Pinturas y esculturas sobre ruedas

A los tres personajes de este reportaje les une desde hace años la lesión medular y su pasión por las artes plásticas

Pinturas y esculturas sobre ruedas reportaje gráfico: Luna revenga

manuel moreno

Mariano, Julián y Julio son puntuales a la cita con ABC. Y eso que Mariano y Julián necesitan silla de ruedas para moverse desde hace años. «Bueno, puedo ponerme de pie con unos bitutores (mantienen las piernas rectas para evitar que se doblen y caer al suelo), pero no por mí mismo», aclara Mariano, que no para de sonreír, incluso cuando recuerda el accidente laboral que en 2011 le dejó pegado a una silla de ruedas.

Vinculados los tres a Aspaym Toledo (Asociación Provincial de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados), Mariano, Julián y Julio protagonizaron con sus trabajos artísticos una efímera exposición en el vestíbulo del Hospital Nacional de Parapléjicos a mediados de septiembre con motivo del 25 aniversario de la asociación. La muestra, titulada «El arte de Aspaym», consistió en una recopilación de acuarelas, óleos y pastel de Mariano Rivera Álvaro, dibujos a bolígrafo con tinta negra del carismático Julián Alonso Sánchez, ambos con lesión medular, y obras de Julio Pinillos Pérez, escultor toledano y trabajador de Aspaym.

Los tres tienen su historia. En el caso de Mariano y Julián, sus vidas se vieron truncadas por sendos accidentes laborales. Pero el espíritu de superación, la ganas por vivir y el apoyo de sus familiares les dieron alas para seguir, por ejemplo, con sus aficiones. «Me gustaría que pusiera que mi mujer, Guadalupe Fernández de Ana , ha sido siempre un gran apoyo», es la emotiva petición de Mariano al final de su entrevista. Julián pide la vez levantando la mano derecha, la que le permite dibujar con una soltura que su cuerpo no tiene. Pero eso a él le da igual. Lo mismo te cuenta un chiste que te dibuja un Toledo en un santiamén. Y eso lo sabe muy bien su querido y admirado Julio , el escultor, que conoce perfectamente el carácter de Julián porque con él comparte extraordinarios momentos en centros educativos entre risas y complicidades. Tres ejemplos para ver la vida con otra cara.

Amor por un pueblo y una mujer

De Calera y Chozas, «y a mucha honra». Mariano Rivera Álvaro , de 51 años, está muy orgulloso de su pueblo, situado a 23 kilómetros de Talavera de la Reina. Por eso, para el reportaje, trae un cuadro pintado al óleo en el que se ve una panorámica de Calera y Chozas que copió de una fotografía que hicieron para él (por la falta de accesibilidad) desde un cerro. «Pintar al natural es mucho mejor, pero, claro, con la silla de ruedas...».

«La gente del pueblo siente lo que me ha pasado. Se porta muy bien conmigo, estoy muy agradecido y este cuadro es un homenaje para mis paisanos», cuenta Mariano, quien en 2011 sufrió un accidente laboral que lo llevó a una silla de ruedas. Era delineante de profesión, pero trabajaba de albañil en una obra cuando perdió la movilidad en ambas piernas. «Antes del accidente pintaba retratos a pastel a la gente que conocía. Después comencé a hacerlo al óleo en Parapléjicos», donde permaneció medio año. Durante ese larguísimo periodo de recuperación, hubo una persona que solo se separó de su lado para ir a dar a luz al segundo hijo de Mariano. Su mujer, Guadalupe, «fue mi gran apoyo, sin ella hubiera sido imposible estar aquí», asegura con una sonrisa de oreja a oreja mientras se le humedecen los ojos.

Dibujos para gente especial

Socarrón en ocasiones, Julián Alonso Sánchez es un toledano de edad incierta. «Ni lo sé. 60 y pico», contesta mirándote por encima de sus gafas. «Sufro una lesión cervical incompleta. Al no romperse la médula en su totalidad, los hilitos que se quedan sin tocar te dan cierta sensibilidad y movilidad. En la parte derecha no me falta ningún músculo, están muy débiles, pero lo suficiente para hacer vida ordinaria», resume este expolicía al que en 1995 un accidente de tráfico le cambió la vida. Conducía un coche de la Policía Nacional desde Talavera para que fuera reparado en Toledo. «En Torrijos se rompió la dirección y me pegué un bofetón. Ahí empezó una nueva vida agradable, tranquila y familiar. A disfrutar», sentencia Julián, quien se fotografía con un dibujo que hizo a su mujer, «mi chica, Andrea».

Siempre ha dibujado a bolígrafo con tinta negra. Pero esta afición tuvo que aparcarla con el accidente, debido a la espasticidad (trastorno motor del sistema nervioso en el que algunos músculos se contraen de forma súbita). «Era imposible, porque la mano derecha se cansaba enseguida y comenzaba a pegar saltos». Al bolígrafo volvió cuando la mano recuperó la potencia suficiente: «Llevo dibujando con sosiego y sin problemas unos 14 años. Si te equivocas, lo tiras y haces otro. Normalmente (los dibujos) los regalo a gente que ha significado algo en mi vida». «Con esto se nace. Mi padre dibujaba y pintaba, mi madre hacía talla», añade. ¿Y qué meta tiene? «Que me quede como estoy, que no cumpla más años».

Necesidad de comunicarse

Julio Pinillos Pérez , trabajador de Aspaym Toledo (Asociación Provincial de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados) desde hace ocho años, conduce una furgoneta adaptada, en la que «llevó a la gente donde lo necesite y tramito sus papeles». No es lo único que hace por la asociación. Con Julián Alonso Sánchez (el artista de los dibujos a bolígrafo con tinta negra), se dedica a recorrer institutos para concienciar a los chavales sobre los accidentes de tráfico, el peligro del alcohol mezclado con la velocidad, el uso del casco en las motocicletas o las zambullidas en el agua durante el verano.

Este artista posa en la fotografía de Luna Revenga con su escultura titulada «Suavemente con su canción». «¿Por qué? Me gusta poner títulos llamativos a mis obras», sonríe Julio, quien esculpe desde hace 30 años. Estudió en la Escuela de Arte de Toledo, donde realizó la especialidad del vaciado para trabajar con moldes, cerámica, esculturas y otros materiales.

Antes de llegar a Aspaym, trabajó en unos talleres de cerámica donde también había gente con discapacidades. «Mi trabajo me gusta. Sí, llega a ser emotivo, me considero muy útil en mis funciones para los usuarios de Aspaym. Al estar en contacto con gente discapacitada, te hace concienciarte más de los problemas que hay y te das cuenta de que no todo el mundo se puede levantar todas las mañanas con la facilidad que tú lo haces. Te das cuenta también de que, cuando alguien tiene un problema determinado, hay gente que lo puede superar mejor que otra. Pero la vida no para y hay que seguir adelante», reflexiona Julio a sus 52 años de edad.

¿Qué le gustaría lograr dentro de la escultura? «Busco la comunicación, expresarme, tener una relación con la gente. Muchos de mis trabajos son parejas de volúmenes que se acoplan. Pero no me gusta explicar mis obras, que cada uno vea lo que quiera, aunque sí me gusta poner títulos llamativos», explica el artista, quien a a lo largo de su dilatada carrera artística ha expuesto en varias localidades de la provincia.

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