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César Rincón: «Hagamos autocrítica, pensamos que la Fiesta se defiende sola»
El maestro colombiano cede un novillo del Torreón para la gesta de Álvaro Lorenzo. Dice que sus toros son «nobles, con gran fijeza», aunque le gustaría que tuviesen «más casta y transmisión»
Julio César Rincón Ramírez (Bogotá, 1965), César Rincón en los carteles, es uno de los colombianos más universales. Para siempre en la memoria aquellas cuatro Puertas Grandes de Madrid en 1991, el maestro reparte ahora su tiempo entre sus dos ganaderías: Las Ventas del Espíritu Santo, en Colombia, y El Torreón, en Santa Cruz de la Sierra, provincia de Cáceres. El domingo cede un novillo de esta última para la gesta de Toledo.
—¿Qué le parece Álvaro Lorenzo?
—Creo que es un novillero con muchas posibilidades. El año pasado tuve la suerte de verlo en Aranjuez y estuvo fantástico.
—¿Qué consejo le daría para una tarde así con seis toros?
—Creo que lo más importante en la vida es la motivación y hay momentos en los que uno se tiene que automotivar. Desde el principio tener la mente positiva y creer en que todo va a salir bien.
—¿Qué recuerdos le trae Toledo?
—Es una ciudad emblemática, tiene muchos atractivos y creo, además, que es muy importante que Castilla-La Mancha esté dando un paso en firme hacia el apoyo a la libertad.
—¿Toreó aquí?
—Sí, sí, pero no recuerdo cómo fue. No debió pasar nada importante (risas).
—¿El sueño de un torero al retirarse es ser ganadero?
—Creo que sí y hay un motivo. Cuando un niño quiere ser torero, el primer sitio al que va, aparte de la plaza, es al campo, a las ganaderías. En mi caso, tengo que estar agradecido a la vida y al toro de lidia, y una forma de agradecimiento es ayudar a acrecentar ese toro de lidia.
—¿Una ganadería es rentable?
—Esto es más por vocación, que por inversión. Hay negocios muchísimos más rentables. El sector ha sido uno de los grandes damnificados de la crisis. Siempre he escuchado decir a nuestros ganaderos: «para el campo otro campo». La gran mayoría de ganaderos tienen otras labores.
—Sus toros del Torreón son encaste Domecq, ¿cómo definiría su comportamiento?
—Son nobles. Es un toro que galopa, tiene una gran fijeza y toreabilidad. Me gustaría que tuviese más casta, más transmisión. Es lo que uno desearía y a veces lo ve, pero no sale todos los días. Porque, en definitiva, la transmisión, la casta y la bravura es lo que produce la emoción en el tendido.
—Usted se retiró de España en la Monumental de Barcelona y de su país en la Santamaría de Bogotá. ¿Qué hemos hecho mal los taurinos para que ahora mismo esas dos plazas estén cerradas?
—Tenemos que hacer una gran autocrítica. Siempre hemos pensado que la Fiesta se defendía sola y pienso que las grandes marcas tienen un gran marketing y, aunque sigan siendo apetecidas por todos, siguen haciendo publicidad. Nosotros no tenemos ese marketing, ni invertimos lo suficiente para promocionar nuestra Fiesta. Solo estamos detrás del armario esperando a quién nos va atacar. En Castellón ha habido una gran manifestación y nunca es tarde evidentemente, pero la teníamos que haber hecho muchísimo antes, en el momento en que nos cerraron Barcelona.
—¿Le vamos a ver de nuevo vestido de luces?
—(Risas) Me lo han insinuado muchas veces, pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Nunca dices nunca jamás. El toro es muy celoso y uno tiene que estar 25 horas de las 24 del día pensando en él. Entonces ahí uno no sabe si puede o no puede...
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