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Los orígenes de la Plaza de Toros hace siglo y medio (1865-2015)
El coso de Toledo cumplirá 150 años de vida en 2016; el proyecto comenzó a fraguarse tras las fiestas de agosto de 1865 y los primeros trámites para su construcción comenzaron en septiembre
En una publicación editada en 2011 por la Comunidad de Propietarios de la Plaza de Toros de Toledo sobre la historia este coso, recogíamos el proceso que hizo posible que el 18 de agosto de 1866 se inaugurase formalmente, por lo que el próximo 2016 cumplirá siglo y medio de vida . Así pues, en el presente mes de septiembre se sitúa la génesis de una iniciativa social que, en menos de un año, logró erigir un coso permanente como hacían otras ciudades españolas, dejando atrás las plazas urbanas o los precarios palenques. Ya en 1836 Francisco Montes Paquiro recomendaba hacer las plazas de «cantería, cuando menos hasta los primeros balcones», en el «campo, a cierta distancia de la población». Y es que el toreo se iba profesionalizando, reglamentando y gestionando por nuevos empresarios particulares
En este contexto, la última corrida habida en Zocodover , a la usanza de siglos pasados, fue en 1833 por el nacimiento de Isabel II. Entre 1840 y 1841, el empresario Casimiro Martín de Vidales explotaba una efímera plaza de madera en el exconvento de Trinitarios, actual manzana de los Juzgados. En 1846 se montó otro fugaz coso con 559 asientos en el Corralillo de San Miguel, lugar cercano a la Casa de Vacas o matadero de reses, en el paseo de Cabestreros, donde en ocasiones, algunos empleados solían capear el ganado antes de ser sacrificado. En 1858 el industrial Víctor Donaire intentaba, sin éxito, levantar una plaza de toros en San Lázaro para dar «utilidad y ornato a la población». En 1864, se anota una becerrada en el patio del desmoronado palacio del Rey Don Pedro o «Picadero de San Andrés», promovida por La Toledana. Esta sociedad de aficionados taurinos, presidida por Francisco Velázquez Lorente, se creó en 1862 con el objeto de que los propios afiliados pudiesen torear, eso sí, siempre que estuviesen al corriente de sus cuotas.
Fue tras las fiestas de agosto de 1865 cuando cristalizaría por fin el deseo de construir un coso en Toledo . La razón estuvo en el perfil social y económico de los promotores que, el día 31 del aquel mes, acudieron a una sesión abierta, presidida por el gobernador civil, en el viejo coliseo de la plaza Mayor. Allí concurrieron los mayores contribuyentes identificados con el comercio y la gestión de las instituciones, siendo el propio alcalde, Gaspar Díaz de Labandero , quien expusiese el motivo del encuentro, pues entendía que levantar una plaza de toros era otro medio más para dar vida a la ciudad. El primer edil indicó que el sitio más idóneo eran los terrenos inmediatos a San Lázaro, habiendo pedido ya un proyecto conjunto al arquitecto provincial (Santiago Martín) y al municipal Luis Antonio Fenech. El entusiasmo cundió de inmediato, pues ya hubo 300 suscriptores dispuestos a tomar alguna de las 884 acciones -de 500 reales de valor nominal-, para crear la nueva entidad. También se aprobó una comisión constituyente de veintitrés miembros nutrida de propietarios como José Bringas, Lino Pérez, el Vizconde de Palazuelos, Antonio García Corral, Gabriel Ledesma , además de industriales, comerciantes, constructores, letrados (Martín Gamero y otros más), algún librero (José Hernández) y agentes de negocios como González Pedroso que regentaba el primer gabinete fotográfico de Toledo. Fue elegido presidente por aclamación Díaz de Labandero que se volcó de lleno en el proyecto a la vez que impulsaba y realizaba varias reformas por toda la ciudad.
La evidente solvencia de los socios y su ascendencia en la vida local explica que, tan sólo, en septiembre de 1865, se superasen varios trámites. El día 1 se solicitaba al Ayuntamiento un solar junto a San Lázaro, considerado como vertedero . El 2 se reconocía y medía el terreno por ambas partes. El día 5 se inscribía la sociedad «Labandero, Bringas, Villasante y Compañía» para construir una Plaza de Toros. El 25 se elevaba a escritura pública la cesión del terreno (25.000 m2 valorados en «106 escudos y 744 milésimas») por un canon anual de 3,002 escudos. El 30 de septiembre se entregaba el proyecto dispuesto para 8.000 espectadores (Toledo contaba con 15.000 habitantes) con dos pisos de gradas y dos pabellones para las puertas principales, sacándose las obras a subasta ese mismo día. El coste superaba el millón de reales, cantidad muy alejada de los poco más de 400.000 reales disponibles. Sin embargo, se acordó que para abaratar costes, y no pausar el proceso, tan sólo se construyesen los tendidos y una planta de gradas.
Entre octubre y diciembre de 1865 se hizo el replanteo del so lar, se removieron las tierras mientras llegaban la piedra de Navahermosa, la cal de Argés o las maderas de Aranjuez. En el plano administrativo, el arquitecto Luis Antonio Fenech cerraba un proyecto más económico que se elevó al Ministerio de Fomento. Desde enero de 1866 las obras se aceleraron, siendo inspeccionadas por al arquitecto ministerial Francisco Jareño en el mes de mayo y en las vísperas de su inauguración el 18 de agosto. En abril ya funcionaba una Junta Explotadora, también presidida por Gaspar Díaz de Labandero , para organizar los primeros festejos de la feria.
A finales de 1866 se disolvió la Junta Constructora tras recibir el grueso de las obras aprobadas un año antes. En opinión de la prensa, Toledo podía ufanarse de disponer de una gran plaza de toros, capaz también de acoger otros espectáculos como el tiempo así lo ha demostrado.
Imágenes de los planos y de los promotores del proyecto de la plaza de toros
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