El pulso del planeta

El referéndum de la Feria

Sevilla alumbró anoche con debate su gran fiesta: el alcalde, el socialista Juan Espadas, hará una consulta popular para cambiar las fechas de la celebración

A la medianoche, en punto, era conectado en Sevilla el alumbrado de la Feria JUAN JOSÉ ÚBEDA

ALBERTO GARCÍA REYES

Hay quien cuenta la Feria de Sevilla en términos cuantitativos: 212.000 bombillas –25.000 de ellas en la portada–, un consumo eléctrico equiparable a una ciudad de 50.000 personas, un millón y medio de botellas de manzanilla bebidas en una semana –cuatro al día por habitante de esa hipotética ciudad–, un millón de litros de cerveza despachados, 40 toneladas de marisco, dos millones de jamones cortados y 1.047 casetas de tubos, madera y lona que aparecen y desaparecen como por arte de birlibirloque. Pero la prueba del Alumbrado que se hizo anoche demuestra que la gran fiesta sevillana es mucho más pingüe en lo cualitativo, en todo aquello que no se puede contar con números.

El alcalde, el socialista Juan Espadas, cedió el tradicional privilegio de accionar las luces a una niña de 11 años que había ganado un concurso escolar como demostración de que la mayor expresión del costumbrismo sevillano y españolista, fundada por cierto por el vasco José María Ybarra y por el catalán Narciso Bonaplata, no está anquilosada en inmovilismos estéticos ni en sonoras borracheras.

Una niña de 11 años ganó en un concurso el privilegio de pulsar el botón que ilumina todo el recinto

La Feria fue inaugurada anoche con su habitual espíritu de metamorfosis. Aunque lo parezca, casi nada de lo que ocurre en ese recinto se repite de un año a otro. Ése es su secreto principal. Cambia la portada, que este año está dedicada a uno de los pabellones más célebres de la Exposición Iberoamericana de 1929 , el de Argentina, actual Conservatorio de Danza. Cambia también el traje de gitana, única indumentaria regional que tiene modas y que cada año se ajusta a un patrón nuevo. Y es posible que también cambie de manera inmediata su duración.

Podrían ustedes apostar sin asumir demasiados riesgos a que la de 2016 será la última Feria de la historia que comenzará un lunes a medianoche y finalizará el siguiente domingo con los fuegos artificiales. En los últimos años, los sevillanos han cambiado los usos y acuden a sus casetas en masa durante el fin de semana previo , lo que ha llevado al alcalde a proponer una idea que podría sonar rocambolesca, pero que en Sevilla ha sido acogida con algarabía: hacer un referéndum para que los sevillanos decidan si la Feria comienza un viernes por la noche y concluye el siguiente sábado o se queda como está. Las urnas se abrirán el próximo otoño, pero la campaña electoral ya ha comenzado. Los primeros sondeos a pie de calle apuntan a un triunfo contundente del cambio. Otra prueba más del carácter metafórico de esta fiesta.

Dos datos: la caseta que colinda con la del PP se llama «La cosa está mu mala» y en la puerta de la del PSOE ha repartido latas de refresco Red Bull durante la preferia. El PP se resigna y el PSOE busca alguien que le dé alas. Bienvenidos a la falsa ciudad de Sevilla, donde durante sólo siete días todo es de verdad.

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