Nagoro, el pueblo japonés habitado por muñecos
Tsukimi Ayano lleva décadas sustituyendo a los vecinos desaparecidos por muñecos a su imagen y semejanza
En una remota aldea de un valle de Japón la vida transcurre en calma, el campo mantienen a las 29 personas que se resisten a abandonar el pueblo para buscar mejor suerte en la ciudad. Hasta aquí la historia de Nagoro no es distinta a la de cualquiera de la España rural. Lo fantástico de esta localidad a pie de las montañas tiene nombre propio y se llama Tsukimi Ayano . Esta aldeana, cuya familia abandonó la zona cuando era niña ha puesto en el mapa, sin buscarlo, a este remoto pueblo de Japón.
En el año 2000 Tsukimi lo dejó todo para cuidar a su padre enfermo en Nagoro. A su llegada vio como la población que ella recordaba con 300 personas había disminuido de tal forma que el pueblo parecía abandonado. Las casas estaban cerradas, las tiendas habían echado las persianas para siempre, en las aulas de la escuela ya no se oían risas de niños y en las calles y el campo apenas se veían vecinos.
Atracción turística
Decepcionada por la mala cosecha de sus semillas decidió construir un espantapájaros semejante a su padre. Fue entonces cuando empezó a coser sus muñecos, hechos con paja, tela y ropa vieja . Uno a uno fue reemplazando a la población y construyendo un paisaje costumbrista en el campo, las calles y la escuela hasta llega a los 350 muñecos que «dan vida» a una población que se ha convertido en una verdadera atracción turística conocida como la Aldea de los Espantapájaros de Nagoro o la Aldea de los Muñecos.