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Fontanarejo se oculta bajo el misterioso humo de las Luminarias

Varias teorías explican el origen de esta tradición

efe

Cuando cae la última tarde de abril en el pequeño pueblo de Fontanarejo, sus casas, calles y gentes se ocultan bajo el misterioso e intenso humo que provoca la quema colectiva de romero, una gesta convertida en rito, que se conoce con el nombre de Luminarias.

Tan extraño como sorprendente resulta, para quienes no conocen esta tradición, ver quemar ingentes haces de este arbusto aromático a las puertas de las casas de los vecinos cuando el sol abandona el día.

Es entonces cuando las gentes de Fontanarejo deciden prender el romero para que arda a la vez, formando una gran nube de humo que lo envuelve todo, purificando las almas y las casas de un pueblo que recuerda cómo en la Edad Media este municipio luchó contra la gran epidemia de peste que asoló la Península Ibérica.

Las Luminarias han pervivido en el tiempo desde entonces, lo que ha llevado a levantar el interés no solo de antropólogos, sino de cientos de personas que cada año acuden a este municipio atraídos por una costumbre ancestral que resulta, además, interesante desde el punto de vista cultural y turístico.

No existen fuentes escritas que recojan claramente el origen de esta tradición, por lo que todo se basa en fuentes orales que pasan de padres a hijos como ha explicado Irene Arias, una mujer de 70 años, que habla de la lucha de los vecinos por hacer frente a la epidemia de peste que afectó al pueblo.

Fue entonces cuando todos ellos decidieron quemar haces de romero en sus casas para aprovechar el efecto purificador de este arbusto, que de forma abundante crece en el corazón de las sierras de Los Montes de Toledo, en el entorno del Parque Nacional de Cabañeros.

Es la misma tesis que repite Jaime Arcos, de 76 años, mientras aguarda expectante que ningún joven haga la travesura de esparcir con palos la lumbre que han de conservar durante gran parte de la noche.

La tradición oral, dice Arcos, recuerda que los vecinos abrieron las puertas de sus casas para que el humo entrara en ellas, impregnando todo de un olor purificador que hizo desaparecer la enfermedad.

Aunque esta es la teoría más repetida entre los vecinos, otros apuestan por fijar el origen en la conmemoración previa a la festividad de los patrones del municipio, los santos Felipe y Santiago, el primer día de mayo, quienes en tiempos de epidemia intercedieron para salvar al pueblo.

Sea como fuere, coinciden algunos vecinos, las Luminarias son un acontecimiento singular y fascinante en Castilla-La Mancha y único en España, una tradición que -aseguran- no ha sido capaz de manejar nadie, que nació del pueblo y que es mantenida por sus gentes.

Muchas personas llegan desde distintos lugares de España para conocer esta costumbre, como Mario, nieto de Cripriana e Isidro, que a sus 13 años ha vuelto al pueblo con sus padres desde Palma de Mallorca para disfrutar por segundo año consecutivo de esta fiesta que cada vez le gusta más "aunque tenga el inconveniente de que a uno le piquen los ojos cuando el romero arde", afirma.

Fontanarejo se oculta bajo el misterioso humo de las Luminarias

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