La puta enamorada, una obra divertida y didáctica

Éxito del toledano Federico Aguado en el teatro de Rojas

La puta enamorada, una obra divertida y didáctica gerardo sanz

antonio illán illán

Título: La puta enamorada. Autor: José María Gómez Cardeña. Compañía: Salvador Collado. Intérpretes: Eva Marciel, Javier Collado y Federico Aguado. Espacio escénico: Curt Allen Wilmer. Vestuario: El Matrimonio Secreto. Iluminación: Juanjo Llorens. Dirección: Jesús Castejón.

La puta enamorada es una obra teatral de nuestro tiempo, escrita por José María Gómez Cardeña, ambientada en la época de Felipe IV y sustentada en dos personas importantes en ese reinado: la Calderona, actriz de fama y amante del rey, y el pintor Diego Velázquez, a los que acompaña un personaje que cierra el triángulo y que se mueve entre los papeles de criado o espía y, en todo caso, un pícaro de Corte.

Independientemente de las referencias al rey o a la reina, presentes en el contexto pero no en la escena, y salvando la anécdota argumental: la Calderona acude a la casa/estudio de Velázquez para que este la retrate por encargo del rey, la obra nos ofrece un mosaico de actitudes y pasiones humanas que van del amor a la traición, de la mentira al fingimiento o, lo que es más simple, el aprovechar las circunstancias para sobrevivir de la mejor manera posible en un mundo complejo. Y aún el autor nos muestra más, atendiendo al mundo de referencias históricas de la España de finales del barroco y de los Austrias, pone sobre la escena la visión de un país decadente, reprimido y represor, que se mueve entre un mundo de alumbrados, de honor y pureza de sangre, de inquisición y de mentira. Y estando Velázquez de por medio, también se establece algún excurso sobre el arte; no sabe si buscar la verdad o interpretarla (por esto, Velázquez, al final no retrata a la Calderona, sino que la sublima en la conocida pintura de la Venus del espejo). En suma, esta es una obra compleja, cuyo llamativo título, La puta enamorada, reduce y esconde en una palabra fuerte el denso e intenso contenido que en verdad ofrece.

La pieza nos propone una vía ascendente de lo más cómico a lo esencial, pero siempre amable y con una conexión muy directa con el público, con momentos culminantes que acercan la sonrisa y la reflexión y con unos diálogos ágiles que ofrecen un dinamismo muy adecuado.

Eva Marciel encarna una Calderona que va creciendo y asentándose en su papel con el devenir de la acción y simboliza algo más que la frivolidad de la cómica amante del rey o la pasión final por el pintor. Hay en ella mucho de la lucha por la dignidad y la independencia femeninas. El hecho de que lleve la voz cantante en la obra no supone que rompa el equilibrio interpretativo pero sí favorece que cambie de registro en la medida en que transmite una diversidad de emociones, y todo ello da valor a su buen trabajo.

Javier Collado pinta un personaje intenso en el fondo y en la forma, quizá el mejor dibujado por el autor para realizar una interpretación que requiere recursos muy dispares. El actor lo borda y compone un papel que se puede calificar como “de premio” y con ello estaría todo dicho.

Federico Aguado nos propuso un Velázquez con las contradicciones propias y conocidas del artista prudente, amargado, autorreprimido y atrapado en las convenciones sociales de la corte y que se siente poco valorado como el gran pintor que es. El papel es difícil y con diversas caras y el actor lo solventa con pulso y sin desmedirse en ningún momento. Su interpretación fue “in crescendo” hasta lograr el personaje verosímil con el que culmina la obra.

En una escenografía que crea un ambiente adecuado, incluido el juego de espejos que simboliza la caleidoscópica visión que a veces se tiene de la realidad, La puta enamorada surge como un espectáculo completo, con una dirección escénica muy apropiada de Jesús Castejón, para que no se desboquen las tres furias de personajes que el autor nos presenta, que es capaz de divertir hasta llegar a la sonrisa, de enseñar la intrahistoria de un tiempo histórico y la de realizar un acercamiento crítico a un tiempo y unas situaciones que se trascienden y nos sirven como lección en el mundo que hoy vivimos.

El público asistente, que llenó el Teatro de Rojas, aplaudió con ganas y con satisfacción, más de lo que acostumbra, y reconoció no solo el buen trabajo de conjunto sino ese plus de cercanía que nos daba un paisano, Federico Aguado, siendo profeta en su tierra.

La puta enamorada, una obra divertida y didáctica

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