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Las joyas del románico en Navarra
Arte, cultura y naturaleza en una ruta con mucha historia
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12345678910Así es el románico navarro
El Románico es, esencialmente, un arte internacional y su difusión uno de los grandes fenómenos culturales europeos de la Edad Media. Iglesias, monasterios y catedrales, así como obras de arquitectura civil, son hoy la huella viva de la relevancia que este movimiento tuvo en los siglo XI, XII y principios del XIII, siendo Navarra uno de sus más destacados exponentes.
La importancia que tuvo el antiguo Reyno de Navarra junto con la influencia del Camino de Santiago, verdadera arteria espiritual, cultural y artística del medievo, hacen que Navarra cuente con un inmenso legado a pesar de sus moderadas dimensiones geográficas.
Sus edificios se caracterizan por la anchura y robustez de sus muros, el uso del arco de medio punto y la bóveda de cañón, la sobriedad de la ornamentación centrada en portadas y capiteles principalmente, así como la escasez de luz, logrando así la oscuridad en los interiores e invitando al recogimiento.
Conocer y respetar este legado histórico-artístico es la mejor forma de poner en valor y conservar el patrimonio, de ahí que los monumentos incluidos inicialmente en esta ruta cuenten con la figura de protección de Bien de Interés Cultural (BIC).
Una vez más, la Ruta del Románico de Navarra nos permitirá empaparnos de historia, arte, cultura y naturaleza, pudiendo disfrutar en algunos casos, de este estilo en su estado más puro.
Santuario de San Miguel in Excelsis de Aralar
San Miguel in Excelsis, es un Santuario con más de mil años de historia, levantado en la sierra de Aralar, junto a la cima del monte Artxueta, desde el que se puede disfrutar de una impresionante panorámica. En su interior le espera un retablo románico, obra cumbre de la esmaltería europea. El lugar le hablará de la leyenda del dragón y Teodosio de Goñi, del pasado carolingio, de los remotos tiempos de dólmenes que hoy surgen diseminados entre campas y preciosos bosques de hayas.
San Miguel in Excelsis es un austero templo de tres naves, divididas en cuatro tramos, que se levanta en la sierra de Aralar. Está emplazado en un lugar estratégico, en la cima del monte Artxueta, al que se accede por carretera desde Lekunberri, y desde el que se disfruta de una panorámica espectacular que abarca el corredor de Arakil o Barranca, San Donato y las sierras de Urbasa y Andía. Existe también una pista que parte de Uharte-Arakil, al sur de la sierra.
El actual templo fue construido en la primera mitad del siglo XII como ampliación de un edificio románico de principios del siglo XI. El edificio es austero, sobrio, con escasa decoración. La capilla se construyó entre 1170 y 1180, de donde datan algunos retoques ornamentales de las puertas y del ábside de la Epístola.
El Santuario es conocido en medio mundo por el Retablo de Aralar, una obra de arte de 2 metros de longitud por 1,14 de altura que preside el presbiterio del templo. Esta obra maestra del arte románico es un frontal de esmaltes y cristal de roca de principios del siglo XII. El Retablo fue robado por el famoso ladrón de obras de arte Eric "El Belga" en 1979. Entre los años 1981 y 1985 se recuperaron 16 de los 18 medallones robados y 191 piedras preciosas de las 286 sustraídas, y tras su restauración, volvió al Santuario en 1991.
También en el interior del Santuario se puede contemplar la imagen de San Miguel, un relicario del siglo XVIII, de plata sobredorada, que representa al arcángel, con las alas desplegadas y los brazos en alto sosteniendo la cruz sobre su cabeza, donde se guarda una antigua talla de madera, la reliquia que, según la tradición, fue dejada por el propio ángel en este lugar. La imagen recorre decenas de localidades navarras todas las primaveras y es recibida por los vecinos y autoridades locales.
