crítica
Caleidoscópico libro sobre el arte y la cultura de un siglo
«Mi paseo por la belle epoque y las vanguardias», de Jesús Romero Guillén
Jesús Romero Guillén ha publicado un libro caleidoscópico con el sugerente título de «Mi paseo por la belle epoque y las vanguardias». Es un libro de cultura y de lecturas, de pasiones y de visiones. El autor con el escalpelo de la pluma disecciona una manera de ver el mundo, un arte y una época apasionante.
Si algo caracteriza la vanguardia, desde el final del siglo XIX al primer tercio del XX, es la experimentación y la alegría. Todas las artes experimentan, innovan, imaginan, exploran caminos nunca antes andados, y todas se acompañan, además de con sus conceptos evidentes o difusos, con la gozosa vivencia de la alegría. Esa alegría también toma mil formas y colores, se vuelve ironía en Duchamp, paranoia en Dalí y se entenebrece en el surrealismo. Jesús Romero Guillén es el cirujano que nos pone en la mesa de operaciones de su libro un todo que apabulla, pero que él ordena con la minuciosidad de quien estudia anatomía y sabe perfectamente cuál es el lugar del nervio ciático o del músculo externocleidomastoideo o el hueso metacarpo. Y el puzle, pieza a pieza, se compone y toma forma y entonces Kandisnsky está en su sitio y lo están Odilón Redón, Jean Renoir, Modigliani, los surrealistas, el dadaísmo o hasta el localista grupo Tolmo de Toledo.
En realidad el título le viene corto al libro, pues en las páginas se agranda lo que en el título no cabe. Jesús Romero casi alarga las vanguardias y la belle epoque desde la generación del 98 a nuestros días. Son pinceladas y pinceladas, tras mucho ver, mucho indagar y mucho sintetizar en el mundo del arte. En el fondo casi nos está ofreciendo una panorámica de la cultura del siglo XX pasada por el tamiz de su saber, sus emociones y su subjetividad. Si Joyce llena páginas y páginas para contarnos un solo día en la vida de Dublín y los dublineses, Jesús Romero las llena para contarnos un siglo del mundo del arte. Si Proust, mirando el mar a través de un rosal, descubre el tiempo infinito que tarda un barco en lontananza en pasar de una rosa a otra, Jesús Romero abre el horizonte para hacer pasar barcos y rosas que son nombres y más nombres, escuelas y movimientos, en un sintiempo, que parece presente en su pluma, aunque se remonte cien años atrás.
Si las vanguardias fueron la revolución del optimismo, este libro respira ese mismo aroma. Quizá sea un optimismo como juego, porque la realidad sabemos que es siempre más dura, pero es de agradecer hoy una obra así que nos ofrece una visión gozosa de un mundo, una belle epoque, frente al realismo pesimista que nos invade.