Las diez mejores playas de Canarias para desconectar del mundo
Las Islas Afortunadas tienen todo el año temperaturas suaves para disfrutar de un paisaje volcánico original y de playas únicas
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12345678910La Playa del Inglés, aprovechar a fondo La Gomera
Aquí se presentan diez de las mejores playas de las Islas Afortunadas. Solo falta escoger la que más se ajuste a cada uno. Las islas Canarias cuentan durante todo el año con temperaturas suaves que permiten disfrutar de un paisaje volcánico original y de playas o calas sorprendentes. Llega el buen tiempo y no podemos dejar de pensar en nuestra escapada perfecta: ir a la playa, una de las aficiones más implantadas en nuestro país. En España afortunadamente no tenemos que limitarnos al verano, ya que contamos con las islas Canarias, donde podemos disfrutar de la playa todo el año. Hay que visitarlas, por lo menos, una vez en la vida.
La Playa del Inglés está considerada por muchos como la mejor de La Gomera, tanto para sus habitantes como para los turistas. Se encuentra en el municipio de Valle Gran Rey y servirá de base de operaciones para conocer mejor la isla.
Cuando se llega a la playa, algunos se llevan la primera sorpresa ya que, como otras playas canarias, es de arena negra al ser de origen volcánico. No es muy grande, unos 400 metros de largo.
Está salpicada de rocas y enclavada entre el mar y los acantilados. El lugar es de película. Aquí se puede acceder a pie, aunque hay una parada de guagua (autobús canario) municipal para las líneas 01, 05, 25, 32, 39, 61, 86 y 90.
Es una playa idílica, pero hay que ser prudentes en el baño porque aquí el Atlántico bate fuerte y hay que tener cuidado con el oleaje. La falta de equipamientos y el escaso terreno propicio para edificar han contribuido a mantener su estado, casi virgen. También dispone de una amplia zona para practicar el nudismo. La tranquilidad aquí es absoluta.
Avistamiento de delfines y cachalotes
No muy lejos de la Playa del Inglés se encuentra el Puerto de Vueltas, fondeadero de falúas de pescadores y embarcaciones de recreo. La bondad del clima local permite que casi todas las actividades marinas se mantengan operativas en invierno. Una de ellas es de lo mejor que se puede ver en la vida. Excursiones Tina organiza a diario salidas para el avistamiento de cetáceos (delfines, cachalotes, rorcuales) y tortugas marinas. Es una experiencia que no se puede olvidar fácilmente.
Otra de sus excursiones, más larga, conduce hasta el famoso Monumento Natural de Los Órganos. Se trata de un acantilado en el que el magma, al enfriarse, ha dibujado curiosas formas que, desde la distancia, parecen un órgano. Mide 175 metros de altura y solo puede apreciarse en su totalidad desde el mar.
Por tierra, la ruta más recomendada inicia la subida hacia el interior, pasando por el Mirador del Palmarejo, diseñado por César Manrique. Desde aquí, se puede volver la vista sobre el Barranco de Valle Gran Rey y sus laderas, salpicadas de pequeñas explotaciones agrícolas en forma de terrazas superpuestas. El paisaje resulta muy curioso, especialmente para los niños.
Artesanía y tradición de La Gomera
La ruta pasa por los pueblos de El Cercado, centro de cerámica local, y Chipude, donde seguramente se puede oír el famoso silbo gomero. El lenguaje silbado característico de La Gomera nació cuando los pobladores prehispánicos tuvieron que aprender a comunicarse salvando las montañas de la isla. Desde hace unos años se ha iniciado un trabajo para protegerlo y actualmente forma parte del sistema de educación de La Gomera.
Poco después, se llega al Parque Nacional de Garajonay. Creado en 1981, representa todo lo contrario a la aridez volcánica que caracteriza la zona. Ocupa el macizo del Alto de Garajonay, el más alto de la isla (1.487 metros) y dispone de un microclima propio, marcado por la elevada humedad y la niebla frecuente.
De repente, parece que se ha cambiado de continente. Esto ha hecho que permanezca cubierto de forma permanente por el conocido monteverde canario: la laurisilva. Árboles y arbustos de origen milenario recuerdan la vegetación que pobló la cuenca mediterránea hace millones de años, antes de los cambios climáticos que afectaron a Europa y África.
Para terminar de conocer La Gomera, hay que probar la miel de palma, que se usa tanto para postres como para ambientar cócteles, o el queso fresco hecho con leche de cabra autóctona, una raza prehispánica. Otra receta tradicional es el potaje de berros, siempre servido en platos de madera, por ejemplo de sabina. Para probar estas delicias, en Alajeró, bajando de Garajonay hacia el mar, se encuentra el restaurante El Paso (tel.: 922 895 444). Ya en la costa, en Puerto de Santiago, el restaurante Pancho (tel.: 922 861 323) ofrece buena cocina y vistas sobre la playa.
