música

Segunda Batalla de Órganos del Festival de Música El Greco en Toledo

Un nuevo éxito de arte y de público

Segunda Batalla de Órganos del Festival de Música El Greco en Toledo luna revenga

Félix de Palafox

El Festival de Música El Greco en Toledo está creando tradición. La segunda Batalla de Órganos o la quinta, si contamos las tres de la edición anterior, ha supuesto un nuevo éxito de arte y público en la Catedral toledana. Cuatro organistas han enfrentado su saber y su arte: la japonesa Atsuko Takano, el francés Baptiste-Florian Marle-Ouvard, el valenciano Pablo Márquez Caraballo y el toledano Juan José Montero.

Esta batalla, respecto a la precedente, ha mantenido la misma estructura: el comienzo con una obra de Cabanilles, es decir, una literatura organística antigua, un concierto para dos órganos, siempre la presencia de Bach o Haendel, alguna sonata, una improvisación regia o imperial y, para terminar, una batalla en toda regla.

Hay que significar el hecho singular del edificio, la Catedral, como instrumento musical, como gran caja de resonancia, donde los órganos Berdalonga y Echevarría pueden sonar hacia dentro y hacia fuera de las naves, como si se oyera respirar a la Catedral misma. El uso de los diferentes órganos siempre produce unos efectos envolventes que nunca dejan de sorprender. El sonido en ese espacio es especial. Diferentes timbres llegan por diferentes lugares. Y, aunque no se entienda de música, se percibe la personalidad de los siete órganos que se tocan: fuerte en los órganos del Emperador, el Berdalonga y el Echevarría; amable y singular en el órgano del Sagrario; y el equipo de Realejos que son ideales para las piezas elegidas con una música más de cercanía.

En estas batallas, en este contexto, con estos instrumentos en enclaves bien distintos y distantes, es curioso fijarse en el contraste entre lo visual y lo sonoro. Cuando se toca en los realejos, que son los más dulces y los que menos suenan, tenemos cerca y a la vista a los intérpretes y vemos como interactúan; sin embargo, cuando tocan los órganos más potentes, los intérpretes casi se nos ocultan a la vista. Y es muy curioso también el ver a los organistas, como si fueran los maquinistas de un Nautilus, activando y desactivando continuamente los registros.

Y especialmente significativos son los cuatro intérpretes, los instrumentistas que se intercambian según las piezas que se tocan, que funcionan muy bien «a solo» y, además, tienen que jugar con la dificultad la distancia y la acústica del lugar, cuando tocan en conjunto. Tarea esta nada fácil. Desde el punto de vista del organista, una persona que suele estar sola al mando de su «nave espacial», su órgano, la experiencia de tocar en equipo con los demás organistas debe ser única, es sin duda un verdadero reto, en el que hay que mostrar la doble faceta de intérprete y de improvisador. El reto en esta segunda batalla lo superaron con creces los cuatro contendientes.

Es preciso señalar algo de los órganos. De todos es sabido que en el universo de la música se considera al órgano como el instrumento rey. (Estos conciertos de las batallas en la Catedral de Toledo nos hacen comprender el porqué). Del órgano del Sagrario se puede decir que es efectivo en las piezas más íntimas con unas registraciones más modernas; en cambio, del órgano del Emperador se puede afirmar que es un potentísimo instrumento que suena con toda la furia que sustenta un imperio.

En esta batalla es preciso aplaudir algunas sonoridades contemporáneas, algo que no suele ser habitual en la Catedral. Está muy bien el hacer hablar en lenguaje moderno a un instrumento antiguo. Quizá en próximas planificaciones no estaría de más incluir alguna pieza más que suene a moderno, ya que estas sonoridades modernas de las improvisaciones son tan agradecidas por el público. Ya en este punto de elogios, hay que destacar, por lo que vale, la creatividad de las improvisaciones, lo que supone el mayor reto por parte de los intérpretes, excelentemente superado en esta segunda batalla. El público es consciente y valora mucho ese riesgo que asumen los intérpretes.

Vaya pues el aplauso a los intérpretes por el éxito en esta segunda batalla de órganos. Y que no sea el aplauso menor para esta iniciativa que puede crear tradición y que puede servir para dar proyección internacional a la Catedral, a Toledo y a lo que debiera ser un perenne Festival Internacional de Música de Toledo, prolongado en el tiempo y en los rincones de esta ciudad universal, en el que la Catedral, con sus órganos y sus batallas, debiera ser la bandera que ondee al viento para que se vea y se anuncien en todos los confines del mundo.

Segunda Batalla de Órganos del Festival de Música El Greco en Toledo

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