Cuando los céntimos sí valen

En la subasta de la Guardia Civil algunos participantes se hicieron con armas por una mínima diferencia

Cuando los céntimos sí valen ana pérez herrera

manuel moreno

«¡Presente!», contestó José Iglesias Oliva cuando el subastador, el capitánManuel Romero, pronunció su nombre. A sus 73 años, José presenció la subasta de armas en la Comandancia de la Guardia Civil de Toledo. Era la primera vez que asistía y cree que será la única, dada su edad.

Este vecino de Lagartera, con familia viviendo en la capital regional, pujó por una escopeta de caza Beretta que salió a subasta por 100 euros. Se la adjudicaron porque la oferta de José, 250 euros, no fue mejorada. «Soy el hombre que tropieza tres veces en la misma piedra, ya que antes había tenido dos beretta y me dieron buen resultado», comentó después de acabar la subasta, en la que todas las armas que salieron a concurso eran de fuego, excepto una ballesta para cazar, que sí fue adjudicada.

La puja, en un pequeño salón, comenzó pasadas las nueve de la mañana y duró hora y media. La docena de personas del público escucharon por voz del capitán Romero que los 371 lotes previstos (uno por arma) se habían reducido, ya que muchos de sus propietarios los retiraron antes de comenzar la subasta, la única de este año en la comandancia.

Además, otras decenas de lotes quedaron desiertos porque a nadie les interesó. Algunos tenían un precio de 3.000 euros la escopeta, en realidad una engañifa del dueño para que nadie pujase por ella y así asegurarse que el arma iba a chatarra. «Antes podíamos estar aquí hasta las dos de la tarde», recordaba luego el agente que, provisto de tres cutters por si alguno fallaba (lo que ocurrió), fue el encargado de abrir los sobres para que el capitán Romero diera lectura de las pujas.

En total, ocho guardias civiles participaron en la subasta, cinco de ellos en el tribunal que dio fe del resultado. En algunos casos, los adjudicatarios se llevaron el arma por céntimos de diferencia. Fue el caso de una pistola Astra, utilizada para tiro deportivo, que salió a subasta con un precio de 50 euros. El ganador ofreció once céntimos más, 55,11 euros, que su adversario. Fue el margen más estrecho que hubo en la subasta, por lo que no se hizo necesaria la puja a la llana (llamar a dos participantes para deshacer un empate).

En otro caso, el adjudicatario solo tuvo que arrimar un céntimo de euro más que el precio de salida, 3,75 euros, que pedían por un revólver Llama del calibre 38. Más reñida estuvo la pugna por hacerse con otra escopeta Beretta. Hubo hasta 24 pujas y al final fue adjudicada a un hombre por 567,89 euros, once veces más que su precio de salida: 50 euros.

No fue la cantidad más alta que se pagó en la subasta, en la que solo pujaron varones. Una escopeta Browning, empleada para tiro al plato aunque vale para caza, salió con un precio de 750 euros y se la llevó el único postor por 770.

Algunos lograron hacerse con dos o más armas, aunque tendrán que decantarse por una, salvo que sean miembros de los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado (Policía Nacional y Guardia Civil) o policías locales.

Desde ayer, los afortunados tienen diez días para retirar el arma adjudicada. De no hacerlo, la segunda persona que más pujó tendrá la oportunidad de quedarse con ella. Sin embargo, en el caso de renunciar expresamente al lote, este no irá a chatarra junto con las decenas de armas que ayer se quedaron sin nuevo propietario. Al contrario. Permanecerá un año en el depósito hasta la subasta del año que viene.

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