El Charco Azul, una piscina en el mar en El Hierro
El Golfo es el nombre que recibe la costa de la isla de El Hierro, orientada hacia el Atlántico abierto. El Charco Azul se encuentra situado en medio del mismo. Es una playa única porque acoge una fantástica piscina natural formada por el propio oleaje del mar, algo que se puede ver en muy pocos lugares de Europa…
Las dos piscinas naturales que componen el Charco Azul no son las únicas que permiten bañarse sin riesgo alguno en las aguas del Atlántico. Su atractivo es la espectacularidad del paisaje. Una parte de la piscina forma una pequeña cavidad, perfecta para protegerse del sol y del viento en caso necesario.
El Charco Azul ha sido acondicionado para el visitante. Cuenta con protecciones frente al mar y con escaleras para facilitar el acceso, ya que se tiene que bajar al nivel de mar desde la costa, lo que puede llevar unos 20 minutos. Es un espacio público, por lo que su uso es totalmente libre y gratuito.
Relax y romanticismo en El Hierro
El estar justo en la mitad del litoral, hay que decidir hacia qué lado se prosigue la visita por El Golfo. Si se opta por el norte, se llega a la cabeza del municipio: La Frontera. Después se puede seguir hacia Las Puntas y visitar el Hotel Punta Grande: un lugar de récord. El Libro Guinness de los récords lo considera el hotel más pequeño del mundo.
Es un lugar curioso porque era un antiguo almacén de aduanas reconvertido en un coqueto establecimiento con apenas cuatro habitaciones y un restaurante (tel.: 922 559 081). Parte de la decoración interior proviene de los restos de barcos naufragados o abandonados. Las habitaciones no tienen teléfono ni televisor. Situado sobre el mar, el ruido de las olas rompiendo contra el embarcadero es prácticamente el único sonido que se puede escuchar a cualquier hora. Es ideal para tener unos días de relax total.
Si se escoge la dirección sur, la carretera de Los Llanillos conduce hasta el balneario del Pozo de la Salud, reconocido por las propiedades medicinales de sus aguas, y a Sabinosa, el pueblo más occidental de España. Sabinosa debe su nombre a las sabinas, pequeños árboles autóctonos retorcidos por la fuerza del viento que llega a El Hierro con toda la furia del Atlántico.
Punta Orchilla, el faro del fin del mundo
La ruta por El Hierro depara una visita a la playa del Verodal, la única de arena rojiza. Su color procede de la tierra vertida en ella durante las obras de una carretera hace años. Al estar desprotegida, suele tener un fuerte oleaje y un cartel avisa del riesgo de desprendimientos. Más adelante, se llega «al fin del mundo»: el faro de Punta Orchilla. Este lugar estuvo considerado, antes del descubrimiento de América, como el final de la tierra conocida.
En el camino al pueblo de La Frontera, se pasa por el santuario de Nuestra Señora de los Reyes, patrona de la isla, y por el Centro de Interpretación del Parque Cultural de El Julan, dedicado a los primeros pobladores de El Hierro, los bimbaches. Paseando por este centro, se puede comprender un poco mejor a los habitantes de las isla.
En la oferta gastronómica de El Hierro destaca el restaurante del Mirador de la Peña, en Guarazoca (tel.: 922 550 300). Es obra de César Manrique y el mejor punto de observación sobre la costa de El Golfo y también sobre las suculencias como las papas arrugadas (patatas hervidas en agua salda) o el gofio (harina de cereales que fue la base de la alimentación del pueblo guanche), todo ello regado por un buen vino blanco de la Denominación de Origen El Hierro.
En Valverde, la capital de la isla, se encuentra Casa Goyo (tel.: 922 551 263), donde se puede degustar el rancho canario y el merengón de coco.
Playa del Papagayo, el embrujo de Lanzarote
En el extremo sur de la isla, Playa del Papagayo es quizás la preferida por los lanzaroteños. Son siete kilómetros de calas situadas entre roquedales y peñascos. Después, se puede completar el viaje con una visita a otra maravilla de la naturaleza: el Parque Nacional de Timanfaya.
Las aguas de Playa Papagayo fueron, en su momento, un fondeadero de pescadores. Hoy en día son una irresistible atracción: agua limpia, espacio para poner la toalla sin problemas y sol garantizado.
Si se quiere andar un poco, es importante aprovechar la marea baja para poder ir de una zona a otra sin demasiadas dificultades. Puerto Muelas, ya pasada la Punta del Papagayo, cuenta con zona nudista y camping. Los amantes del trekking lo pueden usar como base para las rutas de senderismo en el Monumento Natural de los Ajaches.
De compras en Playa Blanca
Al otro lado de Playa Papagayo, se llega a Playa de las Mujeres, más grande y abierta. Esta zona se encuentra entre Playa Blanca y el Puerto Deportivo Marina Rubicón. En los dos hay muchas tiendas que venden productos de marca. Además, con paciencia y esfuerzo, se pueden encontrar gangas más baratas que en la Península, ya que no hay que pagar IVA.
El puerto ofrece una amplia oferta de actividades, como cruceros en catamarán, buceo o subir a un barco-taxi con visión submarina hasta Playa Papagayo. Desde Playa Blanca, se puede llegar cómodamente a Yaiza, capital del municipio. Es un coqueto pueblo de casitas blancas que parecen haber sido ubicadas al azar sobre la superficie volcánica de la isla.
No muy lejos, se puede visitar Los Hervideros, donde las aguas del Atlántico rompen contra la costa de lava basáltica. También en la misma zona se encuentran las Salinas de Janubio, que conservan restos de su antigua actividad. Es todo un espectáculo de la naturaleza.
En dromedario por el Parque Nacional de Timanfaya
Yaiza es también la puerta de entrada al Parque Nacional de Timanfaya. Este parque es el resultado de una serie de erupciones volcánicas que, entre 1730 y 1824, sepultaron varios pueblos en un mar de lava y que hicieron emigrar a miles de personas.
El paisaje de las Montañas de Fuego recuerda mucho a las imágenes del hombre sobre la Luna. En esta zona, apenas sobreviven algunos animales, como las musarañas, pero uno de ellos es el símbolo de Lanzarote: el lagarto de Haria.
Timanfaya ocupa una cuarta parte de Lanzarote. Se puede visitar a pie o en autobús, pero lo más auténtico es hacerlo en dromedario, desde el Punto de Información de Echadero de los Camellos. Otra alternativa para los que cuenten con unas condiciones físicas aceptables es la ruta que recorre el litoral, entre Playa del Paso y Playa de la Madera.
Es una maravilla. Esta zona, de acceso libre, deja el mar a un lado y las montañas de lava al otro. Para regresar, hay que volver por el mismo camino, con lo que es preciso calcular con bastante exactitud el tiempo.
Para reponer fuerzas, en el mismo parque, en el Islote de Hilario (punto de salida de los autobuses), se encuentra el restaurante El Diablo, otra creación de César Manrique. Está diseñado de tal forma que aprovecha el calor que emana de la tierra para cocinar platos típicos de Lanzarote. El resultado es una cocina puramente volcánica. Se recomienda comer allí, pero visitarlo es imprescindible. Sus vistas y su diseño son impresionantes.
Los mejores platos de Yaiza se encuentran en La Bodega de la Casona (tel.: 928 836 262), donde se pueden apreciar platos como los huevos estrellados y el cherne, un pescado en tempura.
Maspalomas, la gran duna de Gran Canaria
La playa de Maspalomas parece una porción del Sáhara que haya cruzado el Atlántico hasta Gran Canaria. Es una visión espectacular, muy difícil de ver en España. Esta zona, con dunas de arena que rompen en el horizonte, es uno de los destinos turísticos con más fama de Canarias. Todo está pensado para disfrutar del sol, del relax y del ocio en cualquier época del año.
Muy cerca de estas dunas se encuentra la playa; una extensión de casi tres kilómetros de arena blanca y fina. A pesar de enfrentarse al Atlántico sin obstáculos naturales, sus aguas son tranquilas y permiten el baño durante todo el año.
Su extensión y la cercanía a otras playas, como las del Inglés o Meloneras, situadas al otro lado del faro de Maspalomas, multiplican las posibilidades de la estancia.
Excursiones entre dunas y volcanes
La visita puede continuar en la Reserva Natural de las Dunas. Las dunas son móviles, es decir, el viento (los famosos alisios) procedente del mar las sigue empujando y cambiando de sitio, aunque a simple vista no se detecte. Se puede pasear entre estos gigantes de arena o atreverse con una expedición a lomos de un camello. Si no hay prisa, se recomienda esperar a la puesta de sol y sacar unas fotografías espectaculares del litoral canario.
Maspalomas es el punto ideal para realizar excursiones por el interior de Gran Canaria y llegar hasta el mirador del Pico de las Nieves, a 1.945 metros de altura, la cumbre de la isla. Al mirador se puede acceder en coche propio o en un 4x4 alquilado, que se adaptará mejor a las pistas forestales.
Habrá que atravesar el Barranco de Fataga y la Caldera de Tirajana, con un espectacular cráter de más de 40 kilómetros de diámetro; toda una visión de tierra de origen volcánico quemada por el sol. El esfuerzo dará su recompensa al llegar al mirador, ya que permite unas vistas sobre el Roque Nublo, la otra cima de la isla, y el Teide, en la cercana Tenerife.
Si se viaja con niños, se puede visitar Palmitos Park. Este parque, además de tener una gran colección de orquídeas, reúne decenas de animales, entre aves exóticas, rapaces, primates, ualabis, suricatas, etcétera. Para quienes prefieran remojarse a fondo, muy cerca se encuentra el parque acuático Aqualand Maspalomas.
Maspalomas, zona de ocio y diversión
Por la noche, Maspalomas se transforma. La tranquilidad da paso a restaurantes con música en vivo, locales de cualquier tendencia y nivel, y espectáculos de variedades, como el de Garbo’s. Otro atractivo es la posibilidad de probar fortuna en alguno de los casinos de la zona, como el Casino Palace Gran Canaria o el Gran Casino Costa Meloneras
Por supuesto, la oferta gastronómica es igual de rica y variada. En Maspalomas se puede degustar tanto la cocina tradicional como la más moderna y cosmopolita. Esta variedad va desde la ropa vieja, los huevos mole, el caldo de pescado y las tortitas de plátano hasta la langosta con verduritas y salsa de coco que el chef José Rojano (2 Soles de Repsol) ha propuesto en su etapa en el restaurante del Club de Golf Maspalomas (tel.: 928 762 581) y ahora en el Hotel Santa Catalina.
Otros restaurantes destacados son el Bamira (1 Sol de Repsol), en la Playa de San Agustín (tel.: 928 767 666), y El Senador, ubicado muy cerca del faro de Maspalomas (tel.: 928 140 496).
Playa Blanca, zona surfera de Fuerteventura
Se trata de la playa más famosa de Fuerteventura y es el lugar que escogen muchos de sus habitantes para disfrutar del mar y del sol. Pero, sobre todo, les encantará a los surferos. Sus condiciones meteorológicas –sopla bastante viento– hacen de ella un lugar ideal para la práctica de deportes acuáticos como el windsurf.
Esta zona también es famosa porque contó entre sus habitantes con un ilustre escritor español: don Miguel de Unamuno. Playa Blanca no es la única que pertenece al municipio de Puerto del Rosario. Hay otras playas, como El Matorral, Puerto Lajas o Los Molinos, que también disponen de todos los servicios necesarios.
Sin embargo, Playa Blanca, que mide 875 metros de longitud, es la más frecuentada por los habitantes de la capital. Aquí se puede llegar cómodamente, incluso en autobús, con lo que se ahorra el alquiler de un coche. Una vez en la playa, es fácil acostumbrarse a su arena.
Al estar en una zona abierta al Atlántico, sin barreras de por medio, es muy frecuente que los vientos levanten oleaje. Es precisamente este viento el que, en temporada, sobre todo en invierno, hace las delicias de los aficionados a deportes como el surf, el windsurf o el kitesurf. Si no se ha probado antes alguna de estas actividades, es una buena ocasión para hacerlo. Escuelas y cursos rápidos de iniciación hay de sobras.
Unamuno, un visitante ilustre
La cercanía con Puerto del Rosario permitirá conocer a fondo la capital de Fuerteventura. Esta ciudad se enorgullece, ante todo, de su bagaje cultural. Puerto del Rosario dispone de un parque escultórico con más de 50 obras que aparecen sorprendentemente en cualquier esquina, plaza o calle.
Una parada cultural obligatoria es la Casa Museo Unamuno. Se trata de un edificio del siglo XIX en el que se encontraba el Hotel Fuerteventura. Aquí vivió el filósofo y escritor, desterrado por orden del dictador Primo de Rivera. El 12 de marzo de 1924, don Miguel de Unamuno llegó a Puerto de Cabras, nombre oficial de Puerto del Rosario hasta 1956.
En aquella época, Fuerteventura estaba considerada un territorio de ultramar. Después de la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, este era el destino de los exiliados políticos españoles. En la Casa Museo se reproduce fielmente, con objetos de su uso personal y textos originales, el ambiente en el que Unamuno pasó una buena temporada. Finalmente, regresó a España en 1930, después de pasar por París.
La Fuerteventura tradicional
De camino al interior, es muy interesante la visita al Mercado Artesanal de Vega de Tetir, que se celebra en esta localidad el segundo domingo de cada mes. En él se encuentra la mejor artesanía local, en muchos casos procedente de oficios rescatados del olvido.
Muy cerca, en Tefía , se halla el Ecomuseo de La Alcogida. Se trata de un conjunto de casas antiguamente ocupadas por los campesinos del pueblo, que acabó perdiendo la mayoría de su población. Las casas se han rehabilitado siguiendo la tradición de las viviendas de piedra de los majoreros, incluso conservan los nombres de sus antiguos inquilinos: los Cabrera, los Herrera, la señora Herminia o el señor Donato. Este museo permite echar la mirada atrás y conocer la curiosa y dura vida rural de la isla en las décadas anteriores a la explosión del turismo.
Esta zona del centro de la isla es quizás la más recomendable para saborear los platos más populares de Fuerteventura. Por eso se aconseja, desde Tefía, recorrer apenas 20 kilómetros para comer en Casa Santa María, en Betancuria (tel.: 928 878 282). Se trata de un caserón con jardín del siglo XVI donde se pueden degustar sus especialidades de cabrito y cordero. Para los productos del mar, se recomienda La Manduka (tel.: 928 344 657) o Tasca La Lasquita (tel.: 928 859 126), los dos en Puerto del Rosario.
El Puertito, puerta de entrada a la Isla de Lobos
El Puertito no es exactamente una playa. En realidad, es un conjunto de pequeñas calas al amparo de un diminuto embarcadero de pescadores que lo hace pintoresco y especial. Al ser un puerto natural protegido por rocas y arrecifes, sus aguas son muy tranquilas.
Uno de los grandes atractivos de El Puertito, además, es que está enmarcado en el Parque Natural de la Isla de Lobos.
La Isla de Lobos es un parque natural y debe su nombre a la población de focas monje, o lobos de mar, que antes recalaba en sus costas pero que ahora, desgraciadamente, ya no existe debido a la acción de los cazadores y pescadores.
Es una zona de gran riqueza ornitológica y cuenta con flores autóctonas, como la siempreviva. Su fondo marino también es reserva natural. Los aficionados al submarinismo podrán disfrutar de una inmersión única.
Es importante tener presente que para moverse entre las playas y la isla de Lobos y Corralejo en la costa de Fuerteventura, se tiene que hacer en barco. Para ello, existen tres embarcaciones de línea regular que están operativas entre las diez de la mañana y las cinco de la tarde.
Así que se debe confirmar previamente el regreso desde Lobos para no quedarse en la isla, ya que esta no cuenta con plazas de alojamiento, tan sólo con una pequeña zona de acampada. Para pernoctar en ella hay que pedir previamente un permiso al cabildo (la entidad administrativa de Fuerteventura).
Una visita completa
Si se quiere visitar a fondo la Isla de Lobos, es mejor madrugar. Así, uno se puede bañar temprano en la playa y, posteriormente, dar un paseo por la isla, que no es muy extensa (apenas 4,5 kilómetros cuadrados). La Caldera, con 120 metros, es el punto más alto de Isla Lobos y permite una excelente panorámica sobre la isla; una especie de portaaviones rocoso y desértico anclado en el mar.
El camino marcado conduce al faro de Martiño y a la playa de La Concha, que prefieren los amantes de los espacios abiertos. Esta es la última parada antes de regresar al punto de partida: El Puertito y el embarcadero de los barcos que devuelven a los visitantes a Corralejo.
Las dunas de Corralejo
De vuelta a Fuerteventura, se acentúa la comparación entre la Isla de Lobos y Corralejo. No hay más que ver la cantidad que hay de locales, restaurantes, hoteles de las principales cadenas internacionales y atracciones pensadas para el visitante, básicamente extranjero.
Corralejo también dispone de playas muy concurridas, como las de Puerto Remedios-Las Agujas o Punta Prieta. Un poco más lejos, se puede visitar la Reserva Natural de las Dunas, que incluye el cono volcánico de la Montaña Roja. Desde estas playas se tiene una visión perfecta de Isla de Lobos, que ocupa toda la línea del horizonte.
Corralejo pertenece al municipio de La Oliva, que tiene otros lugares de interés si se mira hacia el interior. En la Escuela de Calados de Lajares se puede ver algo único en el mundo: las caladoras tejiendo con mucho cuidado y concentración los manteles artesanales típicos de la isla. En La Oliva destaca la Casa de los Coroneles; un imponente edificio con forma de fortín levantado en el siglo XVII por la poderosa familia Cabrera Béthencourt, los señores de la isla. Durante muchos años, estuvo considerada la construcción más importante de Fuerteventura.
En La Oliva hay una excelente ocasión de probar la comida típica de la isla en el Mesón Tío Bernabé (tel.: 928 535 895). El caldo de pescado es su especialidad. Si se prefieren los sabores más modernos, el afamado cocinero catalán Carles Gaig es el responsable de La Cúpula, restaurante del Gran Hotel Atlantis Bahía Real, en Corralejo (tel.: 928 536 444).
Con todo, la mejor experiencia es probar una paella o una fritura de pescado en el Restaurante Isla de Lobos, regentado por los hijos del antiguo farero en la pequeña isla. Por su pequeño tamaño, es imprescindible reservar con antelación (tel: 928 879 653).
Playa Grande, en el animado Puerto del Carmen
Este puerto de pescadores se ha convertido, con el paso de los años, en una de las zonas turísticas más importantes de Lanzarote. Para muchos viajeros, Puerto del Carmen y sus playas, entre las que destaca Playa Grande, son el primer contacto con la isla.
Esta es una opción ideal para aquellos a los que les guste disfrutar de unos días de sol y mar, rodeados de servicios y comodidades. Puerto del Carmen se encuentra a apenas diez minutos en coche del aeropuerto de Arrecife, por donde llega prácticamente todo el turismo a Lanzarote.
Playa Grande, como su nombre indica, es la más extensa de Puerto del Carmen. Cuenta con más de seis kilómetros de litoral, apenas salpicado por algunos obstáculos rocosos. Por lo tanto, aquí no hay ninguna dificultad para encontrar el mejor lugar y aprovechar a fondo las horas de acción del suave y relajante sol invernal.
Al igual que en las playas de Pocillos y Matagorda, la arena de Playa Grande es fina y dorada, algo que por estas zonas no es muy habitual. Es una playa urbana unida al paseo marítimo, lo que facilita el acceso también en casos de personas con movilidad reducida. En los últimos años, se ha convertido en una de las playas más visitadas de toda la isla.
Una ciudad activa y pensada para la familia
Por la noche, la principal actividad de los visitantes es callejear por el animado Puerto del Carmen y curiosear entre sus tiendas de ropa, artesanía y recuerdos tradicionales canarios. Esta zona de Lanzarote se caracteriza por potenciar el turismo familiar. Los hoteles y los parques de ocio están pensados para que los niños no se aburran. Una de las atracciones más interesantes es el parque temático Rancho Texas Park, que cuenta con una colección de animales norteamericanos (bisontes, pumas, etc.) y ofrece espectáculos de lazo vaquero o actuaciones de baile country.
Cetáceos en Puerto Calero
Puerto Calero, al sur de Puerto del Carmen, es una zona de turismo de calidad. El edificio del antiguo varadero, en el puerto deportivo, se ha transformado en el Museo de Cetáceos de Canarias. Es una buena iniciativa para saber más sobre la vida de estos mamíferos desde un enfoque interactivo. Allí se puede hacer lo que nunca dejan en un museo: tocar huesos y dientes, incluso barbas de ballena, oír el sonido de los delfines y apreciar las reproducciones a tamaño real. Se trata de una visita especialmente recomendable para las familias.
En el mismo Puerto Calero se encuentra uno de los mejores restaurantes de Lanzarote: Amura (1 Sol de Repsol) (tel.: 928 513 181). Hay pocas cosas más sabrosas en la isla que probar su tarrina de foie con cherne ahumado mientras se disfruta de una amplia vista sobre los veleros amarrados en la marina. En La Cañada, en Puerto del Carmen (tel.: 928 510 415) la especialidad son las carnes a la brasa.
El Charcón, sabor a Fuerteventura
Fuerteventura, la primera isla canaria en superficie de litoral, presume de tener las mejores playas del Atlántico. Un ejemplo es la zona de El Charcón, en El Cotillo, rodeada de un paisaje prácticamente virgen.
El Charcón tiene más de trescientos metros de longitud y es una playa abierta, sin obstáculos. Se encuentra en la población de El Cotillo, que pertenece al municipio de La Oliva, algo alejado de las zonas más concurridas de Fuerteventura. Al pasear por esta playa, se puede apreciar cómo su fina arena dorada se mezcla con gravilla y piedra.
El viento llega directamente del Atlántico, pero esto no impide que el baño sea relativamente cómodo. Al igual que en el resto de las playas de Fuerteventura, el oleaje es tranquilo. Una de las actividades preferidas de los turistas es pasear sin prisas por el agua mientras se toma el sol, algo muy relajante e imprescindible.
Los Lagos, un espectáculo de color
La playa de El Charcón se encuentra a apenas veinte metros de la carretera que lleva a El Cotillo, cuyo centro está a unos siete kilómetros. De camino, se puede parar para visitar el faro de Tostón (en la Punta de la Ballena), que parece una torre que se hayan dejado abandonada en la playa.
