Doce cosas que, pese a todo, no han cambiado en Túnez
Túnez vuelve a la tranquilidad turísticas tras años de incertidumbre. Un periodista de ABC Viajar recorre los paisajes de belleza eterna en este país
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Sidi Bou Said
Después de los atentados de 2015, el turismo descendió muy significativamente en Túnez. Acabo de volver de ese país, ahora tranquilo, y he comprobado que, pese a todo, hay muchas cosas que no han cambiado. Aquí van diez.
El pueblo azul y blanco
La imagen del Café Sidi Chabaane y el puerto deportivo, es una de las más reproducidas del pueblo de Sidi Bou Said y de todo Túnez. Desde las cúpulas y tejados blancos y la palmera solitaria, una de las más famosas del mundo, la mirada va descendiendo por los toldos azules hasta los amarres, el mar Mediterráneo y, al fondo, los montes de Korbous. Tranquilidad en estado puro, sobre todo al atardecer de un día soleado.
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Ruinas de Cartago
A 17 kilómetros de la capital, estas ruinas permanecen impasibles desde hace siglos. Allí estuvo Cartago, pero lo que ahora vemos no tiene nada que ver con los cartagineses, que fueron derrotados en el siglo II a.C. por los romanos. Estas piedras, entre las que destacan impresionantes columnas de marmol y muy elaborados capiteles, pertenecen en realidad a las Termas de Antonino, uno de los mayores baños romanos construidos en África. Patrimonio de la humanidad desde 1979.
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Anfiteatro de El Djem
La ciudad de Thysdrus fue en época romana un centro muy importante en la producción de aceite de oliva. Los negocios iban tan bien que el procónsul Gordiano construyó allí en 238 d.C. el mayor anfiteatro romano de África (35.000 espectadores) y el cuarto del mundo solo por detrás del Coliseo de Roma, el Anfiteatro de Capua y el de Pozzuoli.
Hoy la ciudad, situada a 204 kilómetros de Túnez, se llama El Djem y en este anfiteatro, Patrimonio de la Humanidad desde 1979, se rodaron algunas escenas de la película Gladiator de Ridley Scott.
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La Gran Mezquita de Qairuán
La mezquita de Uqba, conocida también como la Gran Mezquita de la ciudad de Qairuán es una de las más importantes de Túnez y está considerada como el santuario más antiguo del Occidente musulmán (año 670).
El sobrio y contundente exterior le da el aspecto de una fortaleza de piedra, con un alminar de casi 32 metros. En el centro del gran patio hay un antiguo reloj de sol que indica las horas de las cinco oraciones diarias.
El interior, solo accesible a los musulmanes, presenta unas bellas arcadas con columnas de mármol, granito y pórfido, muchas de ellas procedentes de monumentos anteriores (Cartago, por ejemplo) y está iluminado por lámparas piramidales.
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Mausoleo de El Barbero
También en la ciudad de Qairuán, la tercera ciudad más santa del islam, por detrás de La Meca y Medina, se encuentra la tumba de Abou Dhama, compañero de Mahoma conocido como Sidi Sahab, «Portador de Tres Pelos», porque siempre llevaba consigo tres pelos de la barba del Profeta. Por eso también se llama a este lugar el Mausoleo de El Barbero.
Destacan los azulejos de las paredes, procedentes de Nabeul (noreste de Túnez), las yeserías de estilo andalusí, que recuerdan a las de la Alhambra granadina, un alminar cuadrangular y la cúpula acanalada.
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El lago salado de Chott El Jerid
De todos los «chotts» (lagos salados interiores) del norte de África, el de El Jerid es el más grande (7.000 km²). La vista solo alcanza a ver una infinita llanura desértica de colores que van del blanco al rosa, pasando por los azulados. Charcas aquí y allá, dependiendo de la época del año, y una carretera rectilínea como un tachonazo negro que aparece por la espalda y se escapa por el horizonte.
