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Lugar para el reencuentro (34): No sólo de asfalto

Recuerdo y homenaje a Méjico

Lugar para el reencuentro (34): No sólo de asfalto

por beatriz villacañas

La carretera era estrecha pero el 4x4 se movía con brío , al compás del ánimo de sus ocupantes. La música también contribuía lo suyo. La mañana conjuraba dinamismo mientras la alegría se abría paso piel adentro . El aire era suave y recio como la mano del amigo. Una zona pantanosa se reveló entre montañas grises envuelta en una neblina que la transformaba en un paisaje lunar . Sin apenas mediar tiempo, la claridad se tornó luz tenue y la mente pasó de un estado de alerta a uno de ensueño . La soledad y el silencio vinieron a acomodarse entre la algarabía haciéndose sentir como presencia deseada. El tiempo fue caricia y el espacio un paisaje sin contornos. Lo que duró no importa: ocurrió y pasó .

El vehículo rodaba rápido devorando distancias . Intensa, la luz entró de nuevo por las ventanas del coche y de los sentidos. Los brazos se estiraron con la fuerza que habían cobrado los colores. La música recuperó su reino y penetró la atmósfera. Todo volvió a ser como antes. O no : la huella de la melancolía , con la suavidad del ala de una mariposa, había dado un n uevo rumbo al viaje interior .

SOBRE ESTA PIEDRA

(En Chichén Itzá)

Gesto de permanencia de la piedra.

Constancia de la prisa

con la que avanza el tiempo en nuestra carne.

Poder tallado a golpes, al ritmo de latidos

de los muertos de hoy.

Ciego espejo que aviva la imagen más certera:

lo frágil de la piel.

Vuela un deseo de pájaro infinito. Mientras, una palabra

puede quemar los labios.

Lugar para el reencuentro (34): No sólo de asfalto

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