San Miguel es uno de los centros de espiritualidad más conocidos de Navarra y lugar de leyendas como la de Teodosio de Goñi. Se cuenta que en el valle navarro de Goñi vivía en el siglo VIII don Teodosio, señor de la comarca. A su vuelta de la guerra con los árabes, se encontró en el camino con un diablo disfrazado de ermitaño, quien le contó que su mujer le había estado engañando con un criado. Al llegar a casa, Teodosio atravesó con su espada a la pareja que yacía en su cama, sin percatarse de que eran sus padres. Como penitencia, el papa le condenó a caminar por los montes cargando una cruz y atado con unas cadenas hasta que éstas se rompieran. Vagando por la Sierra de Aralar, un día se le apareció un dragón y Teodosio invocó a San Miguel, que mató a la bestia y lo liberó de sus cadenas. Allí mismo, Teodosio erigió el santuario en el que se guardan las cadenas y se venera la reliquia de San Miguel.
Toda la sierra de Aralar es un paraíso para los amantes del paseo y del senderismo: a un lado de la sierra se encuentran la Vía Verde del Plazaola, el paseo que lleva al nacedero del Larraun o la visita a las cuevas de Astitz, y al otro, la Barranca, con las rutas de los dólmenes y localidades como Uharte Arakil, famosa por su concurso de perros pastor y desde la que también se puede acceder al santuario por una pista. En invierno, si nieva en abundancia, se puede practicar el esquí de fondo.
Horarios fijos de visita
Todos los días, de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:00. Celebraciones litúrgicas: domingos y festivos, a las 12:30.
Visitas guiada
Todos los días directamente en el santuario o concertando con antelación 948373013 / 626030234 info@sanmigueldearalar.info
Precio visita: Grupos 1€
Iglesia Santa María Jus del Castillo
Patxi Uriz A orillas del Camino hacia Santiago, junto al convento de Santo Domingo y próxima al río Ega se alza esta iglesia románica del siglo XII. Una joya arquitectónica declarada monumento histórico-artístico, que ha estado cerrada durante décadas.
En la actualidad y tras la rehabilitación, ha resurgido transformada en Centro de interpretación del Románico y del Camino de Santiago. El proyecto de restauración también ha puesto en valor el entorno y se ha reconstruido la puerta de Santa María, una de las nueve que tuvo la muralla medieval de la ciudad.
Santa María Jus del Castillo es un símbolo del pasado cultural de Estella-Lizarra; su ubicación sobre el solar de la antigua sinagoga y los restos de una vivienda de la antigua judería ligan a este templo cristiano con el pasado judío de la localidad. Fue el rey García el Restaurador quien en 1145 la donara a la Catedral de Pamplona para que fuera convertida al cristianismo. La iglesia se mantuvo en activo hasta el siglo XVII.
Se trata de una iglesia con ábside románico y nave única de tres tramos diferenciados y separados por pilastras románicas, cubiertos por bóvedas de crucería. En el exterior, los recios contrafuertes señalan los distintos espacios interiores. La fachada occidental es barroca del siglo XVIII, de trazado manierista. De esta época es también la torre campanario.
Cerrada durante décadas, la iglesia sólo abría sus puertas una vez al año para celebrar la festividad de Santa Lucía. Una vez restaurada, el visitante que acuda a Estella-Lizarra entre Semana Santa y octubre, podrá deleitarse con esta reliquia artística convertida en centro de interpretación.
La muestra aprovecha los distintos tramos de la iglesia para presentar tres temas:
Primer tramo, «reyes y fronteras»: mediante paneles se muestra la genealogía de los reyes del Reino de Navarra y la evolución de sus fronteras.
Segundo tramo, «cultura del reino»: explica las lenguas en la Navarra de la época. En este bloque se expone uno de los elementos más preciados de la muestra: una maqueta de la Estella-Lizarra medieval.
Tercer tramo, «el románico y el Camino de Santiago»: diverso material gráfico y maquetas ayudan a interpretar estos dos protagonistas del medievo.
La iglesia cuenta además con una reproducción de la imagen de titular del templo. La original permanece en la iglesia de San Miguel.
Iglesia de Santa María de Eunate
Patxi Uriz A la luz del crepúsculo o aprovechando el sutil color del amanecer. Es el mejor momento para descubrir una de las iglesias más bonitas y sugerentes del Camino de Santiago, la de Nuestra Señora de Eunate (1170), sencilla, original y misteriosa.
Se alza, solitaria, poco antes de llegar a Puente la Reina, en medio de un llano y abierto paisaje que en verano toma el color de los girasoles. Su planta octogonal y el claustro que la circunda la hacen diferente a cualquier otro templo románico.
