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Los esforzados de la ruta
La Vuelta a Toledose inició en el año 1966 debido al ánimo, el impulso y la programación de Federico Martín Bahamontes
La Vuelta a Toledo , ya una clásica ciclista que cuenta con un atractivo deportivo de primera magnitud, se inició en el año 1966 debido al ánimo, el impulso y la programación del toledano Federico Martín Bahamontes , conocido popularmente como el «Águila de Toledo», debido a sus repetidos triunfos en la cresterías más altas del Tour de Francia. Una personalidad mítica que paseó el nombre de España y de Toledo por las cumbres más inhóspitas de los Pirineos y de los Alpes , y que supo ganar a través de un pedaleo rítmico y potente sobre la bicicleta que dejaba atrás a rivales de calidad cuando interminables cuestas jalonaban las etapas de montaña de la más emblemática vuelta ciclista del mundo.
Cuando dio comienzo la primera edición que recorría la provincia toledana, hacía mi aprendizaje periodístico en el desaparecido diario El Alcázar, único medio de comunicación escrito de la capital entonces , bajo el amparo de los maestros en la profesión que fueron los añorados Luis Moreno Nieto y Antonio de Ancos . Este último me dio la oportunidad de acompañarle en el recorrido deportivo, escribiendo la entrevista al triunfador de la etapa correspondiente.
Aquella primera Vuelta a Toledo era excelentemente acogida por la afición y por el público en general que llenaba las localidades por las que pasaba la «serpiente multicolor» para aplaudir el esfuerzo de los corredores. Una importante caravana comercial iba por delante del pelotón, parándose en los pueblos para repartir caramelos a los chavales y ofrecer la propaganda correspondiente de los productos que exhibían en los costados de los enormes vehículos que precedían a los también llamados «esforzados de la ruta».
Dirigía la prueba el famoso Federico Martín Bahamontes , quien levantado en el asiento de un automóvil descapotable repartía órdenes a sus colaboradores, y con un banderín verde iba dando paso a los vehículos de los fotógrafos para que pudieran captar más tarde las imágenes de los ciclistas subiendo un puerto de pronunciada pendiente o llegando a la meta volante de la localidad correspondiente.
Y después el final en la plaza de Zocodover de Toledo, con toda la capital en la calle para asistir al acontecimiento, donde el vencedor recibía la camisola de triunfador de manos del alcalde de la ciudad, acompañado por las autoridades respectivas. Y Bahamontes, con el rostro sonriente, venga a firmar autógrafos y a situarse frente a cientos de cámaras fotográficas cuya peculiar instantánea todavía guardarán muchos toledanos en el arcón de los recuerdos más entrañables.