La guerra sin cuartel en los aviones: ¿es correcto o no reclinar el asiento?

El vídeo viral de un pasajero aporreando la butaca delantera abre un acalorado debate sobre cómo debemos comportarnos durante un viaje

El enfurecido pasajero y aspecto de la cabina en un vuelo de Ryanair

Javier Ansorena

Entrar en la cabina de un avión fue antaño una experiencia de sofisticación y ahora es un campo de batalla. Volar era para muchos una forma de sentirse especial, entre sonrisas y detalles de la tripulación de cabina y modales exquisitos. Hoy puede ser un tormento de cuerpos y bultos apretados , con unas butacas que, como en un cuento de realismo mágico, no paran de encogerse. Las aerolíneas evolucionan a no regalar ni un «buenos días», mientras estratifican los servicios que antes eran básicos -elegir asiento, entrada preferente en cabina, comida y bebida, facturación de equipaje- para arañar dinero al pasajero mientras apretujan asientos en la clase turista.

El pasajero, estresado, tiene que pelear por un trozo de reposabrazos, armar una estrategia para colocar su equipaje de mano en el compartimiento superior y soportar los fideos chinos humeantes de su compañero. La última trinchera es el reclinado de la butaca , que ha causado un gran debate en EE.UU. y por el que recientemente se llegó a las manos en un caso que ha agitado la discusión sobre la comodidad en vuelo en el país.

«Malas formas»

Una pasajera de American Airlines , Wendi Williams , compartió un vídeo que ella misma grabó de un vuelo el pasado enero que corrió como la pólvora en redes sociales. En él se veía a Williams con su butaca aporreada por el pasajero de atrás, enfurecido porque ella había decido reclinar el asiento. Según su testimonio, el hombre le exigió «con malas formas» que devolviera la butaca a su posición original para poder comer con comodidad en la bandeja. Williams lo hizo, pero volvió a reclinar el asiento cuando el viajero acabó de comer. Enfureció y golpeó en la espalda de su asiento «como nueve veces», contó Williams. Fue entonces cuando decidió grabarle con vídeo, y en las imágenes se ve al pasajero de atrás con la bandeja desplegada, sobre la que ve un vídeo en su móvil. Con una mano, lanza golpes constantes al cabecera del asiento de Williams.

La víctima protestó a la tripulación , pero la auxiliar de cabina se puso del lado del golpeador, acusó a Williams de alterar el vuelo, la amenazó con echarla del avión «si decía algo más» y le exigió que borrara el vídeo.

Lo curioso del episodio es que ha despertado más reacciones contra quienes deciden reclinar su asiento que contra la actitud del pasajero que golpeó con insistencia a Williams.

Sardinas en lata

Es un ejemplo de lo agitado de la discusión pública sobre los modales de reclinar el asiento en el avión, que ha llevado a algunas aerolíneas a limitar la inclinación que permiten las butacas. Para algunos, es un derecho de los pasajeros, que ya viajan con suficientes estrecheces como para no permitirse una pequeña comodidad. Para otros, reclinar es empeorar todavía más esas estrecheces y dificulta a quienes quieren trabajar en su ordenador portátil durante el vuelo. Pedir permiso debería ser la forma educada de actuar, concluyen otros. Lo que todos coinciden es que ese problema no existía cuando los pasajeros de la sección de turista de los aviones no eran sardinas en lata.

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