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Lugar para el reencuentro (28): Con el viento
«Sucede que el dolor pesa y parece sujetarnos al suelo»
A veces la ausencia puede sentirse con una fuerza superior a la de la gravedad. Sucede que el dolor pesa y parece sujetarnos al suelo. Y el corazón, ágil incertidumbre sin descanso, se hace plomo en el pecho. Nos posee entonces una infinita nostalgia de las alas. Y los pájaros son ese sueño cercano e inasible de crueldad bellísima.
A veces pasan esas cosas. Entonces puede ser el momento de convertir al viento en aliado. El viento como metáfora perfecta de lo que no se ve y se siente con fuerza, una fuerza que puede contagiarnos y hacernos afrontar la marea del vivir. El viento, ese aire vivo que nos trae noticias de lo desconocido. Tan familiar también que le ha dado su nombre a las ventanas. Un viento que golpea y acaricia, colérico y gentil, viento que es a la vez el aullido del lobo y el vuelo de paloma.
Ese viento que hincha las velas de los barcos y fecunda el viaje a la aventura. Viento, aliado ancestral de la poesía, compañero de amantes y prendido en la música, viejo abridor de puertas de las epifanías.
Muchachas rubias
las espigas mecidas
por este viento.
………
Palabra y ave
viajan en el viento
comparten ala.
………
Pájaro en vuelo,
aletea el poema,
palabra al viento.
……….
Senda hacia el Cielo
nos enseña el poeta
que va de vuelo.
……….
Dame la mano
dijo la tierra al viento
y se hizo árbol.
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