La siguiente zona de interés son Los Lagos. Se trata de un trozo de litoral de Fuerteventura que lucha contra la presión urbanística. Se caracteriza por los arrecifes que contienen el oleaje del Atlántico a escasos metros de la costa. El agua queda mansa en los lagos, lo que permite un baño tranquilo, especialmente para los niños, que disfrutarán como nunca. La combinación de arena blanca, agua turquesa y rocas volcánicas negras llama poderosamente la atención de los viajeros. Los turistas procedentes del norte de Europa suelen acaparar los mejores sitios por lo que es recomendable madrugar si uno quiere bañarse en ellos.
El Cotillo, centro de vida marinera
El Cotillo es un antiguo puerto natural en el que se encuentran muestras de su vida marinera. Se puede pasear por su puerto y por sus calles, y sentarse a disfrutar con tranquilidad de sitios como el Rincón de las Mentiras. En él todavía se reúnen los pescadores majoreros, nombre que reciben los originales de Fuerteventura.
Otro punto de interés es la torre de Tostón, levantada en 1743. Es un pequeño castillo de estilo quesero, de forma cilíndrica y achatada. Se construyó para defender la zona de los ataques de los piratas. En el interior se puede visitar la exposición dedicada a la cultura majorera y el punto de información, que servirá para planificar mejor la visita. Este lugar, sobre todo, es el sitio ideal para observar la puesta de sol. Un poco más alejada, hacia el interior, se encuentra una pequeña ermita de paredes blancas y curioso nombre: Nuestra Señora del Buen Viaje.
Antes de emprender ese buen viaje, nada mejor que reponer fuerzas. En El Cotillo, el mejor pescado fresco se sirve en El Roque de los Pescadores (tel.: 928 538 713), un restaurante con sabor a mar. Otra buena opción se encuentra en La Marisma (tel.: 928 538 543).
Las Canteras, el pulso de Las Palmas de Gran Canaria
Las Canteras marca como ningún otro lugar la personalidad de Las Palmas, las 24 horas del día, todos los días del año. Por eso es el sitio perfecto para planificar una visita a la capital grancanaria.
Las Canteras es una playa urbana de grandes dimensiones, en la que todo el mundo, visitantes y locales, pueden encontrar su sitio.
Debe buena parte de su encanto a la Barra de las Canteras, unos arrecifes que frenan el oleaje del Atlántico y permiten un baño tranquilo, incluso cuando, tras esta barrera, se observa un mar enrabietado. Cuando la marea baja lo suficiente, se puede acceder a la Barra sin problemas.
En Las Canteras hay zonas muy diferenciadas. Si se quiere un ambiente más relajado y familiar, hay que ir a la Playa Chica. En Peña la Vieja y La Cícer, donde la Barra disminuye, se puede ver cómo decenas de surfistas se lanzan en busca de la ola adecuada para “montarla”.
Para conseguir una foto particular, conviene ir hasta el extremo sur de la playa. La zona de Los Muellitos ofrece una buena panorámica sobre Las Canteras y el vecino Auditorio-Palacio de Congresos Alfredo Kraus, obra de Óscar Tusquets. Al otro lado de Las Canteras, en La Puntilla, se divisa la escultura Juego del viento, obra de César Manrique.
Una playa con página web propia
La vitalidad de Las Canteras se refleja en la devoción que los habitantes de Las Palmas sienten hacia ella. Para comprobarlo, solo hay que visitar la página web www.miplayadelascanteras.com, que el fotógrafo Tino Armas y el informático Salvador Galván pusieron en marcha hace seis años. Esta web se ha convertido en el mejor foro posible sobre la actualidad de la playa, con comentarios de la gente del barrio y de los usuarios, fotografías del mismo día colgadas en la página y cámara web en directo.
Desde Las Canteras, es muy fácil acceder a las zonas con mayor animación de Las Palmas. Al caer el sol, se recomienda mezclarse entre los lugareños y pasear por El Confital, situado al norte de la playa. El paisaje que se contempla desde ahí es extraordinario a esas horas. Otras zonas bulliciosas son el parque de Santa Catalina y el centro histórico de la capital, la Vegueta. Una sugerencia: si se quiere conocer Las Palmas en su mejor momento, con ocasión de los carnavales, en febrero, hay que reservar el alojamiento con la antelación suficiente.
Las Palmas, una ciudad de museos
Las Palmas cuenta con varios museos cuya visita es más que interesante. Uno de ellos es la Casa de Colón, mal llamada así porque el almirante nunca vivió en ella. Este palacete de estilo gótico-isabelino fue la casa de los gobernadores. En su interior esconde el Patio de Armas y el Patio del Pozo. Por su parte, el Museo Canario recuerda a los antiguos pobladores de las islas.
