Cudillero, un secreto vikingo en la costa asturiana
Más de treinta playas, el mejor pescado del norte y un palacio que nada envidia a Versalles, este pueblo marinero sorprende a todo el que lo visita

Cuando la vida depende de la mar, hay que ganarle terreno a la montaña. Eso debieron pensar los habitantes de Cudillero , un pintoresco pueblo pesquero de la costa asturiana, cuyas casas se levantan en las laderas de los tres montes que rodean la localidad, en la que tiempo atrás se asentó una expedición vikinga.
Un anfiteatro volcado a la mar, diseñado para perderse en sus callejuelas, admirar sus particulares casas colgantes y tomarse una botella de sidra en la plaza central, degustando quizá un buen plato con la pesca del día.
Y es que Cudillero es uno de los principales puertos pesqueros del norte de España. De hecho, es común ver cada mañana en la lonja varios camiones refrigerados esperando para llevar el pescado a Madrid. Quizá por ello, a sus habitantes se les conoce como «pixuetos», un gentilicio cariñoso que proviene de la palabra «pez».
Un entorno natural incomparable
Pero este pueblo es mucho más. A 15 kilómetros en dirección oeste se encuentra la playa del Silencio, conocida como la más bella del Cantábrico.
Un lugar único, cuyo nombre proviene de un curioso efecto acústico que silencia completamente el rugido del mar, gracias a los acantilados e islotes que la protegen del mar abierto.
Considerada un Paisaje Protegido, es una de las más visitadas del Principado de Asturias, pero no por ello pierde la esencia de un paisaje virgen.
Por el otro lado, hacia el este, Cudillero está custodiada por Cabo Vídeo, un impresionante entrante en el mar que forma un acantilado de 80 metros de altura, y en el que está la cueva conocida como «la iglesiona», que puede visitarse en bajamar.
Además, la cercanía entre montaña y costa ha desencadenado la creación de la Turbera de las Dueñas, un conjunto vegetal de 26 hectáreas considerado Monumento Natural.
El «Versalles» del Norte
A pesar de lo imponente del paisaje natural que rodea la villa marinera, uno de sus mayores atractivos es, a su vez, su secreto mejor guardado, el Palacio de la Quinta, más conocido por el Palacio de los Selgas.
Situado en la pedanía de El Pito, este edificio renacentista fue construido por Fortunato Selgas, oriundo del pueblo asturiano y un conocido erudito tanto en Asturias como en Madrid.
Son sus majestuosos y cuidados jardines los que han dotado al Palacio de los Selgas con el sobrenombre de «Versalles del Norte», por el recuerdo al palacio que está a las afueras de París construido por el Rey Luis XIV.
Pero su mayor tesoro se encuentra dentro de sus muros, concretamente colgado en las paredes de la casa principal. Se trata de una exclusiva colección de arte, gestionada por la Fundación Selgas-Fagalde , con obras firmadas por artistas universales como Goya, Tiziano o El Greco, así como varios lienzos de incalculable valor que decoran otro de los edificios de la Quinta, acertadamente llamado Pabellón de los Tapices.
Ya fuera del recinto, se encuentran la iglesia y el panteón de Jesús Nazareno, cuya construcción promovió también Fortunato Selgas, y en cuya cripta colocó el altar más antiguo de España, que data del siglo VIII.
Sin duda, el Palacio de los Selgas completa los encantos de esta villa marinera, escondida entre montañas y separada de Oviedo por 50 kilómetros. Una distancia que, sin duda, merece la pena recorrer.