Si nos fijamos con atención, podremos ver a lo lejos a la Fata Morgana (Hada Morgana, hermanastra del Rey Arturo). Es el efecto óptico que se conoce como espejismo.
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Douz, la puerta del desierto
Aunque su nombre significa «Colina Verde», a Douz la llaman «La Puerta del Desierto», o «La Puerta del Sahara», que tanto da pues «sahara» en árabe significa «desierto».
Está en el centro del país, a 500 km. de la capital. Más al sur es el reino de las dunas. Esta situación geográfica ha propiciado el desarrollo de un turismo basado en las arenas yermas, campamentos de jaimas (tiendas de campaña) para pernoctar y excursiones en dromedario de diferentes extensiones.
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La ciudad fantasma de Tamerza
Chebika, Mides y Tamerza son los tres oasis de montaña más conocidos de Túnez. Mides destaca por su impresionante cañón por el que pasó Indiana Jones en busca del arca perdida. Chebika por sus cascadas ocultas entre áridas montañas. Y Tamerza por su ciudad fantasma.
A finales de 1969 unas torrenciales lluvias, que estas tierras resecas no pudieron absorber, obligaron a los habitantes de Tamerza a abandonar su ciudad habitada desde época romana (Ad Turres).
El que fuera un magnífico hotel (doy fe), el Tamerza Palace, está ahora cerrado, pero desde sus inmediaciones todavía se puede ver la ciudad de casas desmoronadas junto al palmeral, con las montañas de Djebel En Negueb al fondo. Argelia está a tiro de piedra.
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Tozeur, ladrillos y palmeras
Ciudad de origen bereber, conoció su apogeo en el siglo XIV como
encrucijada de las caravanas transaharianas. Es aconsejable perderse por sus callejones de amables moradores en el barrio de Oueled Hadef, casas de ladrillos requemados por el sol. Construcciones sencillas pero muy prácticas a las puertas del gran desierto. Muros festoneados por motivos geométricos en relieve que recuerdan (por algo será) al mudéjar español.
Y rodeando la ciudad, un inmenso palmeral, uno de los más grandes de Túnez, donde se produce esa maravilla que son los dátiles deglet nour (dedos de luz), posiblemente los mejores del mundo.
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Los cafetines de las medinas
Pero si hay algo que no puede perderse el viajero son las medinas, esos barrios antiguos en los que se concentra la esencia del pueblo tunecino a lo largo de retorcidas callejuelas en las que se suceden tiendas de todo tipo, mezquitas, casas particulares y cafetines. Es lo más parecido a un zoco medieval que hoy podemos ver.
Desde la capital, Túnez, hasta Nabeul, Susa, Tozeur o cualquier ciudad de cierto tamaño, todas tienen su medina. En la foto, el jolgorio y la algarabía del café Oum Kalthoum de la medina de Hammamet. a 60 km. de Túnez.
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Lujo 5 estrellas
Después de la Revolución Demócratica (Revolución de los Jazmines) de 2010, y sobre todo tras los atentados terroristas de 2015, Túnez sufrió un bajón turístico aunque se está restableciendo progresivamente gracias a la recuperación de la confianza de los viajeros. El turismo procedente de Europa se ha incrementado en un 18% con respecto al año anterior. El total general de viajeros (procedentes de otros continentes) ha crecido en un 23% en comparación a 2016. Dentro de Europa, los portugueses han aumentado un 110%. Los franceses ocupan el segundo lugar con un 47%, por delante de los alemanes (40%) y los españoles (20%).
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A dos horas de Madrid
Tunisair (www.tunisair.com) mantiene sus vuelos a Túnez desde Madrid (cuatro veces por semana) y desde Barcelona (cinco por semana). Desde la capital tunecina hay vuelos diarios a Tozeur. El vuelo Madrid-Túnez dura dos horas (desde Barcelona solo hora y media) y está cubierto por modernos aparatos Airbus A320 y A319. La agencia B The Travel Brand (www.bthetravelbrand.com) organiza viajes vuelo+hotel de 8 días (7 noches) desde 374€.