El Museo Néstor, en la Plaza del Pueblo Canario, está dedicado a la figura de Néstor Martín-Fernández (1887-1938). Fue uno de los grandes pintores simbolistas y su obra influyó en Salvador Dalí. El Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) es una decidida apuesta por integrar Canarias en el circuito del arte contemporáneo.
Comer bien en Las Palmas es tarea sencilla, como por ejemplo, en Hoya la Vieja (tel.: 928 360 460), un restaurante pequeño y acogedor. Los jueves preparan el tradicional puchero canario, pero es mejor reservar mesa si uno no quiere quedarse en la puerta. En Ágape (tel.: 928 371 935), se prueba un menú más elaborado, basado eso sí en la cocina de mercado. Pero no se puede salir del restaurante que sea sin antes haber probado los deliciosos enyesques o aperitivos canarios: carajacas, ropa vieja, pata asada, papas arrugadas, mojo…
El Arenal, la playa de Tenerife menos conocida
Esta playa de arena negra y poco frecuentada permite conocer una de las zonas más interesantes del litoral de Tenerife y acercarse hasta San Cristóbal de La Laguna, una de las trece ciudades españolas Patrimonio de la Humanidad.
La Playa del Arenal se encuentra entre Punta del Hidalgo y Bajamar, al norte de Tenerife. A esta zona se llega por un pequeño sendero que parte de la carretera, junto al Hotel Neptuno. A pesar de contar con una estación de autobús próxima y con un camping, no es una playa masificada.
En invierno, su arena negra sirve de base de operaciones a decenas de amantes del surf, que se benefician del aumento de la fuerza del viento coincidiendo con el fin de la estación más cálida. La convivencia entre bañistas y surfistas es muy buena.
En El Arenal, es aconsejable combinar la estancia con visitas a otras zonas vecinas, como las sorprendentes piscinas intermareales de Puerto Hidalgo y Bajamar. Son barreras levantadas mediante el uso de barandillas y muros que rompen la fuerza del mar y permiten bañarse con tranquilidad.
Entre ambos puntos, se sitúa El Puertito, refugio para las pequeñas barcas de los pescadores de la zona, y el faro de Punta del Hidalgo. Este faro mide 50 metros de altura y llama la atención por la originalidad de su diseño: una flecha de hormigón blanco que apunta al cielo. Es uno de los faros más modernos de España, ya que entró en funcionamiento en 1994.
La Laguna, Patrimonio de la Humanidad
Desde El Arenal, se puede emprender el camino hacia San Cristóbal de La Laguna, cabeza del municipio. Es una de las trece ciudades españolas distinguidas como Patrimonio de la Humanidad, lo que la equipara a Santiago de Compostela, Toledo, Córdoba o Salamanca. Esto da una idea de lo que se puede encontrar allí: una ciudad universitaria y monumental que fue la capital de la isla hasta 1833.
Hacer una enumeración de los edificios remarcables de San Cristóbal de La Laguna es una tarea inútil. Lo mejor es dejarse llevar por un guía oficial en la primera visita para después regresar y perderse. Así se puede conocer mejor la iglesia de la Concepción, el ayuntamiento (en la antigua Casa del Corregidor), el palacio de Nava y Grimón, el Real Santuario del Cristo de La Laguna, el ex convento de San Agustín o el mercado de San Miguel, que muchos siguen considerando el epicentro de la actividad local.
Un diseño que hizo historia
También hay que fijarse en la insólita distribución en cuadrícula de Villa de Abajo, uno de los dos núcleos en los que se divide la ciudad. Esta distribución, pionera en los siglos XVI y XVII, pasó posteriormente al Nuevo Mundo y fue adaptada en ciudades como La Habana y Lima. Pero no todo son guiños al pasado; La Laguna también cuenta con un joven museo dedicado a la divulgación: el Museo de las Ciencias y el Cosmos. Es muy interactivo y está pensado especialmente para “aliviar” a los más jóvenes de tanta referencia histórica. Será una visita ideal para toda la familia, en particular cuando cae la tarde.
Aparte de historia, San Cristóbal de La Laguna también dispone de buenos restaurantes. En El Timple (tel.: 922 250 240), el chef Benito Álvarez propone una pequeña renovación de la cocina canaria, basada en las raciones más que en el clásico menú. Silbo Gomero ( 1 Sol de Repsol) (tel.: 922 310 355) también apuesta por la cocina con raíces. En ambos establecimientos se pueden degustar platos con productos imprescindibles en la comida tinerfeña: miel, papas, pescado fresco y, en cuanto a carne, conejo y cerdo. ¡Descubre su encanto!