GALICIA
Siete coquetos pueblos de La Coruña que siempre merece la pena visitar
Muros, Noia, Betanzos… estas son algunas de las villas más bonitas que bien pueden figurar en la agenda de nuestra próxima visita a Galicia

Nada como escapar al norte en verano para huir del sofocante calor. La provincia de La Coruña cuenta con atractivos rincones naturales, estupendas playas en las que darse un refrescante baño, una gastronomía de primer nivel con la que deleitar al paladar y un puñado de pueblos bonitos con un rico patrimonio en los que desconectar está asegurado. Para aquellos que hayan escogido este destino para hacer una escapada de verano estos son algunos de los pueblos a anotar en la lista de visitas imprescindibles.
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Muros
El municipio coruñés de Muros, que se sitúa en el extremo norte de la Ría de Muros y Noia, bien merece una visita por el encanto que desprende. Antes de adentrarse en él hay que pararse en el Molino del Pozo del Cachón que tiene un dique de más de 230 metros. Esta construcción se trata, en realidad, de un conjunto de molinos de mareas ubicados en una misma edificación de principios del siglo XIX. Visto esto es momento de adentrarse en su puerto marítimo en el que se puede disfrutar de bonitas fachadas de galerías acristaladas. El recorrido termina en el santuario Virxe do Camiño, un templo de estilo gótico marinero del siglo XV.
Esta villa ha llegado a la actualidad con su entramado medieval casi intacto, de ahí que fuera declarado conjunto histórico-artístico, que se caracteriza por un sinfín de callejuelas estrechas, algunas de ellas sin salida, que le dan la imagen de un laberinto que antaño cumplía una función defensiva y por sus casas marineras con sus características galerías, sus cuidadas balconadas y viviendas señoriales. En un paseo por su casco antiguo hay que detenerse en la plaza de Curro que, presidida por el edificio del ayuntamiento, es el mejor lugar en el que tomar algo o comer en una de sus terrazas y en la iglesia parroquial de San Pedro, antigua Colegiata de Santa María del Campo, así como admirar sus fuentes, como la Vieja o la de la Axesta.
Para aquellos que quieran ampliar la ruta, no pueden dejar pasar la oportunidad de acercarse a dos joyas naturales de la zona: el Monte Louro y la Lagoa das Xalfas. Los que vayan en busca de sol y playa también encontrarán grandes arenales en los alrededores, como el de Carnota, de más de 7 kilómetros de longitud, o la playa de Area Maior.
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
Noia
Noia se encuentra a 36 kilómetros de la ciudad de Santiago de Compostela, en el punto más interior de la Ría de Muros y Noia. Lo mejor para descubrir este rincón es hacerlo a pie. Perderse por su zona vieja, declarada conjunto histórico-artístico, es viajar en el tiempo. Aquí se pueden ver casas marineras, algunas señoriales con soportales, antiguos hospitales como el de Adentro, y pazos urbanos como la Casa da Xouba y el Pazo Dacosta. Destacan, también, tres construcciones religiosas: la iglesia de San Martiño, un ejemplo del llamado gótico marinero (siglos XV-XVI) declarado Bien de Interés Cultural, la de Santa María A Nova, del siglo XIV, que acoge la mayor colección de lápidas gremiales y nobiliarias de la Edad Media y Moderna y la de San Francisco de estilo ojival-renacentista. Además de esto hay que atravesar el Puente Nafonso, que con sus casi 270 metros es uno de los más largos de Galicia, y el de Traba, un puente medieval del siglo XV.
Por último, hay que visitar el Dolmen de Argalo, conocido como Coba da Moura, un sepulcro megalítico del 3.000 a.C. situado a unos dos kilómetros del centro urbano de Noia. Tiene una cámara de planta casi circular que delimitan siete losas de piedra.
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Pontedeume
Ubicado en el estuario del río Eume, en la ría de Ares, Pontedeume tiene una belleza natural que combina río, mar y montaña con un pasado medieval. Lo primero que llama la atención de esta villa es el puente que le da nombre, construcción que fue remodelada hasta quedar con los 15 arcos actuales y que sustituyó a un puente gótico de 68 arcos y más de 850 metros de longitud. Visto esto y una vez se ha recorrido el paseo marítimo es hora de acercarse hasta la plaza del Conde presidida por el Mercado de Abastos, el pilón, abastecido con el agua de los manantiales del monte Breamo, y el Torreón de los Andrade, que con sus 18 metros de altura es el último resto del palacio de los Andrade y que hoy día acoge la oficina de turismo y un pequeño museo con diferentes piezas pertenecientes al antiguo palacio. Para obtener la mejor panorámica de la villa nada como subir a su azotea. La iglesia de Santiago, el palacio del arzobispo Rajoy, la cátedra de Latinidad, que acoge la biblioteca pública municipal, y la iglesia de las Virtudes, de cuya construcción primitiva solo se conserva un sillar con el escudo de los Andrade y el tímpano de la puerta con la imagen de la virgen, completan la lista de imprescindibles.
A unos tres kilómetros del pueblo hay que visitar la ermita de San Miguel de Breamo que, levantada en el siglo XII, es de estilo románico, y a unos 9 kilómetros dirección Monfero el castillo de los Andrade, construido entre 1369 y 1377 sobre la Peña Leboreira. Y, por supuesto, también hay que aprovechar para acercarse al Parque Natural de las Fragas del Eume, uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa.
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Betanzos
La que fue una de las capitales del Antiguo Reino de Galicia es también uno de los rincones más bellos de Galicia. Situado a apenas 25 kilómetros de A Coruña, Betanzos recibe al visitante con su porte señorial y con un casco antiguo que, declarado conjunto histórico-artístico, ofrece una gran colección de monumentos para descubrir en un paseo. De la antigua muralla medieval que rodeaba al pueblo se conservan tres de las cinco puertas que daban acceso, la del Puente Nuevo, la del Puente Viejo y la puerta del Cristo. Además, destacan la iglesia gótica de Santa María del Azougue, edificada en la segunda mitad del siglo XIV y la primera del XV, y la de San Francisco, en cuyo interior se pueden ver los sepulcros de caballeros medievales como el de Fernán Pérez Andrade. Otro punto de obligada parada es la plaza de la Constitución en la que están el edificio consistorial del siglo XVIII, obra de Ventura Rodríguez, el palacio de Bendaña, la iglesia de Santiago y adosada a esta la torre del Reloj del siglo XVI. Otros de sus puntos imprescindibles son el Parque del Pasatiempo, cuya historia se remonta a finales del siglo XIX, y la iglesia de Santo Domingo, sede del Museo de las Mariñas dedicado a esta amplia comarca. Uno no se puede ir de aquí sin probar, por supuesto, su famosa tortilla de patatas en alguno de sus restaurantes.
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Muxía
La historia cultural de esta villa de la Costa da Morte va ligada al Santuario de la Barca, su monumento más destacado por el misticismo que lo rodea y es que según cuenta la leyenda fue aquí donde la Virgen llegó en una barca para infundir ánimos al Apóstol Santiago. Junto al santuario se encuentran las Piedras del milagro que se creen son los restos de la barca. Muy cerca de aquí está también A Ferida, una escultura pétrea que simboliza la gran herida que supuso el desastre del Prestige en estas costas. Visto esto es momento de acercarse a su puerto, el cual cuenta con los dos únicos secaderos de congrio de toda España. Además, no hay que perderse las iglesias románicas de la zona, como la de San Xiao de Moraime, del siglo XII en la que destacan sus frescos que representan los pecados capitales, la de Santa María o la de San Cristovo de Nemiña.
Cerca de aquí hay que ver uno de los hórreos más largos de Galicia, el de San Martiño de Ozón. También hay que acercarse al cabo de Touriñán, donde se encuentra el faro del mismo nombre, a deleitarse con sus mágicos atardeceres, subir a alguno de los miradores de la zona, como el del Monte Facho Lourido o recorrer el paseo fluvial del río Negro, en el que se pueden ver diecisiete molinos restaurados y descubrir la historia del municipio.
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Cedeira
La villa marinera de Cedeira está situada en la costa norte de las Rías Altas, la Costa Ártabra. El casco histórico de este pueblo es toda una delicia, aquí hay que pasear por la calle Real, la arteria principal de la zona vieja que en el pasado estaba amurallada y custodiada por cuatro puertas –cuya historia se puede conocer con la Ruta de las puerta de la Villa–, visitar la iglesia de Santa María do Mar, de estilo gótico, y el castillo de la Concepción, una fortaleza militar del siglo XVIII cargada de historia situada en el alto de la Punta Sarridal, admirar las numerosas casonas señoriales con sus escudos nobiliarios, entrar en el museo Mares de Cedeira para conocer la historia marinera de la villa y saborear sus ricos mariscos y pescados en uno de los restaurantes del puerto.
Lo que más sorprende de este municipio son los impresionantes acantilados de Vixía de Herbeira, que con sus 613 metros de altura son los más altos de la Europa continental. Además, hay que visitar la playa de Teixidelo, la única de arena negra no volcánica del mundo, acudir a alguno de los maravillosos miradores de la zona, como el Mirador de Teixidelo en cuyo camino se encuentra una placa conmemorativa que recuerda que en esta costa falleció el actor de 'Lo que el viento se llevó', Leslie Howard o realizar alguna de las rutas senderistas que exploran esta increíble zona.
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San Andrés de Teixido
Al este del municipio de Cedeira, en plena Sierra de Capelada se alza sobre los acantilados San Andrés de Teixido, un lugar lleno de magia y misterio donde las leyendas siguen vivas a lo largo de los años. El pueblo apenas tiene unos 50 habitantes y un puñado de casas, pero solo por su santuario, uno de los más famosos de Galicia, bien merece una visita. Aquí según se dice va de muerto el que no fue de vivo y ojo con pisar alguno de los pequeños insectos y animales que se encuentran por el camino porque según se cuenta son las almas de los que no fueron mientras vivían. La iglesia de estilo gótico-barroco es de los siglos XVI y XVIII y en su interior destaca una imagen relicario de estilo barroco italiano, con un fragmento de hueso de San Andrés.