El misterio no aclarado sobre su origen y su inquietante interior avivan el interés de este templo que fue hospital de peregrinos, dormitorio de difuntos, faro-guía para caminantes, lugar de culto cristiano y santuario telúrico para quienes buscan fuerzas esotéricas.
Déjese sorprender por su enigmática geometría y un interior que le sobrecogerá, y trate de adivinar el sentido de su nombre, «cien puertas», en euskera.
En Mururzábal (Valle de Valdizarbe), en la ruta tolosana del Camino de Santiago, poco antes de que ésta confluya en Puente la Reina con la procedente de Orreaga/Roncesvalles, se alza solitaria pero imponente la iglesia de Santa María de Eunate, un raro, bello y sugerente ejemplo de arquitectura románica declarado monumento nacional.
Construida en 1170, su origen no está claro. Algunos historiadores han barajado la posibilidad de que fuese obra de los templarios y hospital de la orden de San Juan, mientras que la tradición popular atribuye su construcción a una reina o señora, cuya sepultura yace bajo las piedras, para que fuese capilla funeraria.
El descubrimiento de enterramientos entre las columnas del claustro y los restos de una sepultura al pie de la puerta de entrada, entre los que apareció una concha de peregrino confirman que fue iglesia cementerial de peregrinos.
El conjunto de planta octogonal, como el Santo Sepulcro de Jerusalén y otras dos construcciones del Camino de Santiago, está circundado por una hermosa galería porticada de 33 arcos, con capiteles decorados. La armonía de la planta octogonal queda rota por el ábside pentagonal y una torrecilla de planta cuadrada adosada en el lado de la epístola. En los muros exteriores se alternan ventanas caladas y ciegas y dos puertas de acceso, la del norte frente al Camino, muy decorada, y otra más sencilla hacia poniente.
Recorra tranquilamente la galería antes de pasar al interior del templo, sencillo y con algunos elementos de influencia musulmana. Deje que sus ojos se adapten a la escasa luz interior y sienta la espiritualidad y recogimiento que envuelve a la iglesia.
En los muros de sillería se aprecian dos alturas y en cada ángulo se superponen dos columnas. La sobriedad del interior es sólo aparente, ya que las columnas poseen hasta 26 capiteles decorados. La bóveda octogonal está sustentada por 8 nervios con ángulos diferentes, lo que evidencia que los ocho lados del templo son diferentes. Y en el ábside, de gran riqueza arquitectónica y con forma semicircular, se encuentran los elementos esculturales más antiguos de la iglesia.
Muy cerca de esta iglesia medieval, en Olcoz, se encuentra la iglesia de San Miguel, con una portada idéntica a la de Eunate pero al revés. Cuenta la leyenda que un maestro cantero al que se le había encargado la construcción de la portada de Eunate, se molestó porque, en su ausencia, un gigante con poderes sobrenaturales se le adelantó y realizó la obra.
El abad retó al cantero a levantar una obra pareja en el mismo plazo, tres días, hazaña que consiguió con ayuda de brujas, serpientes y conjuros, aunque el resultado fue una portada idéntica pero invertida. Al ver el pórtico, el gigante enfureció y lo golpeó con tal fuerza que lo mandó volando hasta Olcoz.
Puente de La Reina
El puente románico de Puente la Reina es uno de los ejemplos de arquitectura civil más interesantes del Camino de Santiago en Navarra. En él confluyen la ruta jacobea que entra por Orreaga/Roncesvalles y la tolosana de Somport.
Es punto de encuentro de peregrinos que han tejido a lo largo de los siglos miles de historias y leyendas. Las aguas del río Arga, que discurre bajo la imponente arcada del centenario puente, susurran los más sorprendentes relatos a los viajeros que se dejan cautivar por su murmullo. Sólo hay que prestar atención y podrá escuchar la pintoresca leyenda del "txori".
El puente románico de Puente la Reina da nombre a esta localidad, que es capital del valle de Ilzarbe o Valdizarbe, en la Zona Media de Navarra.
Este puente sobre el río Arga fue levantado en el siglo XI, al parecer, por iniciativa de una reina, que pudo ser doña Mayor de Castilla, esposa de Sancho el Mayor, o doña Estefanía, mujer de García Nájera. El objeto de su construcción: facilitar el paso a los peregrinos del Camino de Santiago a su salida de la villa, tras atravesar la Rúa Mayor.
