escuchar la conversación del vecino. Batida por el viento se ha convertido en una de las playas favoritas de los "kite surfers". En la parte central de la playa, el Parque Natural de los Aiguamolls (humedales) de l'Empordà.
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Playa de Cadaqués
Rocosas y no especialmente aptas para tostarse al sol (sí para dar unas brazadas), lo mejor de las playas de Cadaqués es la propia Cadaqués, por antonomasia el pueblecito "con encanto" más conocido de las costa de Girona. Enclavado en el parque natural del Cap de Creus, y tras una carretera de mil curvas, la irrupción de las casitas blancas de este pueblo que enamoró a Salvador Dalí deja sin habla al viajante. Tomar el aperitivo en una de sus terrazas y, como quien dice, remojarse en una de sus playas, casi con el «martini» en la mano, justifica por si solo un verano entero.
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Cala Taballera (Port de la Selva)
Habrá quien prefiera un playazo de arena fina donde echarse a dormir la siesta. Otros prefieren sacrificar algo de comodidad al plantar la toalla a cambio de disfrutar del agua cristalina que ofrecen las playas y los fondos rocosos. Cala Taballera es una opción para estos últimos. Ideal para la práctica del «snorkel».
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Cala Montjoi (Roses)
La inmensa mayoría de mortales que nunca pudieron cenar en El Bulli pueden al menos consolarse remojándose en la cala que acogió al que fue, antes de su cierre, el mejor restaurante del mundo. En el Parque Natural del Cap de Creus, Montjoi, de arena gris, y sus vecinas componen uno de los conjuntos de calas más bonitos de la zona. Por su carácter recogido, Montjoi en concreto disfruta de unas aguas tranquilas y no demasiado viento, aunque a cambio no sea excesivamente soleada, lo que se suma a las aguas normalmente frías de la zona (templadas para quien ha probado el Atlántico).
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La Boadella (Lloret de Mar)
Lloret concentra lo mejor y lo peor de la Costa Brava: el entorno excepcional por un lado, y la masificación turística por otra, en un pueblo (¿ciudad?) que lucha por sacudirse su fama de meca del turismo de borrachera. Afortunadamente, la juventud europea que acude a Lloret es de naturaleza más bien perezosa, con lo que desdeña las playas algo alejadas del centro. Una de ellas es La Boadella (entre Lloret y Blanes, límite de la Costa Brava por el sur) y que ofrece todo lo que uno espera de la Costa Brava: paisaje eascarpado, pinares y fondos rocosos... En un extremo se practica el nudismo.
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Cala Estreta (Palamós)
Para acceder a Cala Estreta (recogida, arena gruesa, fondo rocoso...) y el resto de pequeñas calas vecinas hay que utilizar parte del "camino de ronda", el sendero que casi asomado al algua era utilizado antiguamente por contrabandistas y marineros. En buena parte de la Costa Brava los "caminos de ronda" se han recuperado y son ahora transitados por muchos paseantes, que pueden combinar el paseo con un chapuzón cuando el calor aprieta. Como en la mayoría de calas recogidas, convivencia entre nudistas y textiles.
Playa del Señor Ramón (Santa Cristina d'Aro)
También conocida como cala Curcullada, la cala es una estrecha lengua de arena milagrosamente pintada entre un frondoso pinar y puede que las aguas más cristalinas del litoral de Girona. El acceso se realiza por una pista, que conduce al aparcamiento (de pago) de un chiringuito.
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Playa de Es Castell (Palamós)
Por su belleza, pero también por su historia, Es Castell es un regalo, y también una postal de lo que habría sido de la Costa Brava sin la presión turística y el afán constructor que ha arruinado muchos de sus paisajes. Fueron los vecinos de la zona quienes en 1994 decidieron en referéndum rechazar la construcción de un campo de golf en la zona, salvando así uno de los rincones más hermosos de la costa ampurdanesa. Los restos de un poblado íbero vigilan la playa en uno de los extremos. Fácil acceso.