El arquitecto que se propuso tener un campo de golf en su finca (y lo consiguió)
Enrique Corsini hace realidad su sueño de construir un campo de golf en Gandarilla (Cantabria) todavía desconocido por muchos aficionados
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
En la vida todos tenemos sueños, lo que ocurre es que unos son más fáciles de conseguir que otros. Sobre todo para los más luchadores, que se ponen un objetivo entre ceja y ceja y no paran hasta llevarlo a cabo. Como sucede con Enrique Corsini, un arquitecto cántabro que se propuso tener un campo en su finca de Gandarilla y no cejó hasta conseguirlo. «En principio se trataba de complementar la oferta turística que tenemos en San Vicente de la Barquera con una casa rural y un hoyo de golf para diversión de los visitantes«, comenta. Pero pronto vio que se le quedaba corta la idea y decidió ampliarla un poco más, porque »me aburría de jugar solo un hoyo y decidí hacer tres; y claro, ya puestos, al poco tiempo había completado los nueve reglamentarios para poder federarnos«, sonríe.
De manera que, en plena cordillera, rodeado de vacas, cérvidos y aves de todo tipo, se presenta ahora un campo de golf que es desconocido para la gran mayoría de los aficionados. «Tenemos un acuerdo con la Federación Cántabra por el cual vienen a entrenarse aquí los equipos regionales, pero nuestro objetivo de captar golfistas se queda ahí«, prosigue Corsini. »No queremos entrar en las plataformas de venta de 'greenfees' porque entonces no podríamos controlar el número de jugadores ni las posibles cancelaciones por el mal tiempo; preferimos atender únicamente a nuestros clientes del hotel y así estamos más tranquilos«.
Ese es el concepto que mejor define Shangri-La, el paraíso de la eterna juventud del libro 'Horizontes Lejanos'. En el monte, a 6 km de la costa, se respira tranquilidad por los cuatro costados. «Si hay algo que no he tenido en estos doce últimos años ha sido prisa», incide el propietario, «pues me daba mucha satisfacción ir haciendo modificaciones día a día sobre las ideas que me iban surgiendo. En este campo no ha habido nunca una planificación previa, sino que lo he ido improvisando por completo».

De ahí que, de una vegetación autóctona muy escasa (al ser prados de pasto vacuno no había apenas árboles) se haya pasado ahora a una finca con treinta y ocho especies arbóreas y cinco lagos que albergan patos, ocas, cisnes y numerosas especies ornitológicas que aprovechan sus láminas para anidar. Naturaleza en estado puro.
Los objetivos ahora han cambiado. «A estas alturas ya se trata más de un proyecto personal que empresarial y con ese cariño me lo estoy tomando«, reconoce Corsini, aunque para mucha gente (y especialmente para sus hijos) este sueño golfístico sea toda una locura. »Si conocieran los números que manejo igual no pensarían igual, pero no se los voy a enseñar«, bromea. Porque, al margen del dinero, está »la satisfacción personal de ver crecer el campo cada día y eso no me lo quita nadie«, concluye orgulloso.