Un paraíso sólo apto para turistas curados de Covid

Las islas brasileñas de Fernando de Noronha permiten desde ayer la entrada a viajeros que acrediten haber dado positivo y, después, haberlo superado

Francisco Chacón

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Los cánones turísticos han cambiado en estos tiempos de pandemia (y zozobra) es una de las realidades más palpables de este siglo XXI cada vez más desbocado. Los viajes han dado un vuelco, los preparativos también; y las normas, y las condiciones, y los objetivos... Buscamos los mayores índices de seguridad posibles, pero los destinos se blindan igualmente, sobre todo los que se preocupan por mantener su sello de calidad. De modo que ahí está el paradisiaco archipiélago brasileño de Fernando de Noronha , declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que sorprende con una reapertura, cuya convocatoria está causando sensación en Portugal, siempre atento a las novedades de su antigua colonia.

Este conjunto de islas del estado de Pernambuco se cerró a cal y canto el pasado 21 de marzo para protegerse de la embestida del coronavirus. Dos semanas más para permitir el regreso de los habitantes que se encontraban fuera y, para el 5 de abril, ya nadie podía entrar ni salir del mágico entorno, salpicado por playas vírgenes y aguas de un diáfano azul.

Solo a mediados de junio pudieron retornar los moradores que faltaban procedentes del Brasil continental. Pero nadie más… hasta ayer, una fecha en la que las autoridades locales han encendido la mecha de su estrategia internacional para abrir las puertas de tan preciado lugar y, de paso, aliviar la economía autóctona.

Nuevas reglas

Primera fase: se permite el acceso exclusivamente a aquellos turistas que acrediten haberse curado del coronavirus. Ninguna otra persona puede entrar en el archipiélago, de momento, y los documentos acreditativos no han de admitir dudas al respecto: debe adjuntarse un comprobante de examen serológico positivo efectuado en el plazo de hasta 90 días anteriores a la fecha de embarque o un PCR igualmente positivo realizado más de 20 días antes de abordar el trayecto y… claro está, el correspondiente certificado posterior con el resultado ya negativo. Se descartan los denominados tests rápidos, porque su fiabilidad está en entredicho.

Y no, los papeles no han de mostrarse de forma presencial. Es un proceso totalmente online, anexo al pago electrónico de la « tasa de preservación ambiental » (TPA), obligatoria en la zona con el fin de recaudar dinero que facilite cuidar de tan idílico sitio.

No puede olvidarse que el archipiélago de Fernando de Noronha, llamado así en honor al navegante portugués que hizo fortuna importando madera brasileña, representa un verdadero «xanadú» en el ámbito del submarinismo . Está completamente mitificado por los amantes de esta práctica, especialmente si tenemos en cuenta que solo la isla principal está habitada. Las demás forman un mosaico de naturaleza espectacular que recorre los senderos ecológicos de Costa Esmeralda, Jardim Elizabeth o Praia do Sancho, que termina con una ascensión a una legendaria escalinata excavada en la grieta de un acantilado.

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