NICARAGUA
Granada, belleza colonial en Nicaragua
Viaje a una de las ciudades coloniales más bonitas y menos conocidas de América, en Nicaragua
«Al final de estas vías, rodeadas de palmeras, se encuentran las plantaciones del ron Flor de Caña», reza la etiqueta de dicho licor, y al degustarlo en el paladar y mirar calle abajo, sientes el Nicaragua antiguo, el colonialismo en sus venas y la mezcla de lo nuevo y lo viejo. Granada es una ciudad colonial a orillas del Gran Lago de Nicaragua. El sol ilumina sus calles y da alegría a sus gentes, que miran cómo los turistas veneramos sus piedras y alabamos sus colores. Tiene la magia de Cartagena de Indias , la majestuosidad de Antigua de Guatemala y el sabor de Santiago de Cuba . Tiene la alegría de una tarde de verano y la nostalgia de un domingo por la noche.
Me quedé en un hostal en el centro, Oasis Hostel . Tenía una piscina en el centro del patio al que daban las habitaciones, mesas alrededor donde la gente desayunaba, y sensación de familiaridad entre los mochileros. Por fuera era una reja desvencijada, y al entrar un pasillo habría paso a un confortable hall con hamacas, y más al fondo la piscina, las habitaciones y una escalera de caracol que subía al tejado, con vistas a la catedral .
El mercado central de esta ciudad es algo que no sale en las guías, y donde cuando llegas te miran raro. Los turistas no frecuentan estos lugares, y justo por eso, aún mantienen su esencia. Las frutas se amontonan en puestos junto a las carnes, pescados y ropa. Los niños juegan entre los puestos, y las vendedoras gritan sus productos, todas con la misma entonación, formando un coro altisonante que armoniza con el desorden del mercado. Te puedes perder entre tanto alboroto , y embelesarte oliendo sus plantas y admirando sus tejidos. Por las callejuelas se cruzan motos, con carros, con perros, con personas… de forma perfecta, sin chocar. Sientes que eres lo único que sobra, tu presencia para las actividades y se giran a mirarte, y por eso sientes que estás viendo algo auténtico, sin condimentar para el exquisito estómago de Europa.
El Gran Lago de Nicaragua está muy cerca de la ciudad, pero el encanto está en tardar más de media hora, yendo en coche de caballos . Pueden encontrarse por toda la ciudad y te ofrecen el paseo hasta el lago y un paseo en barca por 10 dólares por persona. Ir en el coche da más bombo y platillo a la sensación de estar en una España pequeñita, en el Sevilla del siglo XVIII. Ver a los caballos con lazos de los que se ponen en los regalos y los carros con publicidad de Movistar es anacrónico y le da el toque de diferencia. El lago tiene 365 islas , privadas y públicas. Por 300.000 dólares puedes tener una isla, con una casa y con el lago a tus pies. Hay muchas que se alquilan para fines de semana, y dados los bajos precios de Nicaragua es una opción muy apetecible.
La ciudad se conoce rápido si no hay tiempo, pero la magia está en ir despacio por sus calles y entrar en todas las iglesias. Está en hacer fotos a todos los autobuses y en perseguir a todos los perros callejeros para acariciarlos. Lo perfecto es terminar el día en la calle principal, escuchando jazz y mariachis, todo a la vez, y dejar que la cacofonía se mezcle con el ron Flor de Caña, o con la cerveza Toña, o con un zumo de maracuyá.
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