Así son los vertiginosos puentes y túneles que sortearon los Arribes del Duero
En la provincia de Salamanca una antigua vía férrea reabre como ruta de senderismo con 17 imponentes kilómetros que conforman el Camino de Hierro
Cuatro años y más de 20.000 personas llegaron a trabajar en su construcción. 17 kilómetros de vía férrea que debían salvar los cañones que dibuja el río Águeda en la provincia de Salamanca antes de desembocar en el Duero en la frontera con Portugal. Una colosal obra de ingeniería para la época –finales del siglo XIX– que requirió de 20 túneles y 10 puentes con los que dar continuidad a unos raíles que durante casi un siglo conectaron por tren del sur de Europa desde Oporto hasta Francia. Hace 36 años los vagones dejaron de pasar por este mítico recorrido, dejando inútil un paraje único, cargado de historia y con vistas de infarto a Los Arribes del Duero, que vuelve ahora a tener una segunda vida reconvertido en una ruta de senderismo: el Camino de Hierro .
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El recorrido de la conocida como la Línea del Duero regalaba desde las ventanas de los convoyes unas variadas vistas. En la provincia salamantina se adentraba en el paisaje de penillanura a través de estaciones de poblaciones hoy abandonadas, testigos de piedra de la relevancia que la llegada del ferrocarril representó para esta zona históricamente aislada. Una antesala del tramo más espectacular, esos 17 kilómetros ahora transitables a pie entre la estación de La Fregeneda y el fronterizo muelle de Vega Terrón por la quebrada orografía arribeña marcada por cortados, montañas y un gran desnivel de casi 400 metros para descender hasta los escasos 120 metros de altitud en los límites con Portugal. Un itinerario en el que dejarse sorprender por imponentes alturas y el sobrecogedor silencio de sus túneles excavados a golpe de martillo y pica o mediante explosiones de dinamita, cuyas marcas aun hoy son visibles en algunos puntos.
Un nuevo cementerio
Abrirse hueco entre la dura roca arribereña fue sin duda el trabajo más duro y el que generó pérdidas irreparables . Y es que los trabajadores se enfrentaron a condiciones extremas que provocaron un gran número de enfermedades y muertes. El pueblo de La Fregeneda, donde muchos se alojaban, se vio obligado a crear un nuevo cementerio. Uno de los accidentes más dramáticos fue el fallecimiento de 27 empleados ahogados durante la construcción de un túnel inundado en una repentina tormenta. Sus vidas son parte de la historia de estas excavaciones en cuya oscuridad irrumpen inesperadas colonias de murciélagos.
Menos laboriosos pero también un reto para la época fueron los puentes de hierro que hoy son un espectáculo visual que teletransportan al pasado la estampa del paisaje. Con caídas de hasta 50 metros, permiten la experiencia de verse suspendido en aire en estas infraestructuras, algunas de las cuales se enmarcan la escuela de Eiffel.
Además de la experiencia de recorrer una pasarela única, el Camino de Hierro –declaración con Bien de Interés Cultural en el año 2000– ofrece una mirada diferente del Parque Natural de Las Arribes del Duero en la provincia de Salamanca . Los raíles son observatorios improvisados de los grandes cañones escarpados por el curso fluvial durante siglos y de un particular hábitat sobrevolado por alimoches, buitres leonados o águilas reales en el que los almendros tiñen las vistas de rosa y blanco, mientras las laderas destacan por los bancales que evitan los grandes desniveles y permiten aprovecharlos para el cultivo.