diario de el cairo/1
«Islam y democracia son incompatibles»
Retrato en primera persona desde El Cairo de unos tiempos difíciles para el turismo y para los egipcios
![«Islam y democracia son incompatibles»](https://s2.abcstatics.com/Media/201504/14/el-cairo--644x362.jpg)
«No había sido la Revolución la única culpable de su fracaso profesional sino, sobre todo, su falta de voluntad y su afición a los placeres. Su vida, que sobrepasaba ya los sesenta y cinco años, con todos sus encuentros y desencuentros, felices y dolorosos por igual, giraba en torno a una sola obsesión: las mujeres».
Zaki Bey el Desouki es uno de los más ilustres vecinos del Edificio Yacobián, y con él abre su espléndida galería de personajes y de historias el escritor Alaa Al Aswany. Cuando descubrí que iba a ser uno de nuestros anfitriones en estos días de El Cairo me apresuré a buscar mi ejemplar de El Edificio Yacobián (que Maeva publicó en 2002 con traducción de Álvaro Abella). Por fin había llegado el momento de leerlo. Pero no di con él en la cada vez más caótica y maravillosamente inútil biblioteca de mi casa. Le pedí prestado el libro a mi querido Juan Ignacio García Garzón, y ahora es difícil dejar de leer este impresionante fresco de los últimos años del siglo XX en El Cairo. Un libro que me trae reminiscencias de La colmena celiana y de Crónica da Rúa 513.2, del mozambiqueño João Paulo Borges Coelho. Siendo todas ellas muy distintas, comparten esa vocación de entrar a saco en una casa con la curiosidad de un entomólogo de nuestra condición, lleno de compasión, ironía y capacidad de contar lo que nos hace endiabladamente humanos.
Anoche, tras pasar del aséptico y desangelado aeropuerto cairota (el miedo ha hecho que muchos turistas descarten Egipto como lugar de peregrinación a las fuentes de la historia y del deseo), y atravesar el maremágnum de la vida en la calle y el furioso parlamento del tráfico, no me dormí en el hotel Pyramisa sin pasar un largo rato con Al Aswany. Acabé de comprobar cuan torpes, y vacuas y retóricas son muchas de nuestras discusiones, cuando el propio Sheij Shaker asegura en su sermón del viernes en la mezquita de Anas Ibn Malik, no lejos de la plaza Tahrir: «No queremos una nación socialista ni democrática. ¡Queremos un Estado islámico! ¡Islámico! Vamos a luchar y a sacrificarlo todo para que Egipto vuelva a ser islámico. Islam y democracia son contrarios y nunca podrán convivir».
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