Demasiado sexo para un hombre solo

antonio regalado

Yo quería escribir una crítica literaria como Dios manda -si es que Dios manda escribir una crítica literaria así- y me encuentro, desde la primera página ante un «pitch», un eje, -un escritor (Adolfo) en horas bajas- que vertebra toda la película. Porque «El Club de las amantes impacientes» no es solo una novela, -erótica, que lo es-, sino, además, un filme cargado de recuerdos, miedos, inseguridades, ternuras, violencias, soledades y sexo. Mucho sexo. Demasiado sexo para un hombre solo con acción/reacción en todas direcciones.

Diego Armario, en su noveno libro y en su cuarta novela, ha alcanzado una madurez narrativa y descriptiva que augura, sin temor a equivocarnos, que estamos perdiendo un periodista de raza para ganar un novelista que camina a la plenitud. Y a la gloria.

Desmesura sensual

Confieso que he leído el libro de un tirón; y en mi cogote he sentido la lluvia, -hay que mojarse-, el aliento de la editora, el humo de los cigarros en la mitad de la noche, la dependencia del alcohol del personaje central, el dolor de los recuerdos, los jadeos de esas putas decentes y la ternura con Eva, el último cartucho para la regeneración de un perdedor inevitable. Y sobre, todo, la construcción de un relato lógico y excitante -en todos los sentidos- donde las páginas son un travelling interminable. Casi un zoom lazaroviano para un musical de orgías, desmesuras y sexo sin fronteras.

El dialogo es dinámico, acelerado, profundo, sensual, excitante; una novela más turbadora que nunca, abierta en canal en todas y cada una de las líneas de las 284 páginas para que el protagonista bien pudiera haber sido el superéroe de Woody Allen: «Me gustaría reencarne en las yemas de los dedos de Warren Beatty», el amante perfecto.

Desde el minuto uno, el lector va viviendo los avatares de cada plano, de cada secuencia, de cada escena, de cada primer plano, de cada paisaje. Los efectos especiales viajan paralelos a la cámara ficticia que va describiendo todas las situaciones comprometidas. El lenguaje cinematográfico es bárbaro y escabroso como corresponde a la tensión que va creando el autor en cada anochecer y en cada catre. El deseo permanece en cada poro de la piel de los enamorados insatisfechos.

Sexo puro y duro

No hay límites en el disfrute del amor sombrío y esa valentía -que puede ofender al lector no acostumbrado al traspasar la orilla de lo decente- revaloriza el relato. Para seguir en los parámetros del celuloide, las tomas obedecen a la ortodoxia del séptimo arte. Las imágenes describen como dardos (húmedos y envenenados) cada plano general, medio, de detalle. Pocas veces el sonido de las palabras describen con tanta habilidad el milagro de la entrega total. Al fin y al cabo, yo ya tengo escrito hace décadas que la vida se reduce a cuatro palabras: «amar y ser amado». Porque como nos enseñó San Pablo, «en el atardecer de la vida nos examinarán del amor». Y hay que aprobar esa asignatura antes del juicio final. Y en esta novela todos intentan aprobar con sobresaliente. ¡Qué duro es el sexo¡

Diego Armario construye un personaje ¿autobiográfico? rodeado de mujeres enamoradas y acaba dibujando un pasado imperfecto sobre camas calientes con sábanas frías en habitaciones orientadas al sur de la indecencia,

Las vidas de Enma, de Paula, de Koke, de Ruth, de Lourdes, de Imelda, de Nadine, de Alexis, de Alejandra, de Moría, de Eva o de Soledad viven para el disfrute del cuerpo sin restricciones ni ataduras. Mujeres de sexo creativo que escandalizará a más de un lector o lectora. Con un oponente que por experiencia satisface todas las exigencias. Un coctel perfecto de pasión y desmesura.

No crean ustedes que estas historia son carne de cañón para lectores impenitentes; creo que también gustarán a las mujeres sin horizontes lejanos.

Hay que tener mucho valor para abordar un tema tan escabroso como el que describe el escritor Diego Armario, con conocimiento de causa y, mucho talento e imaginación para venderlo como si fuera «El pecado venial» -(traducido en España por «Me gusta mi cuñada», película de la sensual Laura Antonelli (que en gloria haya) o de Kim Bassinger en «9 semana y media». Es sexo erotizado. manada más, nada menos. Son personajes (un hombre y diez mujeres) que piden todo a la vida.. Que exprimen su existencia... y que terminan pagando un alto echo por ello: la soledad de sus destinos. El sexo, sin duda, es un problema, como vemos. Pero, sobre todo, cuando no lo hay.

«El Club de los amantes impacientes», -insistimos-, es una novela de acción que a su vez se desarrolla como una película trepidante, escrita por un mercenario sin conciencia. Un buen tema para periodistas reconvertidos en tiempos de crisis. Creo que Diego Armario acierta en esta obra, abriendo una brecha -políticamente incorrecta- en un género hasta ahora prohibido. Existirá un antes y un después en la literatura erótica de esta obra que, a buen seguro, tendrá continuación. Una lectura idónea para estas noches de estío con tanto hastío. Una película a futuro de algún buen discípulo de Bigas Luna. De momento, tras la lectura, lo aconsejable es tomar una ducha bien fría en este verano tan caliente.

Demasiado sexo para un hombre solo

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación