Tienen que quebrarse al doblarlas y otros trucos para comprar judías verdes
Nuestro país es el cuarto productor mundial, aunque la competencia de Marruecos ha reducido su producción
Hay platos que por distintos motivos nos dejan recuerdos permanentes. Entre ellos están las judías verdes con tomate que nos hacía mi madre durante los veranos en Asturias. No me pregunten por qué, sólo sé que me gustaban mucho. Bastante más que el resto de hortalizas que, salvo el tomate, no me provocaban el mismo entusiasmo. Con los años he podido comprobar que casi todos los niños comen bien estas judías verdes que, según las cifras oficiales, son las verduras que más se consumen en fresco en España . Por algo nuestro país es el cuarto productor mundial, aunque la competencia de Marruecos, con unos costes de producción muy inferiores, ha reducido considerablemente la cantidad en los últimos años, especialmente de las que se cultivan en invernaderos andaluces. Pero, como ocurre con tantas otras hortalizas que estamos repasando en esta serie, las mejores son las de verano, que es cuando están en plena temporada.
Conocidas como vainas en el País Vasco, habichuelas en Andalucía, fréjoles en Asturias o ejotes en México, que es de donde proceden, las judías verdes no se llaman así por su color, de hecho algunas variedades son amarillas o moradas, sino porque son las vainas o cáscaras de las alubias que se recolectan cuando aún están sin desarrollar, sin haber formado el grano. En ese momento se consideran una verdura, luego serán legumbres. Si las ven en el mercado, un consejo: las frescas tienen que quebrarse al doblarlas . Y apenas tienen hebras. Como les decía, desde niño me gustan salteadas con tomate, pero también están muy buenas con jamón, cocidas con patata, en ensalada con huevo duro, o simplemente con ajo y pimentón. Pura cocina casera. En algunos restaurantes del País Vasco me las han servido con foie, con el que hacen buena pareja, aunque admiten combinaciones más arriesgadas.
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