Cómo aprovechar un fin de semana en Conil, en la costa de Cádiz
Buen clima y menos turistas animan a organizar una escapada al sur como una estimulante prórroga del verano
Vacaciones en Cádiz: los mejores sitios donde comer muy bien

Rodeado de destinos con más caché, y protagonista este verano de las noticias por los altos índices de contagio, Conil de la Frontera resiste sin embargo como uno de los destinos de playa más bellos, completos y sobre todo auténticos de Cádiz . Puede ser la elección perfecta para pasar unos días en un paisaje costero único, con el añadido de los apacibles sabores de la vida de pueblo y la excelente gastronomía local.
De hecho, los lugareños no tienen dudas: septiembre u octubre son los mejores meses, junto con junio, para disfrutar de esta esquina atlántica. Es cuando se disipa el turismo masivo, de familias con niños y grupos de jóvenes (Conil multiplica por cuatro o cinco sus 22.000 habitantes en temporada alta), para dar paso a un ambiente más tranquilo al que aún acompañan las temperaturas cálidas. En Conil es menos habitual que arrecien los agudos vientos de sitios como Tarifa y posee el atractivo de playas muy extensas, de arena fina y aguas limpias, con kilómetros aún vírgenes, sumado al encanto de su núcleo urbano de aire típico andaluz, característico de los conocidos como pueblos blancos.

No es necesario moverse mucho de los hoteles o la mayoría de los apartamentos que ofrecen alojamiento para darse un baño en el mar o un paseo por la orilla. La propia playa de Los Bateles , la del pueblo, es muy grande, sin piedras y tiene zonas con chiringuitos y otras más naturales hacia el lado del Río Salado, esa entrada de mar que caracteriza también a Conil y que es perfecta para iniciarse en deportes acuáticos, surcarlo hacia adentro en kayak o paddle surf o divertirse observando cangrejos, aves y peces. Sus aguas suben y bajan con la marea, pasando por debajo del puente de madera y uniendo Los Bateles con la solitaria y aún más majestuosa playa de Castilnovo , donde se encuentran el campo (antaño la agricultura era la fuente secundaria de ingresos de los habitantes después de la pesca) y el mar. Allí las caminatas son ineludibles.
Para quien busca un paisaje menos abierto, otra opción inmejorable es Roche , dentro del término municipal, aunque algo alejado del centro y caracterizado por sus acantilados, preciosas calas y pinares.

Desde Los Bateles, en todo caso, se puede ver toda la silueta del pueblo blanco, elevado sobre una pequeña colina con su torre, su iglesia y sus tejados, en un cuadro que muchos visitantes pintan o guardan en la memoria. Allí hay, en el centro histórico, un animado entramado de callejuelas peatonales cuajadas de restaurantes, tabernas, heladerías y tiendas de ropa, complementos y artesanías. Muchos de ellos llevan años y hasta generaciones, con precios contenidos y un producto local de calidad.
Como pueblo pesquero y de almadraba que ha sido toda su historia, desde que fue fundado por los fenicios, en Conil -ubicado entre Chiclana y Vejer - se come muy buen pescado y marisco. El atún se luce en todas sus formas y recetas, así como las tortillitas de camarón, los calamares, el cazón en adobo, las puntillitas o el choco , la ensaladilla y las croquetas. Por supuesto, hay buen tomate y buenos embutidos, y todo se acompaña de cerveza o vino de la cercana comarca de Jerez.

Este rincón gaditano posee un pequeño museo que retrata sus usos y costumbres antiguas, junto a la Torre de Guzmán , y el museo de La Chanca, lugar donde antes se trabajaba el atún en tierra y en el que ahora se ha levantado un escenario para soberbios espectáculos al aire libre durante el verano.
Pero sin duda la mejor manera de conocerlo es caminando sus calles ; hablando con su gente, abierta y sencilla; mirando el atardecer sobre el mar desde la inmensidad de sus arenas y dejándose seducir por su gastronomía aún identificable y de kilómetro cero, hoy toda una tendencia.
Direcciones interesantes

En el centro de Conil no faltan sitios para comer con garantía. Entre ellos los antiguos bares El Capricho, empresa familiar desde hace décadas, y Los Hermanos, junto al Arco de la Villa, ambos sin reformas que hayan eliminado su espíritu original. También son de fiar los restaurantes del barrio de los pescadores , Juan Mari, El sopa, La media luna y Puerta Cai. Quien prefiera comer mirando al mar, el chiringuito La Fontanilla, situado en el extremo de la playa opuesto al Río Salado, tiene pasado y presente como uno de los mejores. Para el postre, el helado es una opción habitual. Uno de los mejores es el de Marsalao, muy próximo a la Torre de Guzmán. Si se busca un buen postre o tarta casera , Horno San Antonio funciona desde hace casi un siglo y queda subiendo un poco desde el Arco. También en la parte alta hay dos restaurantes donde la calidad v el sabor van unidos a platos generosos: Venta Pericón y Blanco y Verde.

Para llevarse algún recuerdo, más allá del animado mercadillo de la costa y de las numerosas tiendas de bisutería que hay por todo Conil, con gran variedad en artesanías, en el centro hay un local peculiar que funciona allí desde hace tres generaciones: Juan de Dios, nombre del fundador en 1940 y de su nieto, actualmente a cargo. Posee un buen fondo de sombreros artesanales de todo tipo y aún algún bolso de los típicos de allí, que llevaban los trabajadores cruzado sobre el pecho en bandolera, llamados ‘capacha’ y fabricados con auténtico palmito de El Palmar.