Constituye uno de los ejemplos de románico civil más señoriales de la ruta jacobea. Destaca principalmente por su elegancia y sobriedad. Cuenta con 7 arcos de medio punto, el más oriental bajo tierra, y 110 metros de largo. Entre los arcos se abren unos arquillos, a modo de respiraderos, que aligeran la estructura y permiten que el agua discurra cuando el río va creciendo. Tuvo 3 torres defensivas, dos en sus extremos y otra central, en la que se ubicaba la imagen renacentista de la Virgen del Puy o del Txori.
En torno a esta virgen existe una leyenda que cuenta que la imagen recibía la visita de un pajarillo ("txori" en euskera), que la cuidaba y acicalaba quitándole las telarañas de sus alas y lavándole la cara con agua que recogía en el Arga. Dicen que el día que aparecía el "txori" se echaban las campanas al vuelo y se celebraban fiestas religiosas.
Si se acerca hasta el puente no encontrará allí la imagen de la virgen, puesto que en 1843 fue trasladada a la iglesia de San Pedro ubicada cerca del río. Merece la pena una visita a esta iglesia, notable por sus retablos, así como acercarse hasta la iglesia de Santiago el Mayor, que cuenta con una bella portada románica de influencia mozárabe y en su interior alberga una apreciada imagen gótica del apóstol Santiago.
Monasterio de San Salvador de Leyre
Ubicado al pie de la sierra de la que toma el nombre, a 50 kilómetros de Pamplona y a 16 kilómetros de Sangüesa, el monasterio de Leyre esconde magníficos tesoros como la cripta del siglo XI, la bóveda gótica o la «Porta Speciosa», un perfecto pórtico románico del siglo XII.
Una atmósfera de paz y serenidad que invita al reposo del espíritu, a la reflexión y a la paz interior; una arquitectura austera, que cristaliza en los muros una parte importante de la historia, la cultura, el arte y el pensamiento; una sorprendente naturaleza que invita al paseo y a la meditación; sobrecogedores cantos gregorianos; y la conversación con los monjes benedictinos son algunos de los atractivos que permanecerán en su memoria tras visitar el monasterio de San Salvador de Leyre.Uno de los conjuntos monumentales más atractivos y entrañables de Navarra Y tumba de reyes navarros.
El bello entorno natural que acompaña al monasterio de Leyre explica que a lo largo de su historia haya sido refugio de reyes y obispos, icono de Navarra y escenario de celebraciones oficiales. Buscando la vecindad de la montaña, el monasterio se construyó en la falda de la sierra del mismo nombre, en un lugar apartado, mirador abierto hacia picos cercanos y lejanas cadenas montañosas, naturaleza embellecida por el agua de tonos verdes y azules del cercano embalse de Yesa.
Sus orígenes se remontan a la baja Edad Media, pero fue incendiado por los musulmanes en el siglo X y el rey Sancho García encargó su reconstrucción en 1020. Sus sólidos muros son testigos de mil y una historias como la de dos hermanas cristianas que fueron decapitadas por no abrazar el credo musulmán, y cuyos restos se guardan en una arqueta de marfil que se exhibe en el Museo de Navarra. O la leyenda de San Virila, el abad que quedó extasiado durante 300 años al oír cantar un pajarillo cerca del monasterio, lugar del que mana la fuente de San Virila.
Leyre no consiguió escapar a la Desamortización de Mendizábal y estuvo deshabitado entre 1836 y 1954, cuando se establecieron los monjes benedictinos de Santo Domingo de Silos, con quienes podrá conversar en su visita al monasterio.
El recorrido le descubrirá una sobrecogedora cripta del siglo XI, la parte más antigua de todo lo conservado. El angosto recinto, en el que se acumulan masas de piedra, con fustes de escasa altura y robustos capiteles consigue estremecer y es una clara muestra de la sobriedad propia del románico más arcaico.
Su austeridad contrasta con la decoración de las portadas de la iglesia abacial, especialmente con la de la puerta Speciosa, otro de los grandes tesoros del cenobio. Data del siglo XII y está adornada con elementos de la Ruta Jacobea. Busque el demonio atrapando una desventurada alma o al ángel que anuncia el juicio final y comprobará que es una auténtica biblia en piedra.
Otros elementos de gran interés son la portada sur del siglo XII, la portada de la iglesia abacial (XI), el paso subterráneo de la cripta y la capilla del Santísimo (1501-1536), que contiene un retablo y esculturas de Juan de Berroeta (XVII).
En el interior de la iglesia, iniciada en estilo románico, contemple la gran nave central (XI) y alce la vista para descubrir la bóveda gótica, una de las ojivas más bellas existentes en Navarra. Tras una reja de estilo gótico tardío está el panteón de los primeros Reyes de Navarra y junto a él se venera el "Cristo de Leyre", una enorme talla del siglo XVI.
En Leyre, la alabanza y diálogo con Dios se traducen en canto gregoriano. Aproveche la ocasión y escuche a los monjes en el oficio de laúdes, a las 7,30 horas (domingos y festivos a las 8:00 h.), misa conventual, a las 9:00 h. (domingos y festivos a las 12:00 h.), vísperas, a las 19:00 h. y en las completas, a las 21:00 h.
Si quiere disfrutar con tranquilidad del lugar, aneja al edificio existe una hospedería de 33 habitaciones. Además, el monasterio cuenta en su interior con 10 habitaciones individuales. Este alojamiento está reservado a varones y las comidas se realizan con los monjes en el refectorio.
Quizás haya oído hablar del licor de Leyre, un digestivo de sabor dulce realizado con 35 plantas que los monjes recogen en los alrededores de la abadía. Es un original recuerdo que puede adquirir en la tienda del monasterio junto a CDs de gregoriano, almendras garrapiñadas, trufas, queso, paté y miel.
Tras abandonar el recinto, puede descubrir la naturaleza de los alrededores realizando dos paseos que parten desde el cenobio. El primero, de 250 metros, conduce hasta la Fuente de las Vírgenes, donde hay un merendero. El segundo dura 30 minutos y conduce a la Fuente de San Virila. Los más montañeros pueden subir a la cima del monte Escalar (1.302 m.) desde donde se obtiene una hermosa panorámica sobre el embalse de Yesa y los Pirineos.
Y, para los amantes del parapente, es punto de partida obligado la cima del Arangoiti. También puede visitar, en las cercanías, el castillo de Javier y Sangüesa.
Iglesia de Santa María la Real
La iglesia de Santa María la Real de Sangüesa, declarada Monumento Nacional en 1889, despliega una magnífica portada, auténtico retablo en piedra, considerada como una de las obras cumbre del románico en España. En ella se representa el Juicio Final.
De línea esbelta y medianas proporciones, fue construida entre los siglos XII y XIV y su estilo corresponde a la transición del románico al gótico. Presenta tres naves con crucero y torre octogonal, y su interior nos sorprenderá con otros atractivos como el retablo mayor, de estilo plateresco y una rica custodia procesional gótica.
Tras cruzar el férreo puente sobre el río Aragón, Santa María la Real de Sangüesa nos da la bienvenida a esta localidad de la Zona Media occidental de Navarra, ya cerca del límite con Aragón.
Se erigió en siglo XII, en uno de los extremos de la rúa Mayor, por orden de Alfonso I el Batallador, rey de Navarra y Aragón. Iglesia de medianas proporciones, este bello ejemplo del arte románico ha tenido a lo largo de la historia no sólo fines litúrgicos, sino también función defensiva, especialmente durante las guerras civiles del siglo XIX.
Restaurada durante la primera mitad del siglo XX, presenta cabecera románica de tres ábsides, que corresponden a la primera mitad del siglo XII, mientras que a finales de esta centuria y siglos siguientes se edificaron las naves, la portada sur y la torre gótica octogonal.
Aunque el edificio en su conjunto es de una gran belleza, el mayor mérito artístico corresponde a la portada. Un repaso tranquilo de los dos cuerpos le revelará la mano de dos maestros: Leodegarius, maestro francés de finales del siglo XII, que se encarga de la parte inferior, y el maestro de San Juan de la Peña, de finales del XIII, que se encargó de la superior.
El primero de ellos, más avanzado, realiza las seis estatuas-columna que flanquean la portada, inspirándose en el pórtico de la catedral de Chartres. A la izquierda, María Magdalena, la Virgen María -con la marca del autor "Leodegarius me fecit" en el libro que porta entre las manos- y María madre de Santiago y Juan. Y a la derecha, los apóstoles San Pedro, San Pablo y Judas ahorcado. Los capiteles representan varios pasajes de la Biblia.
Al segundo, más antiguo, se le atribuyen la doble arquería con los doce apóstoles presididos por el Pantocrátor. Sus figuras se caracterizan por presentar figuras hieráticas, pliegues simples incisos y rostros cuadrados con grandes ojos.
En el centro del tímpano y en lugar preferente, aparece Cristo juzgando a los hombres con la Virgen, los apóstoles como intercesores y San Miguel pesando las almas. Las arquivoltas que enmarcan el tímpano nos cuentan los estamentos de la sociedad medieval. A ambos lados de las arquivoltas, se esculpieron animales monstruosos, escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, imágenes de los pecados y diversos oficios. En la enjuta derecha, llaman la atención los relieves que relatan la original leyenda nórdica del héroe Sigurd: el hijo del rey Sigmundo que mató al dragón Fafner y que, tras bañarse en su sangre, comprendió el lenguaje de las aves y se hizo invulnerable.
En su visita al interior de la iglesia descubrirá un templo de tres naves y tres tramos, que guarda importantes tesoros como el retablo mayor, plateresco, del siglo XVI, la capilla de San Miguel, del XIV, o la capilla de La Piedad, del XVI, que alberga el grupo del Descendimiento, del siglo XVI y lienzos del siglo XVIII. La custodia procesional de plata, del siglo XV, es una de las más antiguas de España.
Fíjese también en una vidriera dedicada a la Virgen, un crucificado barroco, la imagen gótica de San Blas, el retablo neorrománico de San Francisco Javier, y en la hornacina con reja románica que aloja a la imagen de la Inmaculada.
Monasterio de Fitero
Oskar Montero ¿Le gustaría conocer el primer monasterio que la Orden del Císter construyó en la Península Ibérica?; ¿perderse entre sus muros, levantados entre 1185 y 1247 y ampliados en los siglos XVI y XVII?; ¿y disfrutar de un lugar codiciado, durante siglos, por reyes, papas, obispos y señores?
Está en Fitero, un pequeño pueblo de la Ribera navarra que casi linda con La Rioja y es monumento nacional desde 1931. El cenobio, joya arquitectónica de la Edad Media, le sorprenderá por su grandiosidad.
Su iglesia abacial es una de las más importantes de la orden del Císter en Europa y en su interior conserva una importante colección de arquetas árabes, cofres medievales y un precioso relicario gótico de esmalte limosino.
Pero, además, el monasterio es un buen punto de partida para realizar agradables y pintorescos paseos por su entorno natural o sumergirse en las aguas del balneario de Fitero, a 3 kilómetros del pueblo.
La villa de Fitero, en cuyo casco urbano se levanta el monasterio, se halla situada en el extremo sur-occidental de Navarra, en pleno valle del río Alhama, a 23 kilómetros de Tudela. Aunque inicialmente el pueblo estaba alejado del monasterio, fue en el siglo XV cuando se repobló la villa para aumentar la defensa del territorio y las nuevas casas se construyeron en torno a la abadía, convirtiendo al de Fitero en uno de los pocos monasterios cistercienses integrados en un pueblo.
El monasterio, declarado monumento nacional en 1931, se fundó en 1140 aunque fue en 1185 cuando se iniciaron las obras de las diferentes dependencias, algunas de las cuales tienen en la actualidad funciones no religiosas: la hospedería está ocupada por el Ayuntamiento, las celdas se reconvirtieron en residencia de ancianos, el refectorio es la actual Casa de Cultura y cine, y la biblioteca y la cocina se convirtieron en museo.
La visita le permitirá descubrir dependencias medievales (XII y XIII) como la iglesia abacial, de cruz latina, con tres naves y cabecera de girola con cinco capillas, lo que la convierte en un ejemplar único del Císter en España. Asimismo existen restos medievales en los muros de la biblioteca, vestigios de la antigua muralla y la sala capitular, construida en 1247, Le sorprenderá también el claustro renacentista de planta cuadrada y el sobreclaustro, construido siguiendo el estilo herreriano del siglo XVI.
Otras dependencias destacadas del monasterio son el dormitorio nuevo, del siglo XVI; el palacio abacial, manierista del siglo XVI y ampliado en el XVII; el dormitorio nuevo (XVI) y la biblioteca (1614).
Entre las piezas de orfebrería conservadas de Fitero destacan el brazo relicario de San Raimundo, fundador del monasterio; el relicario-ostensorio de San Andrés (XVIII), cálices del XVII, una alaveta de plata y concha (XVI), un copón de filigrana de plata (XVII), una arqueta de marfil del año 966, un píxide de esmalte de 1200, tres arquillas de chapa de marfil y de madera de los siglos XI, XII y XIII, y el retablo mayor pintado por Rolan Mois (XVI).
Fitero es también punto de partida de bonitos paseos, como el de la Cruz de Atalaya, de 7,7 kilómetros, que se inicia en lo alto del pueblo, junto al campo de fútbol; o el Circuito de Roscas, de 8,2 kilómetros, que parte del cruce de las carreteras que desde Fitero conducen a Cascante y Valverde. Este último pasa por las ruinas del castillo árabe de Tudején; y la nevera de los frailes -un enorme pozo de piedra en medio de un olivar que era utilizado por los monjes para almacenar nieve- y la cueva mora, en la que, según la leyenda narrada por Bécquer, todas las noches aparece el ánima de una princesa mora que busca agua para su amado cristiano.
También puede visitar el balneario de Fitero y sumergirse en sus aguas termales para combatir el reuma, la artrosis y el asma; o acercarse al mojón de los Tres Reyes, en la carretera de Madrid a Irún, a 3 kilómetros de Valderde, que recuerda reuniones de los monarcas de los reinos de Navarra, Castilla y Aragón, en las que cada uno podía comer o discutir desde su propia tierra.
La Valdorba y el románico
En la Zona Media de Navarra, muy cerca de Pamplona, se encuentra la Valdorba, un valle apacible salpicado de pequeñas joyas del románico: la Iglesia de San Martín en Orísoain, con su bella cripta, la iglesia de la Asunción de Olleta, las ermitas de San Pedro de Echano en Olóriz y del Santo Cristo de Cataláin en Garínoain, con su reconocido pórtico del siglo XII o el Hórreo de Iracheta como ejemplo de arquitectura civil románica.
La Valdorba está formada por una veintena de pequeñas localidades y caseríos agrupados en los términos municipales de Barásoain, Garínoain, Leoz, Olóriz, Orísoain, Pueyo y Unzué.
El paso de la historia también se ha dejado sentir en este valle; órdenes medievales y caminantes trazaron por el valle una ramificación del itinerario hacia Santiago.
En la parroquia de San Martín de Orísoain, destaca la cripta románica ubicada bajo el altar, un secreto guardado durante cientos de años en el interior de su iglesia que fue "re-descubierta" en la década de los sesenta cuando un grupo de hombres del pueblo trabajaba para cambiar la tarima de la iglesia por piedra.
Muy cerca, en el mismo centro de la localidad de Iracheta, descubrimos un hórreo románico perfectamente conservado, construido en piedra con sillares, que cuenta con una escalera, también de piedra para acceder a su interior.
San Pedro de Echano y el Santo Cristo de Cataláin son casos únicos del románico, ya que en su portada no se representan temas religiosos cristianos, sino que la temática es totalmente profana.
En Olleta, la iglesia de la Asunción conserva intacta la iluminación natural que quien la construyó esperaba en su diseño. Sus frescos pueden visitarse en el Museo de Navarra.
Además de estos monumentos declarados Bien de Interés Cultural, hay hermosas construcciones románicas en Eristain, Barásoain, Olóriz o Pueyo.
Microclimas y parajes de transición entre la navarra prepirenaica y los lugares más secos de la Zona Media, hacen de este valle una zona de gran interés paisajístico como lo demuestran sus espacios protegidos: una Zona de Especial Conservación, Montes de Valdorba y dos Reservas Naturales, Monte de Olleta y Monte del Conde.
Aquí hay carrascales, robles, hayas, flores silvestres, setas, campos de cereal y un ambiente tranquilo, un silencio que le trasladará a épocas en las que el mundo rural era el gran protagonista de nuestras vidas. Podrá ver calandrias o buitres; tal vez jabalíes, zorros o tejones y rapaces como el águila real, los milanos y el aguilucho cenizo.
En la Valdorda, descubrirá una de las mayores densidades de aves rapaces de Europa, jabalíes, recorridos micológicos y tesoros para el paladar como la trufa. Si disfruta con las vistas panorámicas, suba hasta el Parque eólico de Guerinda y visite el singular molino de viento tradicional reconstruido junto a los enormes molinos actuales levantados a finales de los años noventa, durante la construcción del mayor parque eólico de Europa.
La Valdorba es un espacio en el que se puede disfrutar de recorridos en coche por estrechas carreteras que unen todas las localidades, jalonadas por cruceros como los de Orísoain, Sansomain o Benegorri. Si se anima a subir hasta el Parque eólico de Guerinda, situado en el término municipal de Leoz es un espectacular mirador sobre la Zona Media y Ribera de Navarra.
Sus 199 aerogeneradores de última tecnología se completaron con la construcción de un singular molino de viento harinero de algo más de seis metros de diámetro, reconstruido sobre sus ruinas descubiertas en 1996, que se encuentra en perfecto estado de funcionamiento.
En diciembre, se celebra todos los años la Feria de la Trufa de Navarra, en la que participan cocineros y expertos en gastronomía de toda España.
En el término municipal de Leoz, se encuentra el Coto Valdorba, una superficie de 6.500 hectáreas de las que aproximadamente la mitad son cazables, que dispone de grandes reservas naturales y está considerado el mayor coto nacional de caza controlada.
Iglesia del Santo Sepulcro
Patxi Uriz Poco antes de abandonar Navarra, el Camino de Santiago, nos ofrece este bello y recogido ejemplar del románico del siglo XII, que fue capilla funeraria y faro del Camino de Santiago.
Según algunos historiadores, el Santo Sepulcro de Torres del Río podría haber sido obra de los caballeros del Temple. Este extremo no se ha podido confirmar pero añade misterio a esta obra, que fue construida a semejanza del templo del Santo Sepulcro de Jerusalén, pero adaptando los conocimientos islámicos a la manera de construir de los cristianos.
De planta octogonal, la iglesia del Santo Sepulcro es un raro ejemplo del arte medieval, ya que frente a la horizontalidad y pesadez del románico, en este templo todo conduce a la verticalidad. En su interior, la impresionante bóveda de nervios entrecruzados le hará recordar el arte hispanomusulmán.
La iglesia del Santo Sepulcro se encuentra integrada en el casco urbano de Torres del Río, pequeña localidad jacobea situada en la Zona Media de Navarra, entre lo alto de una colina y una profunda hondonada, ya cerca de tierras riojanas. El visitante se encuentra ante una joya del románico, edificada en torno a 1170 como réplica de la basílica de Jerusalén, en la que la forma circular se ha sustituido por otra poligonal.
Ligada desde su origen al Camino de Santiago, fue faro de peregrinos, a quienes orientaba gracias a la luz prendida en la linterna que corona el edificio. El terreno que la circunda, sirvió además como cementerio de caminantes.
De planta octogonal y con un acabado perfectamente compensado, es un edificio sobrio y armonioso en el que diferenciará claramente tres cuerpos: el primero de ellos, ciego; el segundo, iluminado por dos pequeñas ventanas; y el superior, abierto en ventanas de medio punto que iluminan la espléndida cúpula interior. A ambos lados, el edificio conserva el ábside y una torre cilíndrica, y sobre el tejado de ocho aguas, se erige una linterna también octogonal que reproduce en miniatura el propio cuerpo del templo.
Si queremos acceder al edificio, lo haremos por la puerta del lado sur, cuyo tímpano nos presenta una cruz patriarcal, insignia de la Sagrada Orden Militar del Santo Sepulcro de Jerusalén.
En el interior, la mirada se alza hacia la magnífica cúpula de gruesos nervios de influencia califal que corona el conjunto y que dibuja una estrella de ocho puntas iluminada por una luz tenue luz que se filtra por las celosías. Su nervadura le recordará modelos islámicos similares a los de algunas mezquitas, lo que permite especular con la posibilidad de que el monumento fuese construido por artesanos mudéjares que habrían llegado a Torres del Río desde la orilla del Guadalquivir.
Y en el ábside, custodiando el templo, un Cristo del siglo XIII, también conocido como el Santo Cristo de los Caballeros del Sepulcro. Allí también observará delicadas columnas, y capiteles de influencia morisca que reproducen monstruos y centauros.