La ruta de los volcanes: así es el corazón salvaje de La Palma
Una periodista de ABC recorre este sendero de 17 kilómetros, reabierto al público este verano, en el que se aprecian las huellas del pasado y el presente de la isla

La Palma no esconde su origen. La tierra más joven de España muestra orgullosa su columna vertebral, Cumbre Vieja, salpicada de más de cien cráteres y envuelta en negro, verde, rojo y un extenso mar de nubes. Su espina dorsal se 'alonga' al mar, ... y recibe visitantes cada día en un sendero que transita sobre el cielo.
A La Palma se la llamó San Miguel de La Palma, también Junonia Maior, Ombriom y Benahoare, como la identificaban sus aborígenes, pero sin duda el nombre de Isla Bonita es el que más encaja para esta isla, nacida del Atlántico de la fuerza del volcán.
«Para ver volcanes habrá que subir un poco», bromea Femke, guía de la Ruta de los Volcanes que organiza Isla Bonita Tour. Lo dice con una sonrisa, y al pie de una pendiente casi vertical que da la bienvenida a los senderistas al corazón de la isla. Ella es holandesa de nacimiento, pero palmera de adopción. El nuevo volcán, que nació en Cabeza Vaca el 19 de septiembre de 2021, le arrebató la casa en la que vivía de alquiler desde hacía más de ocho años en Las Manchas, pero no le cabe el rencor. «Es la naturaleza». Al menos una vez en semana hace esta ruta, le encanta, asegura. Una pasión contagiosa.
El camino comienza con una buena dosis de energía, unos bastones de trekking y ánimo, una combinación necesaria para superar la primera de las pruebas que la naturaleza de La Palma tiene preparada para quienes se atreven a conquistarla. La cuesta que une el Refugio de El Pilar con el volcán Birigoyo es un pequeño aperitivo. Por delante hay 17 km de naturaleza casi virgen, un desnivel de 1.207 metros y un recorrido natural a 725 metros de altitud donde los volcanes de La Palma miran al océano.
El pico Birigoyo es una erupción de la que se desconoce la fecha y que eleva a sus visitantes a 1.809 m sobre el nivel del mar, un balcón perfecto para ver el Valle de Aridane y su herida de lava aún reciente. Desde un sendero estrecho de ceniza volcánica se descubre a los pies del senderista un frondoso pinar, el Valle y el mar. El contraste y la altura corta el aliento. Más allá, la vecina isla de La Gomera y el 'padre Teide', majestuoso.
Pinos canarios: historia de supervivencia
Ana García es de Gran Canaria y aunque confiesa que sabía de las virtudes de La Palma, nunca la había visto así. Ella ha sido una de las afortunadas en ganar el Bono Bonito, un cheque de viajes iniciativa del Gobierno de Canarias para abrir la isla al turismo tras el volcán. Ana se para y toma aliento, en lo alto de una cordillera de semblante dormido, a la vez salvaje e inaccesible. «El contraste es lo que más me impresiona», confiesa, y quienes la siguen en el camino asienten. Desde el Birigoyo el ascenso sigue hasta Mambroque y La Deseada, un paisaje de cráteres alineados donde el verde lucha por ganar terreno. El mar de nubes abraza al senderista mientras sube, en una lluvia horizontal que refresca y es vida para sus pinares, supervivientes de la pendiente, la sequía, la ceniza, el fuego y el volcán.
«El pino canario se ha adaptado a vivir aquí», explica Femke, y contra todo pronóstico ha conquistado las crestas más vertiginosas. «Si el pino tiene 15 metros, sus raíces también», y eso es solo parte del secreto. Las hojas de los pinos canarios han aprendido a vivir contra toda adversidad, y captan la humedad de las nubes que viajan de este a oeste. Su corteza es tan gruesa que no hay llama que le llegue al corazón, explica la guía de Isla Bonita Tour. «Sobreviven al fuego, a los volcanes, y ahora ya están empezando a rebrotar tras la última erupción», añade Femke. «Quizás a los más cercanos al cráter, afectados por los gases, les cueste un poco más, pero lo conseguirán», dice de forma decidida. Pepi Marco, que ha llegado a la isla desde Tarragona para pasearla durante una semana, escucha atentamente las palabras de la guía, mientras pasa los dedos por la corteza quemada y viva de uno de los ancestrales pinos de Cumbre Vieja. «Es impresionante que puedan sobrevivir al fuego», dice con asombro. Salva su curiosidad recorriendo con las manos las miles de capas de los troncos, una coraza natural contra las llamas.
En el 'Hoyo Negro'
Pepi es una apasionada del senderismo, de viajar y de la naturaleza, por la que tiene un sincero respeto. Afirma que La Palma le ha sorprendido muchísimo. «No pensé que hubiese tanto por ver», asegura. Esta era una de las islas de Canarias que aún no había visitado (aún le quedan tres, Gran Canaria, El Hierro y Fuerteventura) pero confiesa que no tardará mucho en conocerlas. Deportista y habituada a la montaña, esta senderista catalana encara la siguiente subida sin pensárselo. La ruta ha llegado al que será uno de sus paisajes favoritos de la ruta, el volcán de San Juan.

Esta erupción ya ha cumplido los 73 años pero el terreno parece haberse quedado congelado en el tiempo. Las coladas siguen dominando la zona, la huella de los 42 días y 54 millones de metros cúbicos de lava que le dieron nombre. El sendero de la Ruta de los Volcanes se asoma a su cráter, y al conocido como 'Hoyo Negro', una boca que se adentra en las profundidades de la tierra. «Antes nadie sabía nada, los temblores eran el aviso a la población de que llegaba un volcán», dice Femke. En 1949 los terremotos fueron capaces de ocasionar fallas en Cumbre Vieja, heridas ya cicatrizadas pero aún visibles en la montaña. La población emigró, «pero tuvieron algo de suerte», asegura mientras señala al interior de sus profundas paredes verticales, «por el gran cráter de Hoyo Negro solo expulsó ceniza». La isla baja que el volcán de San Juan le ganó al mar fue repartida por los vecinos «en parcelas pequeñas, con límites marcados por líneas de cal». Nadie imagina hacer eso actualmente, pero en aquel momento funcionó, y la prueba está siguiendo el dedo de Femke que busca en la lejanía la zona costera de La Bombilla.

Ruta de los Volcanes
Área de recreo
de El Pilar
Birigoyo / 1.807 m
Nambroque / 1.922 m
Deseada / 1.945 m
LA PALMA
Montaña Negra
1.784 m
Los Faros / 1.607 m
Fuego / 1.248 m
SanAntonio / 635 m
Teneguía / 635 m
Faro de
Fuencaliente
ABC

Ruta de los Volcanes
LA PALMA
Área de recreo
de El Pilar
Birigoyo / 1.807 m
Nambroque / 1.922 m
Deseada / 1.945 m
Montaña Negra
1.784 m
Los Faros / 1.607 m
Fuego / 1.248 m
SanAntonio / 635 m
Teneguía / 635 m
Faro de
Fuencaliente
ABC
Las Deseadas es uno de los volcanes de mayor altitud de esta dorsal, 1.945 metros, y el lugar donde el camino abandona la tierra para montarse sobre el mar de nubes y casi mimetizarse con el cielo. En este punto la panorámica es de 360 grados y no hay quien se resista a sacar una foto que inmortalice el embrujo del paisaje. El cielo se mezcla con el océano, y hasta El Hierro asoma en el horizonte marcando la dirección por donde continúa el sendero.
Con la Montaña Negra al oeste, Los Faros y el volcán Montaña del Fuego coronado de su profundo verde, el sendero pasea entre antiguos cráteres para, oculto tras una ligera pendiente, acercarse al volcán Martín. Esta pirámide imponente y casi perfecta fue uno de los pocos antecesores capaces de hacer frente al reciente Volcán de Tajogaite, junto al hasta entonces más largo de la historia palmera, el Volcán Tihuya, de 1585, con una duración 84 días. La bajada invita a la conversación, en una ruta que desciende llaneando entre pinares hasta Los Canarios de Fuencaliente, un municipio que ganó terreno al mar con el volcán Teneguía, hace 50 años.
Paso a paso, volcán tras volcán, La Palma empezó en el norte y siguió hasta el sur, hace dos millones de años. Bajo los pies de este grupo de doce personas, la cordillera de Cumbre Vieja se presenta amable y dormida, a pesar de ser uno de los sistemas más complejos y vivos del planeta. En su lado oeste, su último hijo, Tajogaite, el volcán más destructivo de la historia de la isla y un fenómeno natural tan triste como hipnótico. «¿Ese es el volcán nuevo?», preguntan los senderistas cada vez que la ruta deja al descubierto el Valle. Femke afirma. Bajo la lava hay 1.218 hectáreas, 1.676 edificaciones sepultadas y 1.345 casas, también la suya. Los palmeros tratan de reconciliarse con él, que ya es parte de la historia de la Isla